lunes, 21 de diciembre de 2015

Segunda Descripción: Profundidades de las sombras.



Los escondites de la encarnación imperfecta, las huellas en los pies no se tapan con calcetas.
Porque la marejadas vienen y se van, porque lo que duele puede sanar.
Arrojarse desde los miradores hacia el mar, saltarse las resistencias para poder (re)significar.

En los bolsillos las raíces que usamos como manos, en los ojos los subtítulos para el corazón.
Amanecidos entre avenidas desoladas por noches que despedían lo que vino a estar.
Así tan profundos en nuestras sombras, en la luz que apagamos con besos, en las temidas pasiones que nos recuerdan lo que es temblar.

Cercanos a los soles, arcanos entre las estrellas y el (a)mar.
Con sellos en los deseos, enredados entre espejos y oscuridad.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Primera descripción: Históricas cotidianidades.



Más de una noche gasté colgándome de ventanas para mirar los barcos pasar, usé como linterna el fuego de los dedos y como luna puse una foto de tu boca.

Me desvié en las curvas del cierre, tus vueltas y las mías nos terminaron dando la razón: uno aprende a quedarse y otro que aprende a decir adiós.
Ninguno constante, sino más bien incesantes en el acto de asaltarle a los ojos la razón. Porque los motivos son historias que contamos para evitar dormir, porque el descanso sólo se encuentra cuando se cruza nuestra respiración.

El costo de atravesarse, de ir a buscarse en esos sitios donde se supone no debías estar. El sitio que se dice privado, pero se ocupa a pulso ilegal. La desobediencia no cómo oposición a la norma, sino como acto creativo del deseo propio. Insurrección en los pies que se tejen día a día, en los sueños de los terroristas que se revientan la piel. Allá arriba sobre las nubes aprendimos lo que era la tranquilidad de volverse locos sin que nos quieran encerrar, allá por las nubes donde entendimos que aquello que parece conjugarse como presente fue mucho antes de lo que será.

Aquí la tierra es un recurso que no tiene dueño, en estos suelos se pueblan de silencios las conversaciones. Porque consideramos que decimos más cosas dejando que pase el viento entre nuestros miedos, porque aquí se llora la muerte de uno mismo al final de cada estación.
Seguidos tan de cerca por pájaros que son sólo trazos en el atardecer de los cielos, acompañados por los recuerdos de nuestros viajes, pero contentos de habernos encontrados en esta versión.

Históricas cotidianidades de contarle las arrugas a tu sonrisa, de respirar un poco más profundo durante los abrazos y de ofrecernos la falta como sincera intimidad.

"Se amotinó morfeo en las piezas del corazón, se hizo habitante de lo que lo habitó."



viernes, 6 de noviembre de 2015

Primera mordida al continente.



En plena tormenta de rayos y cosquillas que corren por debajo de la piel toqué el puerto del continente.
Entre despedida y llegada, entre marejadas y bosques pintados con tu olor.
Vuelve que ya me voy.

La brújula del deseo apuntando hacia el centro, tú: la dirección. Al mismo tiempo que me suelto me asalta la mano que me toma tal cual soy. Guardé un trozo de ti, nos miramos las esperanzas en el aquí para ver hacia donde ir.
Ven donde nunca fui, vuelve que ya me voy.

El atardecer de los días quemados entre montes de cemento e ideas que muerden el ideal. Usé tus labios como bar para beberme la amistad, usé tu risa como motivo para festejar.
Despertaron los momentos bajo la tibia neblina de la primavera cuando amanece entre los cerros, habitante de la república independiente de los sueños ahora hallado en otra posición.

La ruta la tracé entre tus dientes, marqué en el mapa donde enterré mis muertos y olvidé los bienes entre las islas de tus ojos. Con barro cubriendo los intentos por pasarme a buscar, compartiendo los pasos dados para retomar la belleza del final.

"Hice de la playa mi jardín, sembré cuántos botones de rosas tenía. 
Mojé con tu saliva los campos de errores, bañé los corazones en los vapores de las canciones. 
Tomé las flores y les abracé las espinas, hice de mi carne un continente  para tus hambrunas.
Nos quedamos en(la)cima de los amores sin restricciones.
Llorando por las alegrías y riendo para los silencios acompañar."

domingo, 27 de septiembre de 2015

Quinta Isla: Precipicios de balcón.




Estampando el suelo por las escaleras del amor, quebrando el duelo para que exista un ayer.
Compuesto entre tantos temblores, replicando cosas nuevas para aprender.
Un eclipse de los dedos, el semblante junto al fuego para que nos veamos la piel.
No trato de decirlo, tampoco me detendré.

El estar ahí en el paso del tiempo, una noche a la vez.
Sonríes cuando sientes las cosquillas en los miedos, no hay culpa en los segundos ni en los silencios avergonzados.
Sobre el por qué de los días no me pregunté, me quedé hablándole al viento y al mar.
Amanecí sobre playas abrazado a soles que tenían llamas en los labios.
Arden las palabras, bailan entre mañas y deseos.

"Entre tanta noche acompañando la luna encontré lo que quería por tranquilidad, entre las islas de tus ojos conocí la belleza del ayer. Cada una con su propia tonalidad, cada una con sus cicatrices, cada una conquistando lo que se cruza entre sus precipicios. 
Marcas color café tenía el camino que tomé, que lleva al puente hacia el archipiélago. 
A marejadas de intentos encallé junto a las rocas de tu pelo y tomé una siesta para despertar. 
Llegué tantas veces como me fui, pero despedidas como éstas no recordé
Un continente en medio del iris, excursiones improvisadas que se convierten en odiseas. 

Un viaje de final y principio, de muertos y recién nacidos. 
De balcones con nuevos sentidos y tormentas entre los dientes. 
Un idioma para compartir el recorrido, un mapa con flores sobre el corazón.
La vida como revuelta del destino, tu voz: la calma y la tempestad."


 

lunes, 24 de agosto de 2015

Cuarta Isla: Adicciones del corazón.



Camino a un mundo lejano, que se halla a la vuelta de la esquina, que no tiene paradero.
Sobre buses sin pasajeros, fluyendo entre vasos como hormigas, sentados entre todo lo ajeno.

Con la tripa saltando de emoción, la silueta de la mejilla, cantando el silencio de los muertos.
Soltando toda amarra del intelecto, la mano firme en la pesadilla, enterrados bajo tumbas de cemento.

Penetrante tu semblante, avanzando por las orillas, se acerca a la razón la boca del querer.
Soltando verbos como arte, ángeles entre colillas, de tiempo irresponsable por amarrar la zapatilla.

Asomando los escombros como regalo para el que quiero, quemando miradores en los cerros, castigando la prisa cuando me gana el miedo.

Gastando tardes en consumo problemático de duelos, periférico para quedarme hundido en tus besos.
Copiloto de las madrugadas, felices entre tanta pena, paréntesis sobre ruedas antes de que amanezcan los carceleros.

Apostándole a la risa como terapia para la vida, con el alma dislocada por dejarte partir.
Parir la brisa como cosquilla, militante de las rosas sin espinas.

Revuélvase la sangre para pillar la salida, imprima recuerdos por si se le apaga el sueño.

"Tenías los dientes apretados y las uñas empuñadas, tenías la pupila cubierta en llamas  y los zapatos rellenados con tus des-hielos. Tenías canciones en la radio para bajarte la ansiedad, tenías fiebre en el pecho y enjambres sísmicos por toda la ciudad. 

Tenías ganas de quedarte fuera del sitio que te querían heredar, tenías ganas de escribir nuevamente el principio. Tenías el rosario colgando sobre el cuerpo del deseo, tenías tanta fuerza que chocaron los astros en el cielo. 

Tenías tajos para mi tela, tenías adicciones en el corazón.
Tenías tantas historias en las venas que me aprendí de memoria tu palpitar.
Tenías sensibilidades como regalo para los locos como yo.
Tenías colisiones planeadas como ejercicio de liberación.
Tenías tantas cosas, incluyendo mi atención.

Tenías sin llave la puerta, tranquila porque nadie nada te puede quitar." 

jueves, 20 de agosto de 2015

Tercera Isla: Reflejo del ayer.




1.
Amanecido sobre la noche, recostado sobre el corazón para sentirlo palpitar. Quise encarnar los sesos en todo paseo callejero, quise ir a darme una vuelta y buscar perros como amigos.
Acontecido entre reproches, esquivando los resortes del colchón. Quise callarme los pensamientos para escucharte los ojos, quise detener los días para que nos volvamos a ver.

Derivado por desvíos entre estrellas y el reflejo de los cerros sobre la piel. Encajado en conversaciones entre palabrerías y pucheros del deseo, fui dios sin eternidad, fui cuento en un trozo del paladar.
Me quedé pegado sobre los mandalas del estero, compartí el instante para que nos dure un poco menos. Saqué la fuerza de mi lado más blando, le conté los lunares a las nubes y tuve el regalo de la calma en pleno vuelo.

2.
Tanta distancia para protegernos de la propia mano, tanta vida que no cabe en el ayer.

3.
Crecí optando por secarme la sangre entre los dedos, por encender las flores con los labios y presentarme como precipicio.
Caminé para saber que el borde también es nuestro, caminé pensando que la pena no se pasaba, que las coincidencias son todo aquello que nos pinta una raya en el retrato.
Conocí el chiste en mi propio fiasco, fui la visión de un mundo ciego hundido entre sus ceros.

4.
Porque cuando se aparece tu cara ya no hay prisa para nada, porque el viento nos silba la duda entre los pelos.
Porque entre tus piernas se encuentran los santos y sus misterios, porque desde tus hombros fluye la vertiente de los goces sobre la espalda y sus peldaños.
Por detenerme en este suelo donde no se dibujan cuadrados, por gastarme lo que tengo en el intento de volverlo a recorrer.
Por hacer del agujero un espacio lleno de fuego, por usar los dientes como matadero de verbo naturalizado.

Ser, desde esta orilla, el horizonte mismo.
Nunca al alcance de los dedos, tatuado entre sol y los océanos.
Invisible en el negro fondo que le hace sombra a la luna.
Como un rastro sin idioma ni sitio.

Zarpando lejos hacia adentro, sin rumbo fijo que el continente nos saldrá a encontrar.


martes, 11 de agosto de 2015

Segunda Isla: El mañana es ayer.



De la misma forma que aquí el mañana es ayer, lo que será es lo que fue y el principio es el final. Porque el tiempo se mide en la cantidad de gotas de lluvia que caen al suelo durante un beso, porque la falta que haces se mide en las veces que te pienso.

Con las tardes entre llovizna y mis dedos entre las esquinas de tus labios, ya llovió mucho antes lo ahora está por nevar.
Acostarte junto al fuego, destaparte las piernas para sentirte temblar, sacudirnos aquello que está por venir con la mirada que me diste aquella vez que nos conocimos.

Ya no más preguntas por elaborar, navegar entre los silencios y las vueltas que nos queda por dar. Así de perdido, sin horizonte fijo, extraviado entre lo que se dijo y las gaviotas de la ciudad. Bajo el cerro flotando entre escalera y fobia a medio superar, entre tanto pensamiento uno basta para recordar.

"Cuando abandoné el bote en la orilla de la playa la vi sentada sobre la arena, justo donde termina el viaje que está por empezar. 

Ella es sirena del inconsciente, una silueta sobre la luna otoñal. Se despide cuando llega, juega a esconderse detrás de tanta falta emocional. 
Los vientos de la isla se mueven según su respirar, el verde de los bosques depende del frío que tenga tras la mente. 

Ella es sol que quema cuando atardece, toma la mirada como rehén para conversar. Ella muerde sin los dientes, arranca trozos del alma como rito final. Entre sus vértebras anidan las aves que arrancan del continente, una nube en cada pestaña luce al despertar. 

Ella que mira tras los lentes, que vive en las alturas para que las olas rompan en sus pies. Ella que es fiebre transparente, clava la pupila en la llaga y se duerme entre arrecifes de coral. Avanza entre tanta norma indiferente, combate la generalidad con su sonrisa, le canta a las estrellas con emociones desafinadas por tanto golpe patriarcal. 

Ella es bala en pleno vuelo, lágrima que cae para inundar, volcán que empuja los calores con inquieta facilidad. Pez que nada entre calles y edificios, serpiente que envenena con un tibio abrazo las noches en soledad. 

Ella que tiene disfraz para escuchar, es nunca y casi-siempre, entra y sale de la nada como si el cielo fuese su hogar. Ella que es el borde de mi muelle, que es la ola golpeando la piedra inerte. Ella que guarda perlas bajo la lengua y florece en pleno temporal."



martes, 7 de julio de 2015

Primera isla: Tempestuosa calma.






Tal y cómo queda impresa la huella de lo impuesto, allanamiento del corazón, inserto tan adentro el puño como tus ojos en mi habitación.

Tan mía siempre esta condición, tan amigo de la despedida. Empañadas y a la vuelta de la esquina descansan las buenas intenciones y las tardes por quemarnos en sudor.

Mañanas sobre la arena, noches bajo el sol de nuestros invasores.
Somos la tierra bajo nuestros dedos, somos los que mueven aquello que ha muerto un poco más allá.

Tormenta de sabores en cada mirada, no jugamos a gobernarnos: nos jugamos en cada beso la libertad. Esa que me junta el ombligo con la intimidad, que me descentra para preguntarme cuánto vale la identidad.

Que a todos nos falte algo no significa que tengamos tanto por llenar.
Que devengamos en polvo significa que podemos sembrar.

Dejarnos pasar, no sin hacer un trueque de pestañas.
Dejarnos estar, entre tanta razón un poco más de vueltas para enredar.

Tan erosionada la carne por las manos que se puede leer con la luz apagada.
Como ciegos en plena luz del día cuidando de no perderse el paisaje.


"Marcaban las doce las campanas y la luz fría de esa mañana de invierno asomaba con  no quedarse después de almorzar. La mesa de la oficina brilla de lo vieja que está y el olor de la madera mezclado con el humo de los autos compensan las ansias que tienen de salir a tomar un poco de aire. 

Suena otra vez la puerta al otro lado de sus tímpanos:

-¿Y eso le recuerda a sus papás?

-No, a mi casa. Al desorden de mi casa.

Guardó silencio un momento y sintió una leve herida en su nuca soltar una gota más. Como si fuera una avalancha de sílabas y colores se llenó de distancia el encuentro entre esos dos. Las evidencias al respecto de sus vidas fueron secretos que quedaron por contar, pero se hallaban tan perdidos cada uno en la pregunta que nos olvidamos de nombrar quién era que preguntaba y quién era que pensaba en sus papás."





martes, 14 de abril de 2015

Cabotaje.



Esperé que la pestaña dijera todo lo que tenía que contar, me ubiqué en la esquina de la medianoche y guardé bajo la lengua lo que quedaba por improvisar. 
Tan tranquilo que se sucedió el ascenso a punta de risa y amistad, tan honesto que temblaba de sólo verle la sombra a un gato circunstancial. 

Viajamos sobre nuestros cuerpos, vibré con las luces de los cerros, contemplé el museo de los murales meados, me conmovió la noche con sus ganas de iluminar. 

Volví a sentir que nada me faltaba, la escena proponía completarse después de tanto divagar, y me levanté entre tantas escaleras, entre tanta curva que atraviesa las galerías que miran al mar. Cerca de las ruinas de una luna que se quedó junto a los encarcelados fue que nos detuvimos a palpitar, a mirarnos el reverso de la nuca y preguntarnos por las respuestas que no se pueden hablar. 

Las mismas veredas, algunas casas habían cambiado el paisaje de sus ventanas, pero todo para vernos saltar desde el acantilado de la memoria hacia otras formas de habitar. 
Intentamos vengar la suerte de nuestros días, intentamos vengar los dolores de la historia que escribió tras la pólvora.
De un nudo a otro, como si la vida misma se retorciera y extendiese a lo largo de las horas, como si se evaporaran los trozos de vidrio del suelo y lloviesen espejos sobre la ciudad.
De un nudo a otro, un viaje para cerrar.

"Como si te conociera, como si algo de ti supiera, salgo a buscarte para ver qué fue lo que encontraste mientras yo estaba por llegar. 
No ahora ni mañana, puede que ayer haya cabido la oportunidad.
No antes ni tarde, cuando lo pude nombrar.
Asalté con mis dedos la fantasía que nos llevaba a derretirnos sin quemar
Allí, en las horas mas arrugadas y oscuras, fuimos algo más."

domingo, 11 de enero de 2015

Corazón de puerto.



Sentado por ahí en la playa, intentando prender la saliva cerca de la orilla, recostarme sobre la arena que no brilla cuando el mar se pone a bailar.
Tanta fuerza en los momentos, tanto revoltijo de sensaciones que se hacen amigas y eligen crecer tomando la forma de tus cabellos. Allí se inscriben mis caricias y sudores, en las curvas de su castaño, allí son los verbos que te quise regalar.

Se hace liviano el cuerpo en los segundos terremoteados, en la misma sacudida, en el salto del borde hacia el paso de los años. Hacernos más viejos quizás desde lejos sea una historia que no se contó.

Será que las olas no siempre encuentran fotografías a su llegada, será que las bocas digan para que no las oigan, será que el reflejo no es más que los miedos no enfrentados.

Me siento sobre el serpenteo de la noche, sobre los calores del verano, sobre el sano juicio de recoger los sueños desde el piso. Y respiro.
En cuánto viví te sentí, en esa paz durante el encuentro y la despedida, el empuje que nos separa, pero nos permite la opción de la felicidad.

Encendí el cotidiano, hice de mi respiración la neblina del puerto, me busqué en la nube de mi pupila y me encontré tranquilo, me hallé agradecido. Miré la noche patas pa' arriba y vi que las olas te bañaban la frente, entendí que a la arena la mueve el viento.

Las piedras se rompen para que podamos sentir frente al mar.