sábado, 30 de julio de 2011

Insurrecto.


Una vez que desaparece la noche blanca, la ironía del pensar en despertar muerto sin eternidad, la violencia de quemar lo universal. Convertirse en lo sub-normal, una piedra lanzada al mar, un puño que vive por gritar.

Por favor, sujeta fuerte mi recuerdo, no quiero que te encuentres sola cuando llegue el final.
Somos de miradas e ilusiones, de cicatrices y pasiones, la grieta existente entre tus labios y mi ideal.
Contemos los sentimientos que te mueven, los cuerpos de los pobres, el precio de ser profesional.

No quiero más ver el bienestar teñido con los mismos colores, entre los idiotas y sus ambiciones se pierde tu derecho a votar. Relatarse como la más valiosa institución, de-construir la casa presidencial con un discurso de niños sin edad, ser una oportunidad para los que están por llegar.

Por favor, recuerda con claridad mi mano en tu rostro, no quiero que te enfríes cuando llegue el final.
Somos de luchas y contradicciones, impredecibles y arriesgados, con problemas y sonrisas, el gemido que se sostiene en el aire cuando te imponen la legalidad.

Recurrente la necesidad de anhelar una guitarra con fuerza para derribar al opresor, al que censura el cuerpo sin género, al que oculta la entrepierna dentro de un pecado terrenal, al que vende el río libre y arroja migajas a las masas para que puedan callar.

Camino lejos de este paso, yo no pacto lo social con una firma en un contrato, yo significo la cultura en lo cotidiano, en lo banal.
Que nos cuenten otros cuentos viejos, sin héroes ni libertadores de un pueblo que antes de tener nombre ya no existía más; esa pacificación que no se justificó, esos cuerpos que el mar no devolvió.

Por favor, no olvides que todavía quedan cosas por luchar, no quiero verte decepcionada cuando llegue el final.
Somos de amores y compasiones, de perdones y metáforas sin relato material, un beso que marca la medianoche, una belleza propia de tu rostro invernal, una necesidad de tenerte cerca porque si no estás se me desafina el corazón, y ya no puedo cantar.

"No se trata de que yo esté solo, sino que tú seas mi soledad.
No se trata de que yo no sufra, sino que seas el dolor y el puñal.
No se trata de que yo no muera, sino que la sangre que fluya sean tus sueños hechos realidad."

sábado, 23 de julio de 2011

Lo inter/intra-individual.


Descansa la mano ajena sobre el cuerpo del ayer, lo desconocido se conforma siempre en una espiral de conocimiento que nos llevará hacia lo más profundo de la intimidad. Casi como dos siluetas desnudas que pierden los límites de su corporeidad, fundiéndose en la existencia irreal, en los sueños que quedan por olvidar.

Regalarme, sin dudas ni argumentos, sin libros ni anécdotas por contar. Construir un sujeto que nos pueda vincular, instituir una piedra para poder recordar donde encontrar.
Hay días por morir, y eternidades por recuperar. Nos han quitado lo más propio nuestro, nos quitaron la voluntad, y nos quedamos sentados mirando un horizonte que se aleja cada vez más.

Contar historias de cómo hice para explicarte que no puedes marcharte, así como si nada, demostrando implícitamente lo etérea que puede ser la montaña nevada alzada como un signo de lo vital.

Y así han ido pasando los años, y destruir este preciso momento, es destruirme y destruirte para poder ser lo que siempre quisimos ser.

A un lado quedan ya muchas horas, vagabundas buscando un reloj que cuente hacia atrás, hacia el comenzar. Ubicar el final en la partida, una carrera que todos pierden, un premio al que muchos buscan temer.

Pero, y casi a modo de conclusión, encontré los ojos oscuros, la sonrisa muda y la sencillez detrás de un abrigo que a cada semana cambia su color. Le extendí la mano al sicario, abracé con desesperación una canción que habla de huellas sobre el mar. Restituí la necesidad, el calor de la noche y mesa para dos, me hallé de pie a su lado y pude respirar, con tranquilidad.

Un punto final que comienza a relatar, escribir la niebla con un suspiro, fumarme tus besos en el pasillo de un terminal, buscar lo oscuro para poder entonar algo así como un himno que te traiga hasta acá.

Seguimos escribiendo, siempre las mismas hojas, con el mismo lápiz y la luz puesta en los ojos. Tu viento que me lleva a habitar la mitad de lo que eres, fuiste y serás.
Sólo quiero pensar que al llegar el final, me recordarás por algo que no, solamente, pasó.
La esperanza de ser un accidente, tal vez una casualidad, un resultado del azar, pero que te hace llorar, quizás de alegría o de felicidad.

Espero que disfrutes más el vínculo, que el sentimiento como un ideal.

"Un silencio antes de que empiece la función, la sátira más amarga, el actor peor pagado y la obra con el guión más burdo que puedas encontrar.
Aquí estoy, de pie justo en la butaca que no pude comprar; porque si hay algo que recuerdo de tus labios, es que si se trata de lo emocional no existen notas mal ejecutadas, ni teatros de tercera clase, ni actores lo suficientemente malos. Solamente, y cuando te mires en el espejo del lagrimal, podrás descifrar si aquella escena es, para ti, y solamente para ti, especial."

sábado, 2 de julio de 2011

Caminos sonrojados.


Me está matando el fuego que mueve tu corazón, los ríos sin agua que viajan lejos de toda razón, desde mis dedos hasta convertirse en canción. Volví a cero, desde un disparo la cien. Me muevo, inepto y torpe cuando me quieres tener.
Entre las cejas, tu cuerpo se descolgó, tu sonrisa impuesta con armas de juguete por sobre todo color.

Que si hay una razón para perder el control, está en las líneas del motor. Ese que hace que tu carne baile, te azota y dice lo que otro no te contó.
Conoceré, tal vez, un destello de tu humanidad, una sombra de calor, una cueva sin dolor. Esperaré, quizás, abrir el cielo con tus pies, abrazar la opción de que existe un motivo por el que late mi corazón.

No pretendo más que capturar esa brutalidad de tu mirar, esa fuerza al descansar, los caminos sonrojados que en mi espalda quedarán; marcas al viento, susurro en tu ombligo para que te puedas embarazar.
Amarrarte a la costilla del ideal, recibir el balazo oral, sólo los dos; apagar el sol.

Colgada de las estrellas, avergonzada de la nada, intimidada por el que pasó cojeando. Mirando, los animales sangrantes, mordidos por el silencio, resguardando algo de aire limpio para respirar.

Quédate, sólo así puedo descansar sobre el suelo sin llorar.
Quédate, mi sonrisa te quiere buscar.
Algo con tonos de felicidad, mucho más de lo que pude imaginar.