martes, 17 de diciembre de 2013

Lo que importa.

 
 
Incluso cuando se esconde la luz tras la cortina resulta pertinente volver al presente, recomendarnos la propia boca y buscarse las letras en la sangre. Escarbarse detrás de tanta pestaña y polvillo, sumergirse en esa mugre misma que por las mañanas intentamos lavar.
El flujo de lo inolvidable, lo que atraviesa el cuerpo al revés.

Preguntarme por qué no dijiste lo que yo quería esa última vez que nos volvimos a ver.

Es asunto de estrellas en la habitación, de arenas grises y cuellos alargados.

Resultará que lo más atractivo de mirarte es hallarte con el cabello cubierto de nubes, es la neblina que te acompaña la sábana bajo la cual descanso para calmar. Colgado de los aros que imitan tus labios, de la cuerda que soltaste al hablar. Cuando sugeriste que no nos tocaba el mañana, que era cosa de locos pensar que todo iba a pasar. Nunca avanzar, advertiste, hacia la distancia entre nuestros cuerpos.
Debajo de la manga se escondió la razón, cuando logré llegar a destino y quise irme de allí, cuando dije algo fue para callar.

Primeros en nada, expertos en todo. Sobre lo poco somos extensos.
Medianoche y la llama marca trote, moliendo lo que no tiene nombre en camino existencial.

"Que si el corazón siente la sincronía es porque también es de combustión lenta. (Así mismo el tono de tus sonrisas.)"