Tuve la imagen de haber pateado una piedra hasta lo más alto de la cruz, soltar los clavos del trabajador, y cortar el aire del que nunca había fumado. Por que tal vez los perros sepan más de colas que esos que hacen como saben de lo humano. Salir hacia lo nuclear, como si existiera algo que palpita en el pecho encarcelado, algo que brilla dentro de la lengua de la virgen, una potencia de convertirse en menos de lo que somos, una intuición de que el mundo no es más que una poesía escrita en multiversos.
Esa espiral de hambre que nos lleva siempre al mismo vaso de ron, esa ausencia que tengo por no ver lo que hay detrás del sol. ¿Dónde estarán tus labios cuando yo esté del cuello colgado?
Arriba las manos que este asalto será una fiesta, somos los hijos de lo que vaya y lo que venga, dos cucharadas de sopa para pasar el frío, un beso enterrado en el lodo para la terapia con espinas, en mi cuerpo habita un creador recién creado, un domingo soleado a la salida de la cueva del diablo.
Porque las calles de la ciudad infinita están malditas, los pasos del inválido nadie los recordará. Yo te recomiendo ponerte la corona más abajo de la cresta, entre las cuerdas de la guitarra y los agujeros del corazón.
La pistola disparando el clavel, figuras de acción de carne y hueso, explosiones en las articulaciones eróticas, carrera cabeza abajo, con la pena puesta en el dolor. Diga lo que diga, cada uno compra su propia mierda, y que se me acabe el mundo, pero sin modestia. Soy el que viaja sobre los cachos de la bestia.
Por no venir se traicionó, desapareció y no nació. Pero fue al revés, avanzó hacia atrás y lo que lo llamó se le perdió. Nunca escuchó lo que aprendió, sangran los oídos cuando te escuchan rezar, vomita la moral cuando me ve pasar.
Rompió el disfraz y se deformó, natural el ojo de la pasión. Un orgasmo entero de historia, estremecer el pilar mental que sostiene un centro comercial donde tu cerebro debería estar. Apagar la estrella polar para ahorrar energía solar, calentar al hermano con la saliva, alimentarse con la carne maternal.
Censurar el pensamiento conservador, descansar el bolsillo una vez al mes, arrojarse escalera abajo para llegar al mar, cortarle las manos y la lengua al dictador, pintarle un color al edificio que maneja la nación.
Hoy, tanto como ayer, fui más que mañana. Me compuse en la descomposición, tiré algo más al espacio inter-neural, arrojé un neurotransmisor emocional.
La visión empañada de tanto llorar, el entierro del que nunca fue, ese escondite que siempre te sostuvo al caer.
Arden las nubes sobre la divinidad, arrojado el ángel a su suerte. No sé adonde voy o donde debo recogerte. Perdido sin tenerme, en el absurdo suicidándonos de las manos, drenando las cabezas desvalidas de razón, con la soga al cuello sonreímos esperando el perdón del primer amor.
Desarmando el pestillo del pantalón, ensuciando el cuerpo con jabón, ningún dios en mi palabra creyó.
Y ahora que vuelvo a morir, puedo decir que estoy, tanto en tu mano como en tu risa, tanto en la semilla como dentro del cajón.
Siento que mientras más me miras, más te engañas.