Se levantó y la miró, no pudo sonreir. Siquiera lo intentó, no tenía ganas de sonreir, se sintió satisfecho y tranquilo, pero no necesitaba una sonrisa. Ambos se entregaron distintas cosas, fue un intercambio justo, sin desniveles, ambos dieron lo mismo que recibieron.
La miró y acarició suavemente su espalda desnuda, le besó el hombro y sacó del bolsillo de su pantalón una cantidad considerable de billetes, la dejó sobre el velador que estaba junto a la cama y le dió una última mirada de reojo a sus cabellos.
Se alimentó con su cuerpo, sació su sed con su sudor y llenó sus venas de placer, pero ahora era tiempo de marcharse, siempre llega el tiempo de marcharse, ¿para qué intentar evitarlo si llegará de todas maneras?
Cuando se abrochaba su camisa extrajo un marcador negro de su chaqueta. Se acercó a ella y comenzó a escribirle una carta en su espalda, lo hacía con determinación, sin dudar, cada palabra estaba pensada de antemano, todo estaba pensado de antemano.
"Quisiera amarte, quisiera hacerte la mujer más feliz, pero tú solo sirves para satisfacerme, y yo para llenar tus bolsillos con dinero, así pactamos nuestro contrato, así lo quisimos desde el primer momento. No hay para qué llorar, cariño. Eres una esclava más del dinero y yo un esclavo más del deseo. ¿Cuán abajo puede llegar a caer el hombre?
Nunca olvidaré tu cuerpo, suave como la seda y cálido como el fuego de una hogera. Unas curvas perfectas, recorridas y perfectas, creo que en fondo me das asco.
Siento que me has sido infiel, cuando nunca te pedí fidelidad. No te quiero volver a ver más.
Ve y busca más clientes, que yo seguiré buscando más putas. No eres más que un juguete de tu propia libertad. Y me estás sofocando, me estás matando, estás alimentando mis placeres más animales. ¿Podrías dejar de hacerme mal? ¿podrías dejar de ser tan hermosa? ¿podrías cobrarme un poco menos, si mañana te vuelvo a buscar?"
Se puso de pie junto a la cama y lanzó el marcador al suelo, sintió como se le quebraba el corazón.- "Es el precio a pagar por un poco de sexo sin amor.."- pensó resignado. No se arrepentía, de hecho lo volvería a repetir una y otra vez, solamente que el adiós siempre duele.
"Me estás haciendo demasiado mal.."- Susurró y prendió un cigarrillo mientras observaba el trasero de aquella mujer.
Siguió fumando su cigarro mientras intentaba recordar todas las imágenes que anoche guardó mientras hacía el amor con esa mujer. Recordaba que ella lo besaba con pasión, recordaba que hicieron cosas que él nunca llegó a soñar, recordó todas esas frases excitantes que ella le susurró al oído, pero no pudo recordar su nombre, tal vez ese nombre con el cuál ella se presentó nisiquiera haya sido su verdadero nombre.
Le dió una última calada al cigarro y lo lanzó sin apagar sobre la almohada, cuando se aseguró que ésta había prendido le dió un beso en la boca y salió sin mirar atrás.
"¿Por qué no nos sentamos todos alrededor de la fogata y comemos de este cordero que se ha incinerado por nosotros y por nuestro jodido instinto sexual? ¿Por qué no tostamos nuestros corazones sobre la llama de la razón y devoramos la carne jugosa de amor pasional y especial? ¿Por qué no nos ahorcamos con las buenas intenciones del mundo y dejamos que respire por un momento sin nuestra culpa sobre sus espaldas? ¡¿Hasta cuándo, mierda, voy a tener que seguir esperando por el final?! ¿Cuándo, joder, las estrellas se apagarán? ¿Cuándo será el día que dejaremos de soñar?..."- Pensó en silencio mientras salia del edificio. Y cuando se volteó levantó un poco la mirada, y vió el humo salir por la ventana de la habitación donde pasó la noche, sonrió.