viernes, 21 de junio de 2013

Soles que trae el viento.

 
 
Pinturas con nubes en solitario.
Pobre entre tanto revolucionario.
Dibujo la sumisión del fruto al delito del horario.

 
Coloreamos el corazón para sentirnos enamorados, acomodé el espejo después del luto, habité la esquina como vagabundo y me reinventé el mundo. Maquillando la tiniebla del campanario,  armando la unión de los desdichados.

Mi mano que busca su mano dentro del baile de lo absurdo, delito de mis dedos zurdos el soltar las letras como si fueran iguales.

Nos alimentamos en los labios a gemidos fugaces, desciframos la llave para abrirnos las ideas, rompimos los corrales para encerrarnos entre nuestras piernas. Nacimos lejos para dar libertad al encuentro. Así enterramos los muertos detrás del ojo sin su sueño.

El mañana no es tan cierto, nos contamos dioses para sentirnos mortales.
Cuando escurre el beso por las curvas se hace lago sobre tu ropa, vuelve inquieto por la vía del exceso.

Fijamos las migas para idear la silueta del pan, nos hicimos la guerra hacia adentro, trabajamos la tierra en los ojos al despertar. Soltamos todas las palabras, hallamos la luz bajo el mar.
Se viste la lucha de huella en el barrial, dormiste sobre las piedras que quedaron por patear.

"Se baña la luna en el hielo del pasto invernal, se fuman las estrellas en fuego del incienso, nos llueven los soles que trae el viento, nos llueven y mojan el cuerpo de tanta sangre que queda por derramar, de tantas noches por liberar."

sábado, 8 de junio de 2013

Meta-análisis.

 
 
Duele la necesidad, no por la falta en sí misma, sino más bien por el deseo que la funda. Duele, y se retuerce, como si el sol de la pregunta le hiciera algún daño. Se esconde, más bien para recordarnos lo que somos, para vernos las cicatrices y aprender a amarlas. Nos hemos levantado muchas veces ya, incluso el niño sostiene en su sonrisa una amargura social.

Será que los colores no me rozan la cara, será que la estrofa fluye siempre angustiosa y desesperada, desvistiendo la razón, sujetando el fuego que revienta los sentimientos, que explota sobre el techo el corazón. Y por lo mismo considero que sonamos también en el silencio, que callamos eso mismo que puede ser intención. Una historia se desborda en muchas conciencias.

Así mismo, acompañando el paso lento, miré la tarde desde mi ventana. Como si el paisaje fuera espejo de una ausencia que no he podido relatar: el freno de la sangre, el sujeto tocado como cosa, la rabia de la respuesta que no amanecerá. Insisto, hay cosas que ni el mármol logra anestesiar.

Contradictorio el devenir, el transitar y el habitarse. Desperté inepto dentro del mismo temor que maldije durante tanta ilusión, me encontré- ajeno-  al otro lado del ideal. Enroscado entre raíces de papel con tinta de aprendiz. Saqué el aire que su nombre llevaba, pronuncié una lágrima para despedirme del adiós y su calor.

De alguna forma u otra, los momentos que nacen vienen siempre muertos.