viernes, 26 de julio de 2013

Tercera declaración.




Yo recuerdo, lo recuerdo porque lo hago a diario. Casi como una coma dentro de la oración, una marca y una pausa, como un cotidiano, algo habitual.
No, no es pensar, menos iluminar.

Es cargar la cicatriz, es abrir el pecho al cielo para que sobre los ojos aparezcan todas nuestras estrellas. Para desnudarnos lo sujeto, para que palpite el dolor y nos besemos las heridas.
Sin cuidado, no por no saber con claridad lo que hay detrás de tanta sangre sino por la angustia presente al momento de respirar.

Recuerdo el momento como si fuera el presente, los tiempos de la vida nos han llevado a viajar por tantas nubes fumadas, por tantas calles inquietas que no dejaban de sonar.
Sintiendo que a la esquina está toda ingenuidad, nunca buscando cruzar, nunca volviendo para jugar.

Quizá las huellas tengan un sentido en su profundidad, en la arena que quedó marcada por un preciso momento. De todas formas nos perdimos, nos escabullimos en la búsqueda de un labio para comer. Se enredó la lengua para callar, se pintaron las habitaciones para olvidar.

"Lo que es habitar para algunos, para otros resulta en un olvido constante, en una pérdida y sumisión del pasado ante el presente. La vida se sobrepone de diversas formas, pero será que la existencia misma se hace cruel. Desde pequeño afirmado sobre las arrugas de las flores, sentado sobre las espinas, resguardado por pétalos desgastados de tanto amar. 
Cortados los pastos que pintan la sonrisa invernal, reducido el suspiro a su misma soledad.

Si se me quiebra la pupila es porque lamento no podernos encontrar ahora, un poco más viejos, un poco más niños, pero siempre igual de perfecto."

domingo, 7 de julio de 2013

Adentro.

Se inventa el mismo cuerpo cuando se levanta, se ilumina el rostro completo bajo la luz de la rutina, quizás cuántos pasos perdidos, quizás sea que tenemos más existencia dentro de lo prohibido. Al momento de afinar los ojos hacia el horizonte se nos vienen abajo los verbos ineptos.

Nunca me alcanzó la historia para contar todo el cuento, no dieron los labios el ancho para sembrar tanta risa de malintencionado. Blanqueamos el humo en los pulmones, subimos las cejas junto a las estrellas y nos volvimos caminando por entremedio de las piernas hasta llegar bien confusos, como buscando un refugio, como si no quedara mucho por morir.


Y que sea esta letra tanto abrazo como puño, porque eso mismo que pensaste mientras dormiste es el tesoro de la almohadilla. Porque dejamos nuestros cabellos sueltos sobre las costillas, porque fuimos esos que conocían un territorio por amar dentro de sus miedos. Probablemente tan ilusos como ingenuos, tan sueltos que nos bebimos toda carne, tan libres que saboreamos la sonrisa de la tarde malgastada.

Pensemos que sea ese el motivo por el que hace tiempo lloran las venas, esas mismas que guardan huellas y se fuman la retina. Porque pasan los años, se cuelgan las mañanas como sábanas en las ventanas del corazón, se nos arrugaron los huesos por el frío de la ciudad, nos mojamos el recuerdo en las aguas del mar.

Recorrimos las vocales de nuestros nombres como los lunares que flotan en tu piel, empecé a contar otra vez para no perder el número de momentos que nos quedan por perder. Déjame verte por una última oportunidad y así jugar al intento de que las horas no son en vano, que el sentido mismo de la vida está en el brillo de sus ojos cuando miraba el final.