martes, 29 de marzo de 2011

Lo que leí tras tus ojos..


Distancias entre la mano libre y el dolor clavado en tu pecho, entre las ganas de amar y el miedo a la verdad. Pero, aunque dije mucho, no pude callar tu llanto.

Y todo termina siendo considerado como una risa más, como algo que abrigó, como lo que no trascendió, lo infértil, lo individual.
Yo sé que quieres conservar la esperanza de que la noche te borrase todo lo que no te gustó, que te quedaras con la estrella más brillante del día, la nube más esponjosa a la medianoche; pero este no es el caso, y tampoco lo será, porque has elegido una mirada que no entrega comodidad, si no que te invita al caos, te enfrenta al temor, te suelta para que caigas y te sostiene para volver a caer.

Aunque hablemos de ti o de mi, nunca se trata de eso, ni siquiera de nosotros; más bien es hallar la ternura de la destrucción, el instante valioso de la muerte, la inocencia y el juego del niño en un beso.

Entendemos que la prisa no hace falta, llegaremos al mismo lugar. ¿Por qué será que hay tanto espacio en el vacío que la soledad misma no lo puede llenar?
Ah, el infinito engaño para el eterno retorno.

Improvisando algo para no cojear, un bastón hecho de la costilla del ideal, tomando una píldora para extrañarte algo más, cantando cuentos para que los analfabetos puedan disfrutar. Casi como un molino sin su Quijote, como una escopeta sin Kurt Cobain.

Y cuando finalmente llegó el momento para aniquilar, lo que leí tras tus ojos fue en sí misma la minimización del individuo, la grieta que agrieta lo fragmentado en el sujeto y lo revienta en mil partes más, mil sueños parchados con el determinismo, y el cabello peinado al control.

Locura en el ladrido del perro tristón, la sencillez de tu cabello sin cepillar, los errores que traen penas, las penas que traen motivos para volvernos a ver. La oportunidad no se toma ni se espera, la oportunidad uno la da.

"Comprendiendo que en el juego no había nada para ganar, pero sí mucho para perder jugué con una sonrisa en la cara, porque el pobre nada tiene que perder, si no solamente perderse un poco menos."

sábado, 19 de marzo de 2011

Inundación..


Con los perros ladrando el himno de la resistencia del hueso, con los caracoles bailando sobre la sal, y los ojos puestos en el corazón. Nunca falla lo que está al fondo, las tablas rotas del escenario vital, abandonados en la arena con la cruz infiel.
El bebé que no sabe que será del útero, de las piernas marcadas a fuego de pasión, un beso para olvidar lo que dijiste ayer, yo nunca quise crecer.

Se salió el mar en mi interior, bañé el cuerpo en licor para ver más allá, dibujé una línea en tu mano para poder caminar y arder, luego, hacia donde tu silueta me quiera llevar.
Gatea la razón, infantil e inmadura. Las acciones sin reacción, la pregunta que no se quiere responder.

Disminuiste a velocidad cuando estábamos por chocar, te desnudaste cuando hacía frío, ese abismo que junta más y más, ya no me puede doler.
Las uñas largas para morder, la sangre liviana para flotar, la lengua veloz para nacer.

Me diste lo que no quería tener, blasfemé sobre las calles de la ciudad, anocheció con el mismo sol que apagó el amanecer. Las máquinas preparadas para funcionar, el dedo en el gatillo con la muerte en el nudillo, el cañón en la frente para colorear la habitación con las ideas que reprime el cráneo universal.
Bombas en los pilares de la sociedad, alimentar las ventanas con humo de tabaco, asfixiar la moral con las sábanas de un motel.

Derramé lágrimas sobre la mitad del papel para que la tinta fluya hacia la eternidad, me golpearé contra la puerta para abrir el pestillo, porque la luz de la fe brilla sólo cuando te crujen los huesos.
Construí un horario para no llegar, un trabajo sin pagar, un artista sin telar.

Nadaste sobre el mar, te ahogaste y volviste a respirar, se estrelló el cielo con tus cabellos, tembló el suelo con tu dolor.
Una risa que no todo sea hiel, veamos el final de pie, una ola se levanta con la fuerza de la voluntad.

Y abrí los ojos bajo el agua, dejé la toalla para mañana, flotó mi cuerpo sobre el ayer.

domingo, 13 de marzo de 2011

Profundo..


Primaveras sin flores, aniquilamientos para los mutilados, cuerpos arrojados hacia lo estival. Horas pasando sin mucho sentido, sin sentimientos en su reloj, como si arena fuese displicente y no le importara la caída hacia la profundidad.

Deberías llegar un poco más temprano para poder despedirme, podrías demorarte un poco y hacer de mi ansiedad un motivo para no dejarte partir, pero a fin de cuentas un adiós nos espera al otro lado del abismo, una tal vez hasta mañana, un ayer que no amanecerá.

Porque los asientos de la iglesia siempre están fríos y el sacerdote nunca dijo lo que querías escuchar, las oraciones fueron en vano, los niños que no podían gritar. Acomodarse bajo la cama para que el techo no nos caiga encima, arrodillarse frente a nuestra existencia incolora, cosechar la flor que no ha terminado de nacer.

Retirar tus labios antes de que se acabe el beso, cerrar la puerta cuando queda algo todavía por decir, anudar la mirada cuando no has podido pestañear. Una historia para cada minuto, un cuerpo para toda sentencia, un amor para cada desierto.

Música para los que están muertos, y lo que morirán. Música para todas las razones ilógicas, para todas esas sensaciones inexplicables, para tu mirada cuando despiertas a mi lado, para tu silueta cuando te bañas sobre el mar.

En lo profundo estoy, en un grial del cual solamente yo puedo beber, en un libro que yo sé leer, en una vida que nadie más que yo puede vivir.
Matamos para estar muertos, minimizando los movimientos a cero, reduciendo todo peligro al mínimo, arriesgando lo necesario para no tener sed. Cobardes todos aquellos que recorren la esfera por el borde, todos aquello que se satisfacen con la lengua y no van más allá.

Ahora que estoy en oscuridad, me río con locura porque he saboreado el barro y lo pantanoso de mi ser. Abrázame, esta inmundicia será mi bandera de lucha.
Tu cariño, será un campo para florecer.
Mi cabeza, una ciudad para imponer el caos.

Brillaré cuando sienta que hay algo que alumbrar. Nací con la sensación de que morir es el mejor precio a pagar, por verme estallar luego del ocaso, por ser yo el astro que de vida, por ser el omnipotente, por ser humano, por ser un dios mortal.

jueves, 10 de marzo de 2011

Sonreír para sobrevivir..


De una palabra oculta sale la hostil de idea de querer detener un ciclo que hace años atrás comenzó. Los colores de la noche, solidario el cielo que se cae al amanecer.
Pero cuando bailas se deforma el cerebro, los pies duelen y la tierra bajo tu cuerpo no deja de llorar. A veces tengo el presentimiento que danzas para no lamentar, para no extrañar, para poder empezar algo que difumina su final.

Para que las manos den calor, para que el sexo derrote la lluvia de invierno, para que tu boca haga las hojas caer. Y no sé si este viaje me servirá de algo, pero hay una ruta que da la vuelta al sol y descansa en mi mano, en esta palma existiré.

Desistiré, también, de toda esperanza mal hablada, pronunciada por mero miedo a no querer sangrar. Cuestiono incluso lo que está bien.

Pero no me preguntes donde me puedes encontrar, porque no sé si podré volver. Desde la orilla cantaré, casi a gritos para soñar que los peces bajo el agua me oirán, que los árboles aplaudirán sus raíces en el centro de mi corazón, y podré nadar más arriba de las nubes.

Y las estrellas se seguirán apagando, los nombres volveré a olvidar y sonreiré casi por inercia para sospechar que algo de vida me puede quedar. Este viaje soy yo.
Curvada la espalda por montañas de recuerdos, entristecidos los ojos para ver más allá del humo del cigarro, rota la rodilla de tanto golpear el pecho buscando un hogar.

Una ropa para cada día, un color para cada olor, una beso para la flor, una cuerda para el que no sepa hablar. Siembro letras porque no comprendo el ciclo vital, siembro letras porque añoro lo inmortal, siembro letras porque se que te irás.

Sonreír para sobrevivir, como si en mis dientes estuviese la respuesta para apagar el sol.

domingo, 6 de marzo de 2011

Cuando el norte tiene frío, el sur está vivo...

Tal vez en este juicio no sea necesario lavarse las manos, esconder la piedra, ni recolectar los clavos. Probablemente esto es solamente un trámite que es necesario desarrollar, pero no a causa de lo anterior, menos importante.

Quizás sea ese respiro de más el que sabe hablar entre líneas, con los ojos fijos en suelo como si el cielo se cayese a pedazos, pero son otros pedazos los que ya olvidaste ir a buscar, son otras las mentiras que no dijimos por demostrar la mala educación, y la lay la tomamos por el cuello para que no pueda respirar.

Aquel que construye su casa donde se le antoje, a ese que se le mojó la cama con el mar, porque ya no tenemos claro si estamos vivos. Un poco mareado entre tantos rostros lascivos, lo nocivo del crucificado, los oscuro de nuestra habitación.
Podrido el cajón de manzanas, los días sin camino, las voces sin sonido y ya no nos quedan más fábulas para contar.

Porque cuando el norte tiene frío, el sur está vivo. Desorbitada la brújula esquiva, la intuición del que está perdido, el hielo en el vaso derretido, el fuego tranquilo que arde para alimentar la razón del antinatural. Mientras tú te vas sin despedir, yo seguiré comiendo pan sin mesa. Tu misa no pesa.

Un estado quebrado, la música para atormentar este mar turbio que no se deja nadar. Explorar más allá de la frontera temida, disparé a los amigos, abracé lo volátil, cayó la piedra sobre tu sepulcro carcomido, por el tiempo que se cree enemigo, por el minutero altivo, por la soberbia de la edad y la madurez ignorada.

Es tu ostia la primera en mancharse con sangre, la sotana color barro, el sacerdote que da la mano al niño, el niño que tiembla en la casa del salvador, la omnipresencia ausente en la situación.

"Dilata la pupila para que yo pueda penetrar los colores opacos de tu mirar, peina tus pestañas para que yo pueda descansar, baña los labios en miel para que la abeja venga a alimentar las crías que la reina abortó, besaste el aguijón y sentiste frío, te cubriste con las ropas que dejaste de usar, pero no encontraste el mismo calor que te abrigaba hace unos años atrás. Tu casa ya no huele igual, el abismo que nos separa ya no me permite verte. El perro sin cola, el mejor de tus enemigos, el pobre de oro, la uña mordida; son todas las letras que podrás encontrar. Pestañear para anular."

martes, 1 de marzo de 2011

Madurar..


Creo que en una noche como la de hoy, o la de mañana, entendí de qué se trata toda esta espiral. Del amar, y del extrañar. Del perderse y no poderse hallar. Del levantarse y salir a caminar. Del cantar y del llorar.

Como si todo cobrase sentido, tanto como la sal y la pimienta, como el aceite y el agua, como el río hacia el mar. Fluyen los colores hacia el olvido, se mezclan los olores con lo antiguo, se deforma la figura en la sombra del mañana.

Toda una caminata para caer desmayado al final, para que el mármol sea la única identidad, para que las flores sean tus regalos eternos, para que nos podamos marchitar.
Buscar ayuda para salir a flote, encender una vela en la oscuridad de la noche, buscar alguna cuerda que nos sujete al caer.
Soñar inútilmente que toda existencia es duradera, afirmarse a la luz para no temer, escapar de todo lo que pueda doler, beber del pecho eternamente para no fatigar.

Oh, pero qué equivocado estaba.
Oh, pero qué poco brillo tiene mi ocaso.
Cuánta hermosura hay en esta escena gris.

Todos los que fueron y que ya no son, los que son y seguirán siendo y los que nunca vieron mi faz. Ellos son las estrellas en esta noche que se aproxima, son los astros lejanos e intocable, admirables y humanos.
Soy yo este atardecer, este ocaso que va más allá del bien y el mal. Soy yo el ídolo que rompe su molde para deshacerse en mil pedazos.
Soy yo ahora el que comprende, el que dispara el arma con un suspiro, el que baila al ritmo de los latidos.

Toda una vida, todo un desfile y una fiesta, un velorio y una ceremonia, todo un rito y un tabú, todo miradas y pestañas, todo sonrisas y mal cuidada dentadura.
¿Qué sentido tiene dar la mano, si no vas a extrañarla una vez que ya no te pueda afirmar?
¿Cuál es el punto de vivir a tu lado, si no lloraré tu ausencia?

Oh no, en este atardecer no buscaré a nadie para que me saque flote, no encenderé velas a la medianoche, no me amarraré ninguna cuerda a la cintura.
Ahora que el sol se pone me ahogaré, tendré miedo y me reventaré al final del abismo.

Hoy tocaré guitarra para los ausentes y los presentes, hoy callaré para que mis palabras vuelen solas hacia un mundo nuevo.

Hoy he alcanzado mi ocaso, el comienzo del final.

Pero, a pesar de todo, no puedo evitar preguntarme que dirás de este frío de verano, de mis nuevas letras, de mi cabello más largo de lo habitual, de lo que ocurre en el país, y si me recordarás cuando llegue el final.