sábado, 11 de febrero de 2012

Carta al olvidado.

Desearía recordar tu nombre, tu norte risueño y las manos al filo, pero se me hace imposible recorrer las calles con las mismas pestañas, con tus caras cansadas y mareos de vino. Opaca la noche cuando la luna habló, y de ahí no te volví a ver.

Me tomó la vida sin permiso, encorvado y perdido me aprecié nacer. Han pasado muchos hombres por estos ríos, muchos abusos cobardes, mucha boca que miente y vende la cola al más elevado, del niño embarrado sin orgullo, de las jaulas con sillas y los doce muertos que devoramos.
Aprendí a gritarte el miedo, a seguir vivo podrido, al tocar el pulmón con nicotina.

Fracasamos las mañanas, quemamos las tardes y sudamos picante de tanto correr. El suelo sin atajo, las mismas calles nos quitaron la libertad.

Así se nos fueron los años en tu ausencia, en los lamentos de arena, la culpa triunfante en voluntad. Me arrastré para cicatrizar, volé por sobre una mujer excepcional. Me encontré en las cuerdas, me entoné en ironía y el ojo quebré.
Me crecieron plantas en la cabeza de tanto interpretar, enredaderas marchitas con forma de espiral.

Nos tocó el final, la ausencia era más grande que la mentira sin manto. El mundo nos fumó como niños cansados de tanto amar, avanzamos por luchas que reviven la libertad, volvimos a ser lo que nos tocó acompañar.

Te seguí buscando en un pedazo de cielo, te seguí buscando entre estrellas en duelo, te seguí buscando casi como un anhelo.

Despedirme es un volantín que aplasta la nube primaveral, es complejo hablarte cuando te vas, cuando la opción es fibra de abismo.
Reconocí tu foto sobre mi altar, dispuesto a sentirte como un tiempo atrás. Tal vez esa inocencia pueda volver a comenzar, tal vez te quieras quedar.

Dirección equivocada, pedazo de la muerte enajenado, estarás cuando quieras estar.

Mis motivos son tan claros como sus sonidos, mi habitación ya no te huele más.

Sonrío y te apagas vivo.
Sonrío y ya no tienes destino.
Sonrío cobarde y te alzas.
Sonrío muerto y flores me vienes a comprar.


Adiós, hasta luego.

viernes, 10 de febrero de 2012

A ti.


Buscarte es lo que yo elijo, es mi horizonte perplejo que mientras me hago viejo te veo en mi reflejo. Aunque sea imprudente pensarte sin mundo prefiero dibujarte algún perfecto futuro. Explicarte en letras es cerrar la puerta a tu voz coqueta, a tu mano inquieta que tapa el sol a suspiros y cubre el puerto con nubes sin suerte.

Florece la vestidura del silencio errante, mis hijos están muertos, mi padres tienen hambre. Yo te desnudo la piel y con acordes te fecundo la nuca viuda.

Intento proponerte que me cierres los ojos cuando ya no pueda mi trabajo, cuando la casa se haga pequeña, cuando el frío nos lleve a tomarnos un vuelta en abrazos.


"Tú sigue sonriendo que yo seguiré corriendo, que me paro en el horizonte para mirarte de antes, que muy a menudo cuando faltas se para el mundo.
Ni rosa ni biombo tengo para regalarte, ni serpientes hablantes ni siquiera uno de esos volcanes.
Solamente mi boca hilarante para que tu descanses."

Para existir.




Se miró el perro la cola y rió, verde la cama para poder dormir. Belleza para afirmar lunas sobre la violencia del fijar, vivir lejos del pueblo imaginado por el jardín con cadenas.
Me hace soñar con el pez del mar, el infinito a escamas adolorido en armas; entrando por la puerta con la letra disimula una risa luminosa sobre el ataúd de pestañas, de la desamparada en lo neuronal.

Incendió la costilla y permaneció, anulada por la madera, astillas del pecador en el creador. Sin reyes ni animales, sin barnizar. Profetas del ruido, del peldaño inquieto sobre el color. Mala fue la conclusión al empezar el final, marginal fiel a su corazón que no sabe olvidar.

Brillaste sin cuerdas ni aves, las carnes del festival se comparten en soledad. Tu infierno me borró, le permitió sentir al infantil. Para resistir dos cosas, una vida con amor, un ojo hermano y una piel al riel. Ayer fue cuando nos soltamos para amanecer, las cortinas bajo la casa, uñas que desinflan verdad. La inyección del loco es el momento para perdón, doble negación, una cabra que es pastor. Llorar y tocarte sin encontrar, elección de sospechoso que no esconde el dolor.

Gritar al pisar la opresión, el destrozo amoroso que deja liberación.
No quedó otro momento, se deshizo el temor.
No más nos solíamos sentir, solamente decir que aquí el uno es en dos.

El puerto del niño, habló sin canino, miró el agujero de la divinidad, se fracturó el cielo al fumar.

Llamas.
Gatos.
Asuntos.
Estás.

Miel en el papel, tus piernas y las mías hacen acordes arrítmicos. Un ocho afuera del canal, rivera del río para pensar. Si te juntas con el mar se inunda el sol más fugaz.

Sobre el pelo al aire fluye tu voz, te quitaste el seso y me viste partir, me viste parir la flor desde lo que soy. Me voy sin vena, me voy en bote hacia el callejón.

"Carnaval de los hijos absurdos, bombas en mano para pintar la ciudad, sin rostro el libre se deja ver."