martes, 17 de mayo de 2011

Ha sido.


Casi como un pensamiento rutinario, el incomprensible hecho de comprar las mismas figuras en la herida irreal, de hacer reventar el corazón con los ojos cerrados, de nacer con el cuerpo adolorido y cansado.
La sangre intoxicada y la mirada abandonada, disturbios en las calles de las manos, montañas que caen del cielo al mar.
Razones de sobra para frenar la vida con un suspiro, para decir nada que nos pueda matar, para observar el mañana con los ojos que tenía al momento del parto sentimental.

Decolorados los recuerdos, silenciadas las voces de los perros anónimos de la obscuridad, crecen las ramas para cubrir la cavidad mental.
Pero, y a pesar de todos los veranos sonrientes, el invierno sigue moviendo las extremidades con las nubes lloronas. A pesar de todo, sigo amando el gris.

Dividida la mariposa en un millón de espejos que no reflejan todas las siluetas albergadas en las pestañas del ciego. Nunca es lo suficiente bueno, nunca logra ahorcar con las uñas limpias, nunca existió eso que tanto los hizo arrodillar.

Fábulas y pesadillas al mediodía, el camino transparente no se deja caminar. Apagar la noche, estallar la ciudad con cartas al sol, atacar lo social con ironía, morderte para no dejarte escapar.

¿Cómo era yo antes de nombrarme?

"Pero no logro recuperar todas esas letras que van dibujándose siempre desiguales, siempre ajenas, siempre perdidas. Extraviadas en un tiempo que ya no existe, en un segundo enterrado, en una soledad tan cómoda, que termina por enamorar."

domingo, 8 de mayo de 2011

Desorbitado...


Cuando pasan los pies calcados por mis manos agrietadas de tanto rasguear tus cuerdas orales, siento que el mundo se viene abajo. Casi con un beso descontrolado, respiro lo ahogado, lo muerto y olvidado.

Una revuelta pacífica sin líder nombrado, asaltando con armas la nada, buscando con desesperación una de tus miradas. Enamorado del metro cuadrado, del desorden acoplado con tu corporeidad, de tus ganas silenciosas de amar. Somos uno, tanto que la coexistencia deja de ser mental.

Sácate la ropa para que puedas mirar, calla que no queda mucho por hablar, convierte en tuyo lo que parece limpio, búscame sin pensar.
Allá entre los momentos mal logrados, los dioses agrietados y el segundo sujetado descansarás, con las ideas abortadas, las letras reventadas y el cuerpo desplazado.

Un altar de carne y hueso, sin luz para la nacer, sin ayuda para volver. El inicio está en la mitad, un año y algo para que me vuelva a juntar con la silueta que el espejo no puede disimular, el dedo incendiario con la uña enfurecida de tanto cantar, dos sonetos sólo te lograrán amarrar.

Es esta la botella dentro de la carta, el mar sostenido en la arena, el regalo envuelto al revés. La otra mitad por vivir, traerte al mar para que no vuelvas a doler en el frío de la neblina otoñal. Y la llama a flor de miel, las ramas de tus sueños con metáforas se dejan envolver.

Aullando, tu rostro intenté morder.
Apagando, entre buses te busqué.

Fuerte el abrazo cuando no quieres perder, largo sueño al momento del sostener. Una niña que baila en tu vientre, una sonrisa que se te escapó al amanecer.


martes, 3 de mayo de 2011

Pedazos...

Casi como si el pensamiento fuese igual de fugaz que el vuelo del pájaro que viaja hacia el sol, una elevación hacia lo más básico de la emoción, el cuerpo sigue vivo a pesar de la orden que legisló la razón.

Entre peticiones tontas, esperanzas de algo menos peor, una cama para compartir entre los dos. Esos impulsos de desnudarte por la noche, de empujarte contra la muralla para que no puedas escapar, sacarte una sonrisa y así ya no haya tanta oscuridad.
Levantar montañas a tu alrededor, hacer florecer la noche a besos, dejar descansar la hiel.
Limpiarle las orillas de la lagaña, tomarte por los ojos y llevarte a un lugar que no puedas olvidar.
Quebrarte los pies a canciones, acurrucarte los miedos cerca de mi corazón, soñar con desafinarte la respiración.

Ocurre lo que nunca se esperó, se escribe lo nunca leyó, cambió lo que nunca pensó.
Se mezclan los colores, la espiral cae cabeza abajo alocada, dejé en un asteroide todos los cuentos que un día mi perro escribió.

Cerrarte las heridas del pantalón con pedazos de ilusión, reventar los límites que el animal dejó, arrasar con la maleza que se acerca por los bordes del temor.

Nuestro será lo que queda en el desorden de la habitación, tuyo será mi ocaso, míos serán los pedazos de tu pantalón.

Esquizofrenia...


Tuve la imagen de haber pateado una piedra hasta lo más alto de la cruz, soltar los clavos del trabajador, y cortar el aire del que nunca había fumado. Por que tal vez los perros sepan más de colas que esos que hacen como saben de lo humano. Salir hacia lo nuclear, como si existiera algo que palpita en el pecho encarcelado, algo que brilla dentro de la lengua de la virgen, una potencia de convertirse en menos de lo que somos, una intuición de que el mundo no es más que una poesía escrita en multiversos.

Esa espiral de hambre que nos lleva siempre al mismo vaso de ron, esa ausencia que tengo por no ver lo que hay detrás del sol. ¿Dónde estarán tus labios cuando yo esté del cuello colgado?
Arriba las manos que este asalto será una fiesta, somos los hijos de lo que vaya y lo que venga, dos cucharadas de sopa para pasar el frío, un beso enterrado en el lodo para la terapia con espinas, en mi cuerpo habita un creador recién creado, un domingo soleado a la salida de la cueva del diablo.

Porque las calles de la ciudad infinita están malditas, los pasos del inválido nadie los recordará. Yo te recomiendo ponerte la corona más abajo de la cresta, entre las cuerdas de la guitarra y los agujeros del corazón.
La pistola disparando el clavel, figuras de acción de carne y hueso, explosiones en las articulaciones eróticas, carrera cabeza abajo, con la pena puesta en el dolor. Diga lo que diga, cada uno compra su propia mierda, y que se me acabe el mundo, pero sin modestia. Soy el que viaja sobre los cachos de la bestia.

Por no venir se traicionó, desapareció y no nació. Pero fue al revés, avanzó hacia atrás y lo que lo llamó se le perdió. Nunca escuchó lo que aprendió, sangran los oídos cuando te escuchan rezar, vomita la moral cuando me ve pasar.
Rompió el disfraz y se deformó, natural el ojo de la pasión. Un orgasmo entero de historia, estremecer el pilar mental que sostiene un centro comercial donde tu cerebro debería estar. Apagar la estrella polar para ahorrar energía solar, calentar al hermano con la saliva, alimentarse con la carne maternal.

Censurar el pensamiento conservador, descansar el bolsillo una vez al mes, arrojarse escalera abajo para llegar al mar, cortarle las manos y la lengua al dictador, pintarle un color al edificio que maneja la nación.
Hoy, tanto como ayer, fui más que mañana. Me compuse en la descomposición, tiré algo más al espacio inter-neural, arrojé un neurotransmisor emocional.
La visión empañada de tanto llorar, el entierro del que nunca fue, ese escondite que siempre te sostuvo al caer.

Arden las nubes sobre la divinidad, arrojado el ángel a su suerte. No sé adonde voy o donde debo recogerte. Perdido sin tenerme, en el absurdo suicidándonos de las manos, drenando las cabezas desvalidas de razón, con la soga al cuello sonreímos esperando el perdón del primer amor.
Desarmando el pestillo del pantalón, ensuciando el cuerpo con jabón, ningún dios en mi palabra creyó.

Y ahora que vuelvo a morir, puedo decir que estoy, tanto en tu mano como en tu risa, tanto en la semilla como dentro del cajón.
Siento que mientras más me miras, más te engañas.