sábado, 8 de mayo de 2010

Agua y aceite...


Un viaje que se perdió en el camino, un lamento que nunca llegó a destino y un cigarro que no se pudo apagar.
¿Cuánto duele mirar tu reflejo en el agua?
¿Cuánto cuesta prender fuego en el cielo?

Sin mirar atrás, sin esconderse ni dejarse ver a aquello que circula de lado a lado etéreamente, confundidos sin encontrar esa luz que no existe, pero que creyeron ver en algún momento de su desangramiento fetal.

Un sonido perdido en un vacío humano, ese vacío que no te deja respirar. La inóspita sensación de sentirte abandonado a la suerte que alguien eligió para tu vida, hablo de vida y no tengo idea si acaso estoy vivo. ¿Razón o razonamiento placentero?

Morbo que masturba tus ideologías y que te desgarra el aliento, algo así como una maduración a la inversa, un salto hacia lo más profundo del mar, un gemido que arde o tal vez una lágrima de amor.

"Te quiero encontrar desprovista de todo lo que significa ser tú misma, te quiero sentir muerta, un anhelo que puja por representarte viva y sonriente, unas ganas de abrazar tus tobillos y limpiar las estrellas del cielo para que brillen un poco más durante esas noches tan tiernas que terminan solas, deshechas y en paz.
Somos uno, soy uno, son todos en mí en tanto ustedes no son más que mis miedos más inconscientes. La felicidad aparente no es más que un vaso lleno de agua, y yo soy solamente una gota de aceite flotando en medio de ella, vagabundo y displicente."

"Tu no eres más que yo, al momento de comprender que tú eres mi reflejo y yo soy el tuyo, a fin de cuentas, somos ambos solamente una ilusión, un destello de una luz desconocida, un segundo dentro de nuestras vidas, una gota de lluvia en medio de una tormenta, un brillo en la pupila al momento de recordar."