martes, 5 de diciembre de 2017

Límite 6.

Que mi experiencia haya sido la de recorrer años entre paisajes de papeles y lagunas, subidas y eventualidades. Lo que era descifrar tu mapa desde la banca de enfrente, lo que podía ser conversar o equivocarme en qué chiste decir para salir del momento.

Todas esas casualidades, esas valentías diarias de ir más allá del hola, cómo estás.
Todas esas desventuras, todas esas vueltas estaban en mi tatuadas bajo los párpados.

Aprender el oleaje y las marejadas de esas costas, leer de a poco el cielo de esas alturas, dejar de temerle a los perros al pasar.
Lo que quise arropar, mis intentos por girarle la suerte a este incierto fantasma que me acompaña.
Lo que no supe estructurar, eso que se me escapó por el paladar.
Lo que se quedó pegado en la resina de mi garganta, la sangre que no quise derramar.

Que fluyan esas vertientes alegres por tus ojos, que vuelvas a quedarte igual de muda frente a la voz que te erizó la piel, que tus pies bailen libres sobre esa moral. Tienes la luna impresa en tu espalda, tienes una calma entre tu atardecer.

Tu ritmo me enseñó a decir buenas noches,
tu voz: mi canción favorita.