Creo que olvidé decirte todo lo que me encantas cuando te levantas para ir a orinar, cuando golpeas con suavidad las cenizas esperando, quizás, que sonrisa encontrar.
Sucia de tanto amanecer con tinta en la frente, astuta de tan sólo mirar tus mejillas sonrojar. A susurros combates el frío que se aferra en la nariz sólo para acercarte un poco más, para sentirme cojear y reforzar la idea de que estamos allí el uno para el otro solamente porque queremos estar.
Creo que no me escuchaste cuando me sujeté sin preguntarte, cuando escribí un libro sobre tu boca como el mejor actor social, cuando fue subversiva mi mano tras la moral.
Empeñada en cuidar al perro que consideras propiedad, incesantemente cariñosa cuando decides abrazar, sin avisar, por la noche en que inscribimos una historia en nuestra lucha corporal.
"Creo que olvidé decirte cuánto me encantas, más allá del bien y el mal."