Yo recuerdo, lo recuerdo porque lo hago a diario. Casi como una coma dentro de la oración, una marca y una pausa, como un cotidiano, algo habitual.
No, no es pensar, menos iluminar.
Es cargar la cicatriz, es abrir el pecho al cielo para que sobre los ojos aparezcan todas nuestras estrellas. Para desnudarnos lo sujeto, para que palpite el dolor y nos besemos las heridas.
Sin cuidado, no por no saber con claridad lo que hay detrás de tanta sangre sino por la angustia presente al momento de respirar.
Recuerdo el momento como si fuera el presente, los tiempos de la vida nos han llevado a viajar por tantas nubes fumadas, por tantas calles inquietas que no dejaban de sonar.
Sintiendo que a la esquina está toda ingenuidad, nunca buscando cruzar, nunca volviendo para jugar.
Quizá las huellas tengan un sentido en su profundidad, en la arena que quedó marcada por un preciso momento. De todas formas nos perdimos, nos escabullimos en la búsqueda de un labio para comer. Se enredó la lengua para callar, se pintaron las habitaciones para olvidar.
"Lo que es habitar para algunos, para otros resulta en un olvido constante, en una pérdida y sumisión del pasado ante el presente. La vida se sobrepone de diversas formas, pero será que la existencia misma se hace cruel. Desde pequeño afirmado sobre las arrugas de las flores, sentado sobre las espinas, resguardado por pétalos desgastados de tanto amar.
Cortados los pastos que pintan la sonrisa invernal, reducido el suspiro a su misma soledad.
Si se me quiebra la pupila es porque lamento no podernos encontrar ahora, un poco más viejos, un poco más niños, pero siempre igual de perfecto."