miércoles, 3 de mayo de 2017

Límite 1.

Unos meses pasaron ya, por debajo de nuestras pieles, en que no nos hicimos vibrar los tímpanos con esas filosas expresiones que se nos salen de las esquinas hostiles de eso que llaman "interior".

Unos meses pasaron ya, luna mía de roja noche artesanal, en que decidí que de morir sería en tus ojos.

Más de lo que pensaba había pasado, ¿hacia dónde? podría preguntarse uno (hacia adentro quizás).

¿Recuerdas esos tiempos cuando no se estaba roto?
, yo tampoco.

Y no sabía bien en cuál de todos los momentos había sucedido esa extraña determinación de un destino sarcástico definiendo qué es lo que se supone que deba decir cuando todavía siento tu mano tibia abrazada a mi corazón. Y ha empezado a hacer tanto frío en estas últimas noches, cariño, que he decidido abrigarme durmiendo con el pecho hacia el colchón, a ver si a través del calor que palpita en mi cuerpo deciden las sábanas soltar tu olor y disputar mediante una batalla sensorial y afectiva la gris consciencia que cargo.

Porque de tanto ver dolores con los ojos decidí ponerme lentes para cuidar lo que me queda de visión, porque de tanto inventarme salidas a los finales me quedé ajeno a toda interacción.

Tanto bullicio había en esos tiempos, mientras tú brillabas mirándote en el mar como si fuera un espejo.
Tanto bullicio en mi enrabiado caparazón, mientras sentía que sin darme cuenta de a poco fuimos quedando adentro nosotros de algo que nos juntó.
¿Y queda todavía en tus venas sangre para derramar?
¿No te has secado de tanto donarle sangre a tus amigos y a tu familia?
¿Qué puedo pedirte yo? Si sueño que tu arena juega entre mis dedos, si lo regalaste todo crezcamos algo nuestro para dar.

No tengo receta, no tengo razón. Si me lo preguntas, sigo buscando alguna posición que haga menos dañina para mi extraviada alegre sensación. Como si la sonrisa estuviera siempre en la evocación, como si la única forma que tengo de lidiar con tu belleza es marcarle a mi historia un guiño con la emoción de estar solitariamente amparado, pero más bien acompañado con alguien más que no fuese yo, porque de tener nunca nos tuvimos, porque de tener nisiquiera pude tenerme, porque de tener no se trata.

...Pero...

¿Te acuerdas de esa noche torpedeada por los sones patriotas de la masa hedonista esquinada junto al cementerio que decidió tener el mejor atardecer de por acá?
¿Te acuerdas de la mañana en que pudimos conocer cómo se sentía dar a luz un universo?

Y ahora, que los días se parecen todos entre ellos, guardo lo que me va quedando del adrenalínico golpe que rebotaba libre cuando descansaba junto a tus temores y verdades.

La vida que se vive nunca acaba de empezar.
La muerte que se abraza nunca nos dejará.
Quédate conmigo esta noche también, pedazo de lo que fui.
Quédate y comparte la niebla conmigo.

Quizás veamos, en algún momento de la noche, un sueño pasar.