martes, 27 de diciembre de 2011

Algo casi como yo.


Así como es, pasé la tarde pensando en él, en el suelo sobre sus pies y su sonrisa del ayer. Mañana ya fue, hoy ya se va, aquella noche se apagó el color.

Me resigné al juego, nunca dejé de ser niño ni de encontrar mi cabeza perdida de espalda al neón.

Me enterré sin huellas ni camisa, me senté en la estrella y domestiqué el sol.
Habité el patio y dije lo que pienso sin pensar lo que digo, te besé sin pedirte permiso ni perdón.

No recuerdo mi nombre, descanso en el entierro de mi propia imaginación, intenté ser algo casi como yo.

Confundí con la vida la palabra amor.
Se me fue bien lejos el calor, se me perdió la foto que guardé cerca mi habitación, se me extrañó el verano que recorrió el sur, se me rompió el amigo que creció y me quebré el camino a mi graduación.

Lo único que quiero es ser algo parecido, algo casi como yo.

La flor marchita bajo el césped y el mármol, bajo nuestros ojos, bajo mis cabellos, bajo mi colchón.
Aquella flor que un día fue tan linda que nadie resistió sus manos extendidas hacia el mocoso llorón.

Hoy, aunque me disparen al corazón, solamente quiero ser algo casi como yo.
Ni verdad, ni mentira.
Ni sincero, ni sarcástico.
Ni adorable, ni repulsivo.
Solamente, casi como yo, casi un niño, casi un perro, casi escritor.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Estado del terror.


Sencilla la palabra del que tiene la semilla escondida en sus dinerales, existentes sólo en boca de comandantes, en los ojos del que es reinante.
Sus manos agitantes entran por los oídos del estudiante, fuerte las garras de la mentira que lo arrojan a la cárcel por no promover el terror del almirante.
Apuntan la escotilla peluda del caminante, disparan recto a la nobleza sin preguntarte, color amargo, si piensas te embargo, porque la maldad existe en su bondad, en sus ganas de gobernar los pueblos que se alzan por dignidad.

Plantando bancos en cada esquina, privando al arbusto del sol, al cerebro del corazón. La casa tuya, no es ni mía, no de la deuda, es del que de arriba te mira, con voz de gigante te jura el orden social a costa de vidas montadas en la bomba escolar.

Si crujiese la pantalla no habría un día que plaza no vibrara a punta de felicidad, en la amistad del compadre del riel, de los ángeles sin brillantes, de la maría que aborta por falta de alimento al otro día, maría que aborta al mesías.

No quedaría boca sin estallar en la noche mía de las narices frías, no quedarían bombas para que ellos montaran. Mientras pasan los meses en frente del inocente tras rejas grandes, se fractura la pupila al ver la bala que carga hacia el que humillan, el hombre verde dispara al niño que abraza la vida, las rucas teñidas de sangre vertida por lucha de territorio, por defensa de su cultura, por ver la parcela del señor convertida en bosque libre de alambres.

Y que camine libre la luz que ilumina la verdad sin gobernante, sin agua que rompa carteles reivindicantes, sin gases que impidan al protestante contarle a sus nietos lo barato que está el hambre.
Nos cierran los labios cuando apuntan al militante, nos cierran los ojos cuando se levanta la orilla, cuando las montañas hacen el amor entre cables, cuando los ríos bailan con la represa fría, cuando visten al indígena con jeans y zapatillas.

La sensación del calor en la lengua que ardía por contar la trama de esta historia, el final de toda esta hipocresía de etiqueta fina y sonrisa de mentira. Del sujeto con la banda tricolor bañada en las carnes de esos que murieron por una ciudad sin tanques ni metralletas enloquecidas, del sujeto que predica la pesadilla bajo la cruz del dios que toca niños para crear el amor, para prohibir el condón, para bendecir el congreso y maldecir al peón.

Que venga y que salte el carnaval en medio de las tumbas de esos que aplauden cuando las guitarras vuelven a conversar la verdad.
Que venga y que salte la piedra sobre el metal militar que hace el aire irrespirable, que reprime mi pueblo de la forma más miserable.

Pero no puedes guardar la insurrección activa de un ejército de poetas sin tinta ni cabecilla, de jóvenes pacotillas que van y alzan la bandera gratuita.

No puedes silenciar la mano inquieta que arroja la ley al fuego que arde para calentar la casa del ocupante; la interrogante que revive la historia perdida, que da cuerpo a una lucha de millones de habitantes.

El estado del terror prepara la comisaría para otra jornada invertida en el que cambia las monedas por un plato de comida, por el que se fatiga para que su hija no llore sobre la animita de su hermano que balearon por manifestante.

lunes, 14 de noviembre de 2011

(Trans)mutación.


Y así, sin darme cuenta, y a mis cortos años de vida, ya no me detenía frente a las grandes librerías de los centros comerciales a admirarme con las nuevas publicaciones de "Dan Brown" o de "J. K. Rowling". Ya no encontraba atractivas, o eróticas, las revistas (pseudo) científicas sobre sexualidad o su descripción sobre los puntos físicos específicos que eran claves para hacer feliz a una pareja.
De un momento a otro, los periódicos no respondían a mis preguntas; por el contrario me imponían a la fuerza sus respuestas sobre temas que nunca me consultaron si eran de mi interés.
De un momento a otro, me vi rodeado de hojas manchadas en tinta, de fotocopias a medio destacar y de libros que nunca volví a leer. Me hallé sofocado por "los grandes de la literatura", por griegos, estadounidenses, ingleses, alemanes, y tal vez, un par de biblias.

Entonces, me pregunté: ¿Dónde encontrar a los pequeños de la literatura?, ¿dónde podía abastecerme de esos autores anónimos que escriben a garabatos y son alérgicos a la formalidad? Esos que puedo encontrarme sentado en una plaza comiendo una sopaipilla, o fumando marihuana en alguna recóndita escalera del puerto.

Y sin hacer mayor esfuerzo en mi búsqueda encontré las respuestas que andaba buscando, pero no las encontré en papel ni en tinta, tampoco bajo el timbre de alguna editorial, mucho menos en alguna columna de crítica literaria en la versión dominguera de "El Mercurio"; mi respuesta estaba escrita a punta de aerosol en las paredes de la ciudad, me eroticé con las letras color rouge de una prostituta sobre el espejo de algún baño en un local de subida ecuador, sentí curiosidad con los mensajes de (des)amor escritos en los asientos de los microbuses que diariamente tomaba para llegar a mi casa o a algún otro destino, sobre las mesas en la universidad, o en la conversación casual del patio de la escuela; la encontré en la sobremesa del almuerzo familiar, en las piedras que el pequeño lanzaba a un carro lanzagases, en las explosiones de pintura sobre el asfalto de Pedro Montt con Uruguay, allí estaban hablándome todos aquellos que no tuvieron la (des)gracia de convertir en película su narración.

A modo de conclusión pensé, y maldije, mentalmente a Dan Brown, J. K. Rowling, Stephenie Meyer, Daniel Goleman y muchos otros, por ser los sicarios de hoy en día, los "hit-man" que sin saber, iban asesinando brutal y despiadadamente la identidad de mi ciudad, de mi país y de mi tierra.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Mitología del amor.


Creo que ya nos habíamos rajado lo suficiente, desgarrado tal vez, por más de un momento. Sentía que ya nos habíamos marcado a punta de besos sobre la piel, entre ella y él, entendiendo con claridad que sus nombres no le serían insignificantes, en la vida, nunca más, el recuerdo es fiel. Que una mera sílaba era capaz de disparar la catarsis emocional, la vitalidad fluida sin ríos ni ruidos, a silencio de sonrisa, a susurros entre llantos, entre no pensar y estar ahí por que sí.

Tal vez la referencia al humor, o la preferencia del tumor, permitirían abrir el mañana con el cielo descalzo, nuestras vidas entre recuerdos. Avanzar, así, creyendo en ti, creyéndote todas las declaraciones entre cortadas por sobra de conciencia del amor.
Desde la noche menguante al pasto afligido, la espalda para lo prohibido, mi rostro para lo tuyo, para la línea que quieras dibujar, para colorearte el rostro cuando olvides cómo reír, cuando quieras partir hacia otras manías, otras están perdidas y yo que existo en tu pestaña, en tu iris, en una caricia sin fin.

Desordenas sus apologías, su defensa de la ironía, su lengua jadeante pidiendo un labio para compartir. Tus manos en mi nuca, tus dedos entre neuronas que no estaban allí, entre el lóbulo oral y el fatal. Dormida para parecer más completa, para describir la perfección, sin palabras sino un gesto claro de un abrazo sin avisar, el regalar calor sin pensar más en el dolor arrogante de la culpa ausente de tiempo.

Un acuerdo hablado, el mito de los enamorados.

"Y sí hay algo por decir, es que las leyendas cuentan tus pasos por la habitación, narran lo gris de mi pelo, lo que pasa, se nos pasó y ahora no es más que un recuerdo. Píntame la vida para ti, para la imagen que quieres ver; para verme allí, para vernos en miel."

jueves, 3 de noviembre de 2011

Olvido.


Dejamos las metáforas para otro día, hablamos desde la ironía, el sueño de la incomprendida, pateando la roca río arriba y terremotos de imperfección.
Detrás de la sonrisa surge el viento que levanta el polvo del arrepentimiento, del segundo perdido, las miradas frías sobre el sur nevado.

Si dijiste nadie fue para versar a dios sin verbo, para alzar la mano carcomida por la lejanía del sol, de las ropas desvestidas se levantó una muerte de amor.
Tras las heridas las persianas del dolor, sin pudor ni moralina, sin tus ojos sin los hijos.

Ya olvidé tu olor, tu risa y tu color. Te olvidé entre tardes malparidas y el álbum de fotos del perdón.
Ninguna nube te levantaría de esa caída, ninguna línea le daría sangre al corazón. Son inútiles todos los versos que se escriben a medio metro de la locura, de la más hermosa perdición.

Tomé por el cuello el santo que te resguardó, te dí la libertad con la mía, te entregué las llaves para descansar perdida entre tus suelos y mi voz, entre tus carnes y el cajón.
Desgarré la garganta de plástico con símbolos analfabetos, con significados vacíos para el exterior, con las aguas más tranquilas para nadar.

¿Dónde fuiste tú, que con un dedo tapaste el sol?
¿Dónde fueron tus flores encogidas entre las mañas y ese mundo mejor?
¿Dónde fueron tus lágrimas secadas por la pestaña del calor?
Extraño la luz que brillaba entre tu sombra y el televisor.

Reflectando las camas sobre el telón de vapor, ¿cuál es tu vida ahora que la suerte te quitó la muerte?
¿Cuál es tu edén en donde las aves que sujetan tu vuelo son de tu pueblo?

Se fractura el ojo en la misión del cantor que te entierra en su canción, se fractura en su elección, se separa la distancia entre los dos.
Se anula el sentimiento al recorrer el camino de lo que pienso en la ilusión.

Nunca existió tú, ni yo.


"Pero realmente, algunos pasos me pregunto por qué no conociste esta flor. Faltaste no estuve, cuando el avión no me llevó a casa, cuando la ciudad calló para contemplar los encuentros.
Abajo el telón, la vida se nos perdió."



lunes, 17 de octubre de 2011

Desde lejos...


Deconstruir todo tu cuerpo, con cenizas de lo que venía. El silencio cómplice en la sonrisa, tantas alegrías sin la mía, todos adentro, empieza la vida.

Pateas el viento con la costilla, el ideal semi-perfecto, una vida dentro del color intenso. Tu vida dijo amor, una comida bendita, una relación erudita, unos dormidos entre la razón.
No dijiste a nadie que el perdón era una virtud que defiendes con la mayor presión, que eres la dueña de la vida que no queda todavía por agotar. No sé nada mejor que tus ojos prefiriendo una oración.

La persecución de la vigía, de espacio perdido entre cuerpos, entre miembros de la comunidad del experto, sin ciencia ni concierto, sin arte ni golosina.
Sola eres guía de la perdida, del mármol vestida, la consentida, de la que sin besar se despidió, sólo regaló una lágrima por su mejilla.

Que la lucha no es perdida, no es vencida ni adormecida. Somos cuánto vivimos por vivir, por querer sonreír, por pensar que tus caderas son mi guarida para llorarte con el sordo, con tus vestidos de simplicidad.

Anómala las islas artificiales de la relación, los puentes inútiles que cruzan entre cajetillas del humo del que nervios no compró. Que si soy un animal es para morderte el cuello más sentimental, que te corto el escote con la garra que sabe cantar, las 6 cuerdas de tu cuerpo están acordando besarme bajo el sol, con su hija del cordón de la zapatilla más bestial.

La herida que dejó el que no volvió, que temió la fuerza de nuestra revolución.
Tus piernas permiten que se raye el cuaderno del patio juguetón, el error del que se enamoró. Tú mis letras más tuyas, yo tus besos más míos.

Vuelve al sol del tercer al mundo, vuelve a soñador.

En tus cabellos se escribe la historia de nuestro dios. Mártires en las curvas de tu enajenación.

martes, 11 de octubre de 2011

Tú.


Entro por el norte de tu cuerpo, me escondo detrás del pecho a medio reventar. No busco nada, solamente vengo a recordar(te). No sé si vuelva a ver después de resolver cómo te saludaré esta vez, cómo se escribe el cuento al revés.

Te devuelvo el papel en donde te quise retratar, con letras perdidas y tintas descremadas de tanto doler la ausencia de tu boca sobre mi hiel. Te lo devuelvo para que te quedes con mi sombra, o con la cábala que nos unió los encuentros. Cuando la sangre arde es porque sed tenemos los amantes, sed de nosotros, de comunión, de libertad.

Admirarte, estrella perdida, sin luna conocida y sin mapa reducida. Tus promesas que se esconden hacia adentro por miedo a que el temor las vaya a asustar, de tanta mañana que la soledad te acompañó a despertar.
Despierta(me), no quiero que me faltes al respirar.

La primera bocanada de un suspiro tuyo construye el mar que necesitábamos para escapar, no sé bien de qué, quizás de la misma idea de un mar.
Al pasar las horas llegó tu mano temerosa buscando mi palma para arrojar sus raíces entre mis cabellos, entre mis pensamientos y mi (no)lugar.

¿Cómo caminar la noche más oscura si no está la preferida sostenida en el cielo, mirándome siempre con su ternura de cal, con la independencia que se regala al sonreír?

Sonríe y alumbra desde el universo que estés.
Sonríe y no olvides que todavía un perro te aúlla al pasar.
Sonríe y sujétame que la bala formal me quiere cazar.

Tú, la curva sin final.
Tú, la llave para abrir el viento.
Tú, la calle por donde marcha mi amor.
Tú, la protesta en susurro.
Tú, tan igual a ti.

Y todo lo que pase tendrá tu recuerdo, justo entre el afuera y el adentro.

sábado, 1 de octubre de 2011

Lo marchito de la flor.


Aunque nunca conociste las notas de mi voz, y sólo pudiste con los ojos decir adiós, casi jugando a no doler, a sujetarse con ambas manos del olvido, a soñar con que se nos han agotado los sueños; siempre llorarás sin palabras.

Las cuerdas que intentan buscarte en los recuerdos más agrietados se rompen de tanta saliva que quedó por cocinar.

Fresco el olor a ausencia en mi nariz, sobre mis estrellas no existe ningún dios, no queda espacio para mentiras junto a la luna.

No creo que tus manos se perdieron en el naufragio eterno, no creo que tu boca se secó de tanto callar, no creo que tu calor se va con cada invierno, no creo que no queden fuerzas para internar la mirada hacia el núcleo del dolor.
Siempre podemos morir aún más.

Inmóvil el cabello de tanto reprimir con químicos la libertad de las ideas que fluían hacia el viento desde tus pies. Y si te sobraba piel era para abrigar, la inocencia y la emoción, para mantener a los niños intactos, para darle, al presente, más color.

Cae nuevamente sobre la almohada, (re)vívela a punta de anhelos, imprégnala de ese pasado que bien supiste sonreír. Trae la calma y déjala junto al gatillo, que si apunto y disparo la libertad tiene que ser directo a la razón.

Tú que vistes de mármol, con la corona de pasto y las pestañas bañadas en flor, que caminas con el horizonte, que te tropezaste con el otoño y, cual hoja, te soltaste del árbol para poder (no)ser.
No ocultes lo desconocido tras la complicidad del silencio, (de)vélate el conocimiento para que te pueda ver.

Cuando cerraste los ojos y corriste la mirada del sol, finalmente permitiste que lloviera en mi habitación, permitiste que florecieran rosas marchitas, que se mojara el papel y que temblara la tinta.
¿Dónde está ahora la golosina de la resurrección?, ¿dónde quedó el gesto de resignación?

Tras los dientes del amor violento, encontraba mi comida. Levántate, con aves que hablen tu idioma, entiendan tu dolor y se pierdan en tu respiración.
Susúrrale a la vida lo que nos queda por vivir y encuéntrate sola una vez más, con la mente perdida siempre entre los autos que pasaron sin saludar.

En el último segundo, tu pulso destruyó mi mano; y yo nunca pude volver a escribir igual.
Nunca volví a ser igual.

martes, 20 de septiembre de 2011

Juicios.


Lo siento, no te pude defender.
Te cortaron las cuerdas al mismo tiempo en que me coartaron mi corazón.

Rápida y certera es la lengua ignorante, la imbecilidad que discursea y blasfema el arte que no aprendió. Si tus sueños me cambian, tendré que cambiar. La máquina se viste de mujer y me aplasta igual, la mujer aceptó los conceptos y se sometió.

¿Dónde están los senos que realmente podían contener el universo en su vientre?
Esos que hablaba de amor y paz, que su moral era la subjetividad.

Tengo acordes que vagarán sin ser tocados por un tiempo, deformes y mudos, cojeando por las grietas de mi corazón, pero nada es eterno ni siquiera tu represión, ni siquiera yo.
Sin embargo era mi arte, mi opción para sangrar, para volver a sentirme vivo, para creer que algo puedo cambiar, mi pasaje a la libertad, mi juego de niño, mi sexualidad y mi política.
¿Cómo tú no tienes alas, no dejas al resto volar?
Era yo, más allá del bien y del mal, gritando y rasgando las 6 verdades que me quedaban por explicar.

Pero las aguas del mar no siempre son tranquilas, no olvides que todo lo que sube tiene que caer, que incluso el juez puede ser juzgado; y no tendré piedad. Ni yo, ni mi canto, ni mi historia.

Porque tú intoxicas el alma con universalidad, destruyes el arte bajo tu pierna de la moral del capital, de lo correcto, lo masculino y la bondad.
Y volverá, firme y sádico, insurrecto, asexuado y sádico; volverá y caerá tu discurso por la fuerza de mi pasión, de mi rabia, de mi sueño incumplido.

Ellos son los que no dejan ser, los dictadores de la moral, los jueces del martillo, los poseedores de la verdad. Ellos tienen caer, sus cabezas deben rodar mientras el nuevo canto se levanta, sincero, inclusivo, desde la tierra, desde la (des)humanidad.

Lo siento no te pude proteger, soy cómplice, también, de este silencio al que te someten.
Cuando te cortaron las cuerdas se desgarró mi corazón, cuando nos intentan enseñar cómo relacionarnos, cuando su perversidad invade nuestras tardes de espalda al sol, cuando me criticaron por intentar ser yo; ahí dejé de ser, para volver a nada, para que no disparen más.
Te cambié por un poco de paz, por ser social. Pero cuando ella sueña le pone cadenas al manco, anula identidad y te obliga a que la sonrisa en su rostro sea natural.

No olvidaré este dolor, no olvidaré las canciones que nunca vibrarán con el aire.

Nada vuelve a igual.

viernes, 16 de septiembre de 2011

La incertidumbre del yo.


Esto va para mí, que estoy escondido por ahí.

Mutar el verbo, la carne destituida del pedestal infernal que los ángeles levantaron en tu lugar. Quédate firme en la mirada, en los pies del mundo, en el silencio de mi voz.
No queda mucho por reclamar, ni tu sangre ni la mía se pueden separar. Dos líquidos que fluyen hacia arriba, sonreímos al saber que el niño no respiraba.

Las mañanas del cuerpo, las costras que guarda el corazón, la calma ilusa en el ojo del huracán. Debes develar la lengua que tu hogar te quitó, no sigas esquivando las balas que caen sobre tus manos enfermas de tanto alfabetizar al animal.
Los engranajes de la emoción, me presté el hombro para llorar. No quise llamarte esa noche, no tenía desvelos para comprar.

Cubrí las pastillas con el dolor, el estado de la libertad no se elige al votar. El camino que sigue la senda del inicio terminó antes de empezar. Me acuesto con fantasmas para despertar con la soledad, sembrarme bajo tu vientre para renacer sin matrona ni paciente.
Se me escondió la herida mientras pasaron los días, dejó su olor en mi voz tu sombra amargada.

No queda luz para la preferida, no brilla ni es aplaudida. De amarillo se pinta la noche cuando el gallo quiere cantar, inútil y patológica se queda de pie en medio de la nada, destruyendo toda la paz que las armas buscaron construir.
Destruyendo tu historia y la mía, los cuentos de acento raro, las torres de acero oxidado, los muertos que se sienten lejanos, el disfraz para festejar.


Yo no quiero ser verdad.

"Dime donde te duele la vida, allí mismo es donde debes descansar"

jueves, 18 de agosto de 2011

Sobre la (re)creación de la belleza...


Escribir sin luz, al azar y con el corazón. Garabateando cosas sobre hojas absurdas y sin pudor, quemando la tinta de la sabiduría animal, jugando a que alguna letra te roce los labios a espaldas de un dios.

Construyendo imágenes en vano, buscando tu rostro junto al mío, defendiendo este suelo que es tu tierra y la mía. No hay verdad dentro de lo quiero narrar, no existo en la descripción que puedo dibujar.

Porque te miro y me responde el cuerpo sin preguntar, vibra la mirada con la luz reflejada en tu lagrimal, persigo en mi memoria sin destino y me pierdo contigo en un beso que no deja de comenzar.

Y como el viento juega con tus miedos, yo no pedí permiso para quedarme contigo. Con estrellas te acuesto en las canciones, anhelando, con la yugular estrangulada, poder decirte algo especial.

Lo que ves es lo que sientes, caricias que queman como el mismo infierno, una noche más abrigando el frío con poemas, viéndote contenta entre tanta desigualdad.

Yo no quiero más que descansar sobre tu espiral y la mía, que sueñan sobre la almohada y los espejos que cuelgan de nuestras cabezas.

"Dejar el dormir para otra vida, yo me quedo despierto mirándote mientras me revolucionas desde el más inocente silencio, mientras le das fuerza a mi dínamo de creatividad. Y yo no dejo de recrearme en tu piel, de encontrarme en tus manos y ver el cielo en tus pies.
Sujetarnos la vida entera y su muerte más etérea en un jardín de palabras que no pueden explicar la belleza que eres capaz de crear.
Porque puedo escribirte mil libros en la espalda, pero solamente tú logras hacer pensar mi corazón y palpitar mi pensamiento.
Pero tu belleza no es de letras, es de piel; de hiel con miel, del sentimientos más impuro que existe, de sencillez periférica y de centro descontrolado.

Mil malezas floreciendo sobre las aves de nuestro pueblo y yo sonrío al vernos caminando sin cadenas ni prisión."



viernes, 12 de agosto de 2011

Las vísceras del nosotros.


Cuando la lírica no emana del suelo, yo siento que todas las palabras que pueda mencionar van a carecer de sentido.
Cuando el sol se esconda en tus ojos, volveré a caer en mi ocaso, en esta espiral emocional que mata con besos en las manos.
Cuando me detenga y mire hacia atrás, sentiré que el nudo sigue igual, definiendo las sonrisas que puedan entrar a mi exterior.

¿Dónde están esas nubes que sin tus murmullos no pueden avanzar?
¿Cuándo apagaste las luces del niño, y dejaste a oscuras lo adulto?
¿Será que el viento se lleva todo, incluso nuestras sombras, nuestros silencios y nuestra humanidad?

La ropa que vistes está marcada con acordes que no puedes tocar, porque se te ha roto la guitarra y otro, sin preguntarte, te robó la voz.
Pero después de que nos regalemos la muerte te volveré a preguntar: "¿Me recuerdas?, soy ese que te hacía reír por las mañanas, ese que te borró un par de malas caras y devoró tus lágrimas para no ser tan pobre; porque tu cuerpo era mi descanso, era mi refugio en el ideal."

Y ahora que lo pienso, yo también me pongo triste cuando voy sentado en el bus esperando que algo cambie al otro lado de la ventana, como si eso de afuera no naciera de adentro, como si aquellos árboles no reflejaran "mis árboles", y ese mar no fuera "mi mar". Y entonces, cuando veo aquello, y te veo también, pienso en besarte y en que nos sobre el tiempo, las palabras y los corazones, en que sin necesidad de tocarnos, nos sobremos ambos, el uno al otro por separado, puesto que estaremos contenidos en una relación, en una dinámica, en un movimiento, en una fuerza, en una revolución.

Como si buscara un campo libre de migrañas en donde los problemas se puedan sacar de raíz, como si te hablara para que no me olvidaras, para que no me dejaras cantarle a la luna; como si caminara hacia tu horizonte, hacia el ideal del ideal, me siento tranquilo, porque recuerdo, y me encanta, que un beso tuyo lo arregle todo.

No pido que sea por siempre, no sueño con que te vistas de ropas caras, ni que tus labios sean de otro color que no eres tú. Tampoco me interesa cantar bien, vivir en una gran casa o ser feliz. Yo quiero lo propio, que lo tuyo sea lo mio y seamos, finalmente, en una existencia. Con un sentido nuestro, con un significado y un contexto sin fecha de vencimiento. Con los pies en la tierra de los sueños, con la cabeza puesta en tu pecho y tu mano sobre mi camisa, con tus latidos vibrando mis pestañas y mis pupilas excavando en tus dolores.

"Y entonces entenderás, que el ocaso no es un final, sino un comienzo. Una llama que arde para iluminar, un proceso, una dinámica, una ruleta rusa sin más arma que mi verdad.
Entonces entenderás todo lo que siento, todo lo que duele, todo lo que cansa y alegra. Descubrirás la melancolía del vuelo de las gaviotas, el reproche en la boca de los indigentes, lo amargo que se esconde tras la miel.
En ese preciso momento, te dolerá extrañarme, clamarás por un beso, y recorrerás el mundo buscando un abrazo que se parezco a esos que ahora, sólo, recuerdas. De allí en adelante todo el mundo contenido explotará y se derramará sobre tus manos, tus huesos y tus senos. Allí serás la creadora y lo creado, el músico y la canción, el pintor y el cuadro, la enamorada y el amor, luz y ocaso.
Entonces, yo seré el escritor y lo escrito."

sábado, 30 de julio de 2011

Insurrecto.


Una vez que desaparece la noche blanca, la ironía del pensar en despertar muerto sin eternidad, la violencia de quemar lo universal. Convertirse en lo sub-normal, una piedra lanzada al mar, un puño que vive por gritar.

Por favor, sujeta fuerte mi recuerdo, no quiero que te encuentres sola cuando llegue el final.
Somos de miradas e ilusiones, de cicatrices y pasiones, la grieta existente entre tus labios y mi ideal.
Contemos los sentimientos que te mueven, los cuerpos de los pobres, el precio de ser profesional.

No quiero más ver el bienestar teñido con los mismos colores, entre los idiotas y sus ambiciones se pierde tu derecho a votar. Relatarse como la más valiosa institución, de-construir la casa presidencial con un discurso de niños sin edad, ser una oportunidad para los que están por llegar.

Por favor, recuerda con claridad mi mano en tu rostro, no quiero que te enfríes cuando llegue el final.
Somos de luchas y contradicciones, impredecibles y arriesgados, con problemas y sonrisas, el gemido que se sostiene en el aire cuando te imponen la legalidad.

Recurrente la necesidad de anhelar una guitarra con fuerza para derribar al opresor, al que censura el cuerpo sin género, al que oculta la entrepierna dentro de un pecado terrenal, al que vende el río libre y arroja migajas a las masas para que puedan callar.

Camino lejos de este paso, yo no pacto lo social con una firma en un contrato, yo significo la cultura en lo cotidiano, en lo banal.
Que nos cuenten otros cuentos viejos, sin héroes ni libertadores de un pueblo que antes de tener nombre ya no existía más; esa pacificación que no se justificó, esos cuerpos que el mar no devolvió.

Por favor, no olvides que todavía quedan cosas por luchar, no quiero verte decepcionada cuando llegue el final.
Somos de amores y compasiones, de perdones y metáforas sin relato material, un beso que marca la medianoche, una belleza propia de tu rostro invernal, una necesidad de tenerte cerca porque si no estás se me desafina el corazón, y ya no puedo cantar.

"No se trata de que yo esté solo, sino que tú seas mi soledad.
No se trata de que yo no sufra, sino que seas el dolor y el puñal.
No se trata de que yo no muera, sino que la sangre que fluya sean tus sueños hechos realidad."

sábado, 23 de julio de 2011

Lo inter/intra-individual.


Descansa la mano ajena sobre el cuerpo del ayer, lo desconocido se conforma siempre en una espiral de conocimiento que nos llevará hacia lo más profundo de la intimidad. Casi como dos siluetas desnudas que pierden los límites de su corporeidad, fundiéndose en la existencia irreal, en los sueños que quedan por olvidar.

Regalarme, sin dudas ni argumentos, sin libros ni anécdotas por contar. Construir un sujeto que nos pueda vincular, instituir una piedra para poder recordar donde encontrar.
Hay días por morir, y eternidades por recuperar. Nos han quitado lo más propio nuestro, nos quitaron la voluntad, y nos quedamos sentados mirando un horizonte que se aleja cada vez más.

Contar historias de cómo hice para explicarte que no puedes marcharte, así como si nada, demostrando implícitamente lo etérea que puede ser la montaña nevada alzada como un signo de lo vital.

Y así han ido pasando los años, y destruir este preciso momento, es destruirme y destruirte para poder ser lo que siempre quisimos ser.

A un lado quedan ya muchas horas, vagabundas buscando un reloj que cuente hacia atrás, hacia el comenzar. Ubicar el final en la partida, una carrera que todos pierden, un premio al que muchos buscan temer.

Pero, y casi a modo de conclusión, encontré los ojos oscuros, la sonrisa muda y la sencillez detrás de un abrigo que a cada semana cambia su color. Le extendí la mano al sicario, abracé con desesperación una canción que habla de huellas sobre el mar. Restituí la necesidad, el calor de la noche y mesa para dos, me hallé de pie a su lado y pude respirar, con tranquilidad.

Un punto final que comienza a relatar, escribir la niebla con un suspiro, fumarme tus besos en el pasillo de un terminal, buscar lo oscuro para poder entonar algo así como un himno que te traiga hasta acá.

Seguimos escribiendo, siempre las mismas hojas, con el mismo lápiz y la luz puesta en los ojos. Tu viento que me lleva a habitar la mitad de lo que eres, fuiste y serás.
Sólo quiero pensar que al llegar el final, me recordarás por algo que no, solamente, pasó.
La esperanza de ser un accidente, tal vez una casualidad, un resultado del azar, pero que te hace llorar, quizás de alegría o de felicidad.

Espero que disfrutes más el vínculo, que el sentimiento como un ideal.

"Un silencio antes de que empiece la función, la sátira más amarga, el actor peor pagado y la obra con el guión más burdo que puedas encontrar.
Aquí estoy, de pie justo en la butaca que no pude comprar; porque si hay algo que recuerdo de tus labios, es que si se trata de lo emocional no existen notas mal ejecutadas, ni teatros de tercera clase, ni actores lo suficientemente malos. Solamente, y cuando te mires en el espejo del lagrimal, podrás descifrar si aquella escena es, para ti, y solamente para ti, especial."

sábado, 2 de julio de 2011

Caminos sonrojados.


Me está matando el fuego que mueve tu corazón, los ríos sin agua que viajan lejos de toda razón, desde mis dedos hasta convertirse en canción. Volví a cero, desde un disparo la cien. Me muevo, inepto y torpe cuando me quieres tener.
Entre las cejas, tu cuerpo se descolgó, tu sonrisa impuesta con armas de juguete por sobre todo color.

Que si hay una razón para perder el control, está en las líneas del motor. Ese que hace que tu carne baile, te azota y dice lo que otro no te contó.
Conoceré, tal vez, un destello de tu humanidad, una sombra de calor, una cueva sin dolor. Esperaré, quizás, abrir el cielo con tus pies, abrazar la opción de que existe un motivo por el que late mi corazón.

No pretendo más que capturar esa brutalidad de tu mirar, esa fuerza al descansar, los caminos sonrojados que en mi espalda quedarán; marcas al viento, susurro en tu ombligo para que te puedas embarazar.
Amarrarte a la costilla del ideal, recibir el balazo oral, sólo los dos; apagar el sol.

Colgada de las estrellas, avergonzada de la nada, intimidada por el que pasó cojeando. Mirando, los animales sangrantes, mordidos por el silencio, resguardando algo de aire limpio para respirar.

Quédate, sólo así puedo descansar sobre el suelo sin llorar.
Quédate, mi sonrisa te quiere buscar.
Algo con tonos de felicidad, mucho más de lo que pude imaginar.

miércoles, 8 de junio de 2011

Conquistarte.


A raíz de la última pisada que dejaste sobre la pestaña anonadada, no pude más que callar y vibrar con las cuerdas que cruzan tu cuerpo sin un claro fin. Darle vida a la revolución a punta de besos, flechar la mano con el corazón y combatir una vida por dibujarte una metáfora en la boca.

Mi grito es flor marchita que no quiere morir, una pestilencia que emana mi sentimiento más perdido en tu bosque de lamentos que se aleja sin despedir, abrazos para acalorar al invierno, un creador recién creado, un universo sin descubrir.

Las paralelas que se tocan, una historia que no me contaron al dormir con las uñas sucias de tanto escarbar tu cuerpo buscando un hueso sobre el cual escribir. Más abajo de los lamentos, más arriba de la divinidad profana, entre suspiros y acordes desafinados yo quiero huir; hacia un mundo gris, un encuentro asaltado por la ansiedad, una sonrisa que golpea fuerte en ese lugar que no podía sentir.

Arriba los pies, abajo los polos que frío de esta noche se nos quiere morir. Abandonados todos a la suerte de los dados cargados, ese juego que te desangra con tanto placer, que te gasta los zapatos bajo la niebla, que dispara antes del gatillo tirar, antes de contemplar el invierno con sus calles inundadas de pobreza, de melancolía y de desamor.

Me declaro perdido en ti, catatónico enterrado sin ser invitado a mi funeral, con colores de uno que está vivo, pero sin conocer ni admitir libertad otoñal. El sol que calienta la primavera, es la copia infernal de tus cabellos desatados al atardecer, casi como un gesto de revolución, una espiral que cae y sube en tanto tú respiras y enmudeces.
Tu rosto se fusiona en la tierra, tu costado más débil es la costilla que me falta, mi lado más fuerte es la costilla que tú tienes.
Siento que yo no existo si tú no me miras.

Sujetado a temores de la esquina más segura de tu ser, un peligro que lleva un vacío en su interior, sin cuerda se sostuvo la música en nuestra habitación. Casi dos horas faltaban para que te fueras y yo ya te había dejado partir, un minuto luego que te alejaste y te sentí venir.

Siete días en la semana, sonrío al pensar en un mes. Despeinadas las estrellas, repartidas con el cuerpo quebrado, sin brillo anestesiado en unos ojos que sólo ven gris.

"Darle vida a la revolución a punta de besos, flechar la mano con el corazón y combatir una vida por dibujarte una metáfora en la boca. La batalla más bonita, la muerte justificada, el sentido único que puede colorear la pupila del que por una caricia su vida dio.
Su enemigo un cigarro, su arma un clavel. Un jardín de pasiones que quedan por morder.

Acércate, yo dentro tuyo estaré."



martes, 17 de mayo de 2011

Ha sido.


Casi como un pensamiento rutinario, el incomprensible hecho de comprar las mismas figuras en la herida irreal, de hacer reventar el corazón con los ojos cerrados, de nacer con el cuerpo adolorido y cansado.
La sangre intoxicada y la mirada abandonada, disturbios en las calles de las manos, montañas que caen del cielo al mar.
Razones de sobra para frenar la vida con un suspiro, para decir nada que nos pueda matar, para observar el mañana con los ojos que tenía al momento del parto sentimental.

Decolorados los recuerdos, silenciadas las voces de los perros anónimos de la obscuridad, crecen las ramas para cubrir la cavidad mental.
Pero, y a pesar de todos los veranos sonrientes, el invierno sigue moviendo las extremidades con las nubes lloronas. A pesar de todo, sigo amando el gris.

Dividida la mariposa en un millón de espejos que no reflejan todas las siluetas albergadas en las pestañas del ciego. Nunca es lo suficiente bueno, nunca logra ahorcar con las uñas limpias, nunca existió eso que tanto los hizo arrodillar.

Fábulas y pesadillas al mediodía, el camino transparente no se deja caminar. Apagar la noche, estallar la ciudad con cartas al sol, atacar lo social con ironía, morderte para no dejarte escapar.

¿Cómo era yo antes de nombrarme?

"Pero no logro recuperar todas esas letras que van dibujándose siempre desiguales, siempre ajenas, siempre perdidas. Extraviadas en un tiempo que ya no existe, en un segundo enterrado, en una soledad tan cómoda, que termina por enamorar."

domingo, 8 de mayo de 2011

Desorbitado...


Cuando pasan los pies calcados por mis manos agrietadas de tanto rasguear tus cuerdas orales, siento que el mundo se viene abajo. Casi con un beso descontrolado, respiro lo ahogado, lo muerto y olvidado.

Una revuelta pacífica sin líder nombrado, asaltando con armas la nada, buscando con desesperación una de tus miradas. Enamorado del metro cuadrado, del desorden acoplado con tu corporeidad, de tus ganas silenciosas de amar. Somos uno, tanto que la coexistencia deja de ser mental.

Sácate la ropa para que puedas mirar, calla que no queda mucho por hablar, convierte en tuyo lo que parece limpio, búscame sin pensar.
Allá entre los momentos mal logrados, los dioses agrietados y el segundo sujetado descansarás, con las ideas abortadas, las letras reventadas y el cuerpo desplazado.

Un altar de carne y hueso, sin luz para la nacer, sin ayuda para volver. El inicio está en la mitad, un año y algo para que me vuelva a juntar con la silueta que el espejo no puede disimular, el dedo incendiario con la uña enfurecida de tanto cantar, dos sonetos sólo te lograrán amarrar.

Es esta la botella dentro de la carta, el mar sostenido en la arena, el regalo envuelto al revés. La otra mitad por vivir, traerte al mar para que no vuelvas a doler en el frío de la neblina otoñal. Y la llama a flor de miel, las ramas de tus sueños con metáforas se dejan envolver.

Aullando, tu rostro intenté morder.
Apagando, entre buses te busqué.

Fuerte el abrazo cuando no quieres perder, largo sueño al momento del sostener. Una niña que baila en tu vientre, una sonrisa que se te escapó al amanecer.


martes, 3 de mayo de 2011

Pedazos...

Casi como si el pensamiento fuese igual de fugaz que el vuelo del pájaro que viaja hacia el sol, una elevación hacia lo más básico de la emoción, el cuerpo sigue vivo a pesar de la orden que legisló la razón.

Entre peticiones tontas, esperanzas de algo menos peor, una cama para compartir entre los dos. Esos impulsos de desnudarte por la noche, de empujarte contra la muralla para que no puedas escapar, sacarte una sonrisa y así ya no haya tanta oscuridad.
Levantar montañas a tu alrededor, hacer florecer la noche a besos, dejar descansar la hiel.
Limpiarle las orillas de la lagaña, tomarte por los ojos y llevarte a un lugar que no puedas olvidar.
Quebrarte los pies a canciones, acurrucarte los miedos cerca de mi corazón, soñar con desafinarte la respiración.

Ocurre lo que nunca se esperó, se escribe lo nunca leyó, cambió lo que nunca pensó.
Se mezclan los colores, la espiral cae cabeza abajo alocada, dejé en un asteroide todos los cuentos que un día mi perro escribió.

Cerrarte las heridas del pantalón con pedazos de ilusión, reventar los límites que el animal dejó, arrasar con la maleza que se acerca por los bordes del temor.

Nuestro será lo que queda en el desorden de la habitación, tuyo será mi ocaso, míos serán los pedazos de tu pantalón.

Esquizofrenia...


Tuve la imagen de haber pateado una piedra hasta lo más alto de la cruz, soltar los clavos del trabajador, y cortar el aire del que nunca había fumado. Por que tal vez los perros sepan más de colas que esos que hacen como saben de lo humano. Salir hacia lo nuclear, como si existiera algo que palpita en el pecho encarcelado, algo que brilla dentro de la lengua de la virgen, una potencia de convertirse en menos de lo que somos, una intuición de que el mundo no es más que una poesía escrita en multiversos.

Esa espiral de hambre que nos lleva siempre al mismo vaso de ron, esa ausencia que tengo por no ver lo que hay detrás del sol. ¿Dónde estarán tus labios cuando yo esté del cuello colgado?
Arriba las manos que este asalto será una fiesta, somos los hijos de lo que vaya y lo que venga, dos cucharadas de sopa para pasar el frío, un beso enterrado en el lodo para la terapia con espinas, en mi cuerpo habita un creador recién creado, un domingo soleado a la salida de la cueva del diablo.

Porque las calles de la ciudad infinita están malditas, los pasos del inválido nadie los recordará. Yo te recomiendo ponerte la corona más abajo de la cresta, entre las cuerdas de la guitarra y los agujeros del corazón.
La pistola disparando el clavel, figuras de acción de carne y hueso, explosiones en las articulaciones eróticas, carrera cabeza abajo, con la pena puesta en el dolor. Diga lo que diga, cada uno compra su propia mierda, y que se me acabe el mundo, pero sin modestia. Soy el que viaja sobre los cachos de la bestia.

Por no venir se traicionó, desapareció y no nació. Pero fue al revés, avanzó hacia atrás y lo que lo llamó se le perdió. Nunca escuchó lo que aprendió, sangran los oídos cuando te escuchan rezar, vomita la moral cuando me ve pasar.
Rompió el disfraz y se deformó, natural el ojo de la pasión. Un orgasmo entero de historia, estremecer el pilar mental que sostiene un centro comercial donde tu cerebro debería estar. Apagar la estrella polar para ahorrar energía solar, calentar al hermano con la saliva, alimentarse con la carne maternal.

Censurar el pensamiento conservador, descansar el bolsillo una vez al mes, arrojarse escalera abajo para llegar al mar, cortarle las manos y la lengua al dictador, pintarle un color al edificio que maneja la nación.
Hoy, tanto como ayer, fui más que mañana. Me compuse en la descomposición, tiré algo más al espacio inter-neural, arrojé un neurotransmisor emocional.
La visión empañada de tanto llorar, el entierro del que nunca fue, ese escondite que siempre te sostuvo al caer.

Arden las nubes sobre la divinidad, arrojado el ángel a su suerte. No sé adonde voy o donde debo recogerte. Perdido sin tenerme, en el absurdo suicidándonos de las manos, drenando las cabezas desvalidas de razón, con la soga al cuello sonreímos esperando el perdón del primer amor.
Desarmando el pestillo del pantalón, ensuciando el cuerpo con jabón, ningún dios en mi palabra creyó.

Y ahora que vuelvo a morir, puedo decir que estoy, tanto en tu mano como en tu risa, tanto en la semilla como dentro del cajón.
Siento que mientras más me miras, más te engañas.



sábado, 2 de abril de 2011

Casa nueva...


Tal vez pueda decorar, o deformar el rostro que se empapa con tu calor. No hace falta saber el color del cielo hoy, o lo desafinados que podamos estar. Hoy moriremos, felices en casa nueva, o jugando a algo similar, o naciendo sin parar.
Sin guantes las manos, sin zapatos los pies, sin censura la piel. Esta casa es de vainilla y miel. Desordenada, algo silenciosa y bastante singular.

Descanso cómodo, extrañamente cómodo. Cerré la puerta a mi espalda, busqué comida en el refrigerador, pero pocas cosas encontré. Solamente una nota que decía: "Deberías pasar la noche acá". Y nada más importó, sonreí.

Me sujeté con fuerza a la cama, quebré un par de vasos por la ansiedad, tomé más de lo que podía dejar. Y no quiero moverme de acá, no existe más que estas paredes para poder inspirar el aire. Para saturarnos a sentimientos, para acompañarme a llorar.

No creo que te pregunté si podía entrar, fue demasiado rápida la pulsión. Certera la bala, justificada la sangre.

Encendamos la chimenea del corazón, volvamos a contarnos esas historias que murieron con la desilusión, bebamos un poco de vino y durmamos sobre el sofá. Quizás mañana podamos desdibujar la ciudad a besos, callar la voz del deber por un segundo con un abrazo, asfixiar con la saliva los miedos que no tienen pies.

Aquí la risa es codificada, el mensaje no es fácil de leer. Volamos sobre papeles escritos por alguien más, fumamos a escondidas de alguien que nunca hemos podido ver, tenemos peluches de carne, tenemos algo por qué morir.

Esta casa, es especial.
Desde acá se ve hermoso el atardecer.

martes, 29 de marzo de 2011

Lo que leí tras tus ojos..


Distancias entre la mano libre y el dolor clavado en tu pecho, entre las ganas de amar y el miedo a la verdad. Pero, aunque dije mucho, no pude callar tu llanto.

Y todo termina siendo considerado como una risa más, como algo que abrigó, como lo que no trascendió, lo infértil, lo individual.
Yo sé que quieres conservar la esperanza de que la noche te borrase todo lo que no te gustó, que te quedaras con la estrella más brillante del día, la nube más esponjosa a la medianoche; pero este no es el caso, y tampoco lo será, porque has elegido una mirada que no entrega comodidad, si no que te invita al caos, te enfrenta al temor, te suelta para que caigas y te sostiene para volver a caer.

Aunque hablemos de ti o de mi, nunca se trata de eso, ni siquiera de nosotros; más bien es hallar la ternura de la destrucción, el instante valioso de la muerte, la inocencia y el juego del niño en un beso.

Entendemos que la prisa no hace falta, llegaremos al mismo lugar. ¿Por qué será que hay tanto espacio en el vacío que la soledad misma no lo puede llenar?
Ah, el infinito engaño para el eterno retorno.

Improvisando algo para no cojear, un bastón hecho de la costilla del ideal, tomando una píldora para extrañarte algo más, cantando cuentos para que los analfabetos puedan disfrutar. Casi como un molino sin su Quijote, como una escopeta sin Kurt Cobain.

Y cuando finalmente llegó el momento para aniquilar, lo que leí tras tus ojos fue en sí misma la minimización del individuo, la grieta que agrieta lo fragmentado en el sujeto y lo revienta en mil partes más, mil sueños parchados con el determinismo, y el cabello peinado al control.

Locura en el ladrido del perro tristón, la sencillez de tu cabello sin cepillar, los errores que traen penas, las penas que traen motivos para volvernos a ver. La oportunidad no se toma ni se espera, la oportunidad uno la da.

"Comprendiendo que en el juego no había nada para ganar, pero sí mucho para perder jugué con una sonrisa en la cara, porque el pobre nada tiene que perder, si no solamente perderse un poco menos."

sábado, 19 de marzo de 2011

Inundación..


Con los perros ladrando el himno de la resistencia del hueso, con los caracoles bailando sobre la sal, y los ojos puestos en el corazón. Nunca falla lo que está al fondo, las tablas rotas del escenario vital, abandonados en la arena con la cruz infiel.
El bebé que no sabe que será del útero, de las piernas marcadas a fuego de pasión, un beso para olvidar lo que dijiste ayer, yo nunca quise crecer.

Se salió el mar en mi interior, bañé el cuerpo en licor para ver más allá, dibujé una línea en tu mano para poder caminar y arder, luego, hacia donde tu silueta me quiera llevar.
Gatea la razón, infantil e inmadura. Las acciones sin reacción, la pregunta que no se quiere responder.

Disminuiste a velocidad cuando estábamos por chocar, te desnudaste cuando hacía frío, ese abismo que junta más y más, ya no me puede doler.
Las uñas largas para morder, la sangre liviana para flotar, la lengua veloz para nacer.

Me diste lo que no quería tener, blasfemé sobre las calles de la ciudad, anocheció con el mismo sol que apagó el amanecer. Las máquinas preparadas para funcionar, el dedo en el gatillo con la muerte en el nudillo, el cañón en la frente para colorear la habitación con las ideas que reprime el cráneo universal.
Bombas en los pilares de la sociedad, alimentar las ventanas con humo de tabaco, asfixiar la moral con las sábanas de un motel.

Derramé lágrimas sobre la mitad del papel para que la tinta fluya hacia la eternidad, me golpearé contra la puerta para abrir el pestillo, porque la luz de la fe brilla sólo cuando te crujen los huesos.
Construí un horario para no llegar, un trabajo sin pagar, un artista sin telar.

Nadaste sobre el mar, te ahogaste y volviste a respirar, se estrelló el cielo con tus cabellos, tembló el suelo con tu dolor.
Una risa que no todo sea hiel, veamos el final de pie, una ola se levanta con la fuerza de la voluntad.

Y abrí los ojos bajo el agua, dejé la toalla para mañana, flotó mi cuerpo sobre el ayer.

domingo, 13 de marzo de 2011

Profundo..


Primaveras sin flores, aniquilamientos para los mutilados, cuerpos arrojados hacia lo estival. Horas pasando sin mucho sentido, sin sentimientos en su reloj, como si arena fuese displicente y no le importara la caída hacia la profundidad.

Deberías llegar un poco más temprano para poder despedirme, podrías demorarte un poco y hacer de mi ansiedad un motivo para no dejarte partir, pero a fin de cuentas un adiós nos espera al otro lado del abismo, una tal vez hasta mañana, un ayer que no amanecerá.

Porque los asientos de la iglesia siempre están fríos y el sacerdote nunca dijo lo que querías escuchar, las oraciones fueron en vano, los niños que no podían gritar. Acomodarse bajo la cama para que el techo no nos caiga encima, arrodillarse frente a nuestra existencia incolora, cosechar la flor que no ha terminado de nacer.

Retirar tus labios antes de que se acabe el beso, cerrar la puerta cuando queda algo todavía por decir, anudar la mirada cuando no has podido pestañear. Una historia para cada minuto, un cuerpo para toda sentencia, un amor para cada desierto.

Música para los que están muertos, y lo que morirán. Música para todas las razones ilógicas, para todas esas sensaciones inexplicables, para tu mirada cuando despiertas a mi lado, para tu silueta cuando te bañas sobre el mar.

En lo profundo estoy, en un grial del cual solamente yo puedo beber, en un libro que yo sé leer, en una vida que nadie más que yo puede vivir.
Matamos para estar muertos, minimizando los movimientos a cero, reduciendo todo peligro al mínimo, arriesgando lo necesario para no tener sed. Cobardes todos aquellos que recorren la esfera por el borde, todos aquello que se satisfacen con la lengua y no van más allá.

Ahora que estoy en oscuridad, me río con locura porque he saboreado el barro y lo pantanoso de mi ser. Abrázame, esta inmundicia será mi bandera de lucha.
Tu cariño, será un campo para florecer.
Mi cabeza, una ciudad para imponer el caos.

Brillaré cuando sienta que hay algo que alumbrar. Nací con la sensación de que morir es el mejor precio a pagar, por verme estallar luego del ocaso, por ser yo el astro que de vida, por ser el omnipotente, por ser humano, por ser un dios mortal.

jueves, 10 de marzo de 2011

Sonreír para sobrevivir..


De una palabra oculta sale la hostil de idea de querer detener un ciclo que hace años atrás comenzó. Los colores de la noche, solidario el cielo que se cae al amanecer.
Pero cuando bailas se deforma el cerebro, los pies duelen y la tierra bajo tu cuerpo no deja de llorar. A veces tengo el presentimiento que danzas para no lamentar, para no extrañar, para poder empezar algo que difumina su final.

Para que las manos den calor, para que el sexo derrote la lluvia de invierno, para que tu boca haga las hojas caer. Y no sé si este viaje me servirá de algo, pero hay una ruta que da la vuelta al sol y descansa en mi mano, en esta palma existiré.

Desistiré, también, de toda esperanza mal hablada, pronunciada por mero miedo a no querer sangrar. Cuestiono incluso lo que está bien.

Pero no me preguntes donde me puedes encontrar, porque no sé si podré volver. Desde la orilla cantaré, casi a gritos para soñar que los peces bajo el agua me oirán, que los árboles aplaudirán sus raíces en el centro de mi corazón, y podré nadar más arriba de las nubes.

Y las estrellas se seguirán apagando, los nombres volveré a olvidar y sonreiré casi por inercia para sospechar que algo de vida me puede quedar. Este viaje soy yo.
Curvada la espalda por montañas de recuerdos, entristecidos los ojos para ver más allá del humo del cigarro, rota la rodilla de tanto golpear el pecho buscando un hogar.

Una ropa para cada día, un color para cada olor, una beso para la flor, una cuerda para el que no sepa hablar. Siembro letras porque no comprendo el ciclo vital, siembro letras porque añoro lo inmortal, siembro letras porque se que te irás.

Sonreír para sobrevivir, como si en mis dientes estuviese la respuesta para apagar el sol.

domingo, 6 de marzo de 2011

Cuando el norte tiene frío, el sur está vivo...

Tal vez en este juicio no sea necesario lavarse las manos, esconder la piedra, ni recolectar los clavos. Probablemente esto es solamente un trámite que es necesario desarrollar, pero no a causa de lo anterior, menos importante.

Quizás sea ese respiro de más el que sabe hablar entre líneas, con los ojos fijos en suelo como si el cielo se cayese a pedazos, pero son otros pedazos los que ya olvidaste ir a buscar, son otras las mentiras que no dijimos por demostrar la mala educación, y la lay la tomamos por el cuello para que no pueda respirar.

Aquel que construye su casa donde se le antoje, a ese que se le mojó la cama con el mar, porque ya no tenemos claro si estamos vivos. Un poco mareado entre tantos rostros lascivos, lo nocivo del crucificado, los oscuro de nuestra habitación.
Podrido el cajón de manzanas, los días sin camino, las voces sin sonido y ya no nos quedan más fábulas para contar.

Porque cuando el norte tiene frío, el sur está vivo. Desorbitada la brújula esquiva, la intuición del que está perdido, el hielo en el vaso derretido, el fuego tranquilo que arde para alimentar la razón del antinatural. Mientras tú te vas sin despedir, yo seguiré comiendo pan sin mesa. Tu misa no pesa.

Un estado quebrado, la música para atormentar este mar turbio que no se deja nadar. Explorar más allá de la frontera temida, disparé a los amigos, abracé lo volátil, cayó la piedra sobre tu sepulcro carcomido, por el tiempo que se cree enemigo, por el minutero altivo, por la soberbia de la edad y la madurez ignorada.

Es tu ostia la primera en mancharse con sangre, la sotana color barro, el sacerdote que da la mano al niño, el niño que tiembla en la casa del salvador, la omnipresencia ausente en la situación.

"Dilata la pupila para que yo pueda penetrar los colores opacos de tu mirar, peina tus pestañas para que yo pueda descansar, baña los labios en miel para que la abeja venga a alimentar las crías que la reina abortó, besaste el aguijón y sentiste frío, te cubriste con las ropas que dejaste de usar, pero no encontraste el mismo calor que te abrigaba hace unos años atrás. Tu casa ya no huele igual, el abismo que nos separa ya no me permite verte. El perro sin cola, el mejor de tus enemigos, el pobre de oro, la uña mordida; son todas las letras que podrás encontrar. Pestañear para anular."

martes, 1 de marzo de 2011

Madurar..


Creo que en una noche como la de hoy, o la de mañana, entendí de qué se trata toda esta espiral. Del amar, y del extrañar. Del perderse y no poderse hallar. Del levantarse y salir a caminar. Del cantar y del llorar.

Como si todo cobrase sentido, tanto como la sal y la pimienta, como el aceite y el agua, como el río hacia el mar. Fluyen los colores hacia el olvido, se mezclan los olores con lo antiguo, se deforma la figura en la sombra del mañana.

Toda una caminata para caer desmayado al final, para que el mármol sea la única identidad, para que las flores sean tus regalos eternos, para que nos podamos marchitar.
Buscar ayuda para salir a flote, encender una vela en la oscuridad de la noche, buscar alguna cuerda que nos sujete al caer.
Soñar inútilmente que toda existencia es duradera, afirmarse a la luz para no temer, escapar de todo lo que pueda doler, beber del pecho eternamente para no fatigar.

Oh, pero qué equivocado estaba.
Oh, pero qué poco brillo tiene mi ocaso.
Cuánta hermosura hay en esta escena gris.

Todos los que fueron y que ya no son, los que son y seguirán siendo y los que nunca vieron mi faz. Ellos son las estrellas en esta noche que se aproxima, son los astros lejanos e intocable, admirables y humanos.
Soy yo este atardecer, este ocaso que va más allá del bien y el mal. Soy yo el ídolo que rompe su molde para deshacerse en mil pedazos.
Soy yo ahora el que comprende, el que dispara el arma con un suspiro, el que baila al ritmo de los latidos.

Toda una vida, todo un desfile y una fiesta, un velorio y una ceremonia, todo un rito y un tabú, todo miradas y pestañas, todo sonrisas y mal cuidada dentadura.
¿Qué sentido tiene dar la mano, si no vas a extrañarla una vez que ya no te pueda afirmar?
¿Cuál es el punto de vivir a tu lado, si no lloraré tu ausencia?

Oh no, en este atardecer no buscaré a nadie para que me saque flote, no encenderé velas a la medianoche, no me amarraré ninguna cuerda a la cintura.
Ahora que el sol se pone me ahogaré, tendré miedo y me reventaré al final del abismo.

Hoy tocaré guitarra para los ausentes y los presentes, hoy callaré para que mis palabras vuelen solas hacia un mundo nuevo.

Hoy he alcanzado mi ocaso, el comienzo del final.

Pero, a pesar de todo, no puedo evitar preguntarme que dirás de este frío de verano, de mis nuevas letras, de mi cabello más largo de lo habitual, de lo que ocurre en el país, y si me recordarás cuando llegue el final.

domingo, 27 de febrero de 2011

Sembrar...

Si pudiera por tan sólo un segundo acorralar tu mirada contra un poco de calor, tal vez impregnar el final en tu piel para besar el adiós, ahogar la lágrima en el adulto, la inocencia bajo el polvo del animal.
No es necesario el consuelo, no hay mucho para lamentar. Cuando caiga la noche la lengua cobarde saldrá a comprar pan, tu cuerpo brillará desde mi interior.

Sembrar sueños para cosechar libertad, plantar un beso en tu rostro para que vuelvas a vibrar. Sembrarle un silencio a los miedos para que los ojos puedas alzar, cosechar mundos que no existirán.

Sembrar tu entrepierna para que florezca tu vientre, dejar caer mi brazo sobre tu cuerpo para que puedas dormir. El costo a pagar luego de que suene la alarma de tu noche sobre tu espalda. Es así, sin la sangre todo es barato.

Bailé en tu oído, no me dejé ver, escapé y me borré. ¿Qué es lo que queremos recolectar?
Estaría bien si te quedaras una noche más, no hay nada que apurar, la cuerda que nos sujeta ninguno de nosotros la quiere cortar. Si sospechara que bajo tu cama se esconde un pedazo de paz, entendería la fuerza que tienen tus manos cuando corren libres pies abajo.
Si supiese que el camino dolerá, lo caminaría igual.

Sembrar la palabra en los labios que todos puedan hablar, sembrar tu cielo en un solo día para que no tengas que esperar para ver las nubes pasar, sembrar el viento con un aroma que no puede matar, sembrar las bombas con sonrisas de niño, sembrar el poder con humildad, sembrar el mundo con irracionalidad, sembrar la memoria para no olvidar, sembrar tus ojos que allí quiero descansar, cosechar tus pasiones antes de irse a acostar.

Poner mi semilla en el papel que se desintegra bajo el agua de mar, esconderme en la arena que quedó en la esquina de tu habitación, embriagarme con los ladrillos que se escaparon de tus muros, abrigarme con el frío de la noche sin estrellas, seguirte aunque la corriente me quiera llevar.

Sembrar tu rostro nervioso cuando siente algo que no quiere explicar, sembrarte adentro del muerto para que vida puedas dar.

Déjame bajo la carne para fatigar el corazón, esta noche serán las hojas de algún libro que ya no entiendo las que me abrigarán.

Sembraré tu imagen en mi costado dorsal, la costilla de la cual me he de alimentar. Te cosecharé en fruto.


viernes, 11 de febrero de 2011

Sobre tus hombros...


Bailando sobre las precauciones no escuchadas, desangrados todos sobre el error advertido. Apagada la inocencia, rasguños en el cabello, añejados todos esos antiguos sueños. Un grito que pasa inadvertido al leer las cartas bajo el colchón, los vecinos que ya no salen a pasear, un hambre que no se sacia con la luz del sol.

Brillan los ojos de los ciegos, corazones que palpitaron algún día con ritmos de tambores, piedras que siguen volando sobre esos que reciben sus sueldos reprimiendo a los coloridos, flota el sobre sobre la arena arrastrado hacia el infierno del olvido.
¿Cuántos días llevamos vivos en vela, sin poder conciliar una noche de paz?

Me falté cuando fue el momento de afrontar, cuando tuve que callar, cuando lo inoportuno era lo más correcto y la ironía dejó de causar lo violento.
Contento cuando la mañana me pertenecía, esa vela que acompañaba el atardecer y anunciaba la luna redonda, grande el intento de pulverizar los muros de cemento.

Seguiremos corriendo por los peladeros buscando un juego para no amurrar nuestros dolores, sentados en las veredas anulados por las luces de los autos, acompañados por vagabundos de licores.
A pesar de que se mueva el calendario, hablamos siempre de lo mismo, nos mareamos en los labios repetidos, acostumbrados a dormir sobre el cuerpo eterno, la constante intangible, las gaviotas asfixiadas por los quitasoles, la plaga humana sobre el paisaje natural.

Y ahora que nos volvemos a encontrar, te pregunto irrespetuosamente, ¿A dónde iremos a dar?
Bajamos por las manos hacia el humo del tabaco, esquivamos nidos que nos puedan albergar, mandamos, los malditos, la cruz a fusilar. Con las cabezas alocadas, la lengua rabiosa y el infierno en la piel. Acostumbrados a reposar sobre oídos sordos que no aprenden a escuchar, los líos de sábanas son evangelios eróticos en donde la fe se masturba en soledad.

Me enredo con el ayer, simbiosis con lo que fué. El feto dentro del feto, la madre oculta en la hija, el diente que crece del diente, el ojo se adelanta a la razón, motivación para desmotivar. Morderemos siempre el pezón que da de mamar, ansiosos por succionar hasta las ideas que dejaron escondidas para el que después nació.

Y ahora que te veo más encorvado y con el pelo desteñido te vengo a reclamar porque sobre tus hombros ya no puedo viajar.
Desde arriba todo se veía mejor, deja que te muestre yo ahora qué color tienen las nubes.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Más cerca lo lejano..


Creo que alguna vez pertenecí a algún lugar, existí por un minuto, y sostuve mi peso sobre los brazos de una mujer. Hoy desgarro el calendario solar con los pies alocados y las palabras dentro de tu boca, ese hábitat de hiel.

Estrellar la mano contra lo enjaulado para liberar la piel, confiar en el ladrón para poder comer, aclarar la luna para poder ver mi reflejo en tus dedos de miel. Aunque a veces el dinero destiñe los niños correteando pelotas bajo el barro, me baño con historias viejas para poder oler la naftalina en mis jeans.

Desafinando el ojo del que es medio externo, intocable lo interno, el útero siempre se va a negro. Una sonrisa nerviosa acelera el corazón del perro, esa tonta manera de reaccionar destapa nubes para que fluya el vino cerro abajo.
Arriba las patas para poder acariciar el vientre floreado de cabellos color sol, la mirada triste por tanta hambre emocional que hemos de pasar, el día lluvioso para morir en paz.

¿Qué harás si te pido sólo un beso para poder iluminar?, bastará una caricia para tapar la estrella polar, sobrarán noches para que nos podamos desvelar.
Por la orilla caminar para resguardar a los adultos que no saben nadar, la lengua aleonada, la niña con cabeza gacha y un millón de miedos por apagar.

El trabajo para el que quiera ser esclavo, el canto para el que busque la libertad, el silencio para el que no se hace entender, el amanecer para el que teme a la oscuridad.
Un incendio en las pupilas, carbonizadas las pestañas, una cuna que no tiene hijo para cuidar.

No preguntes más, ha llegado la hora de decirle adiós al dios que no puede bailar. No pienses más, está bien.
Ya no veo lo que fui, y lo que sigue no tiene punto final. Un bus sin recorrido, un amor sin rosas, una amistad de a uno, hacia el abismo saltar.
No me quiero arreglar para ti, he decidido solamente despertar y quedarme allí, tirado sobre la cama recolectando sueños rebeldes que se te escaparon al descansar.
No me esquives más, está bien.

Y aunque no lo creas, entre acordes y cigarros, no te puedo dejar de extrañar.
No me preguntes por qué, solo sé que se siente bien.


miércoles, 26 de enero de 2011

Me da pena.


Si la cama hablara, mis mentiras más fuertes no tendrían pies para correr.
Morder la mano que te da comer, desteñir el ojo del que sonrió, quemar la casa de oración, escupir al cielo para que se moje el sol.

Todo lo ingrato quedó oculto bajo mis zapatos, pero el olor de la noche dibuja el final cada vez más lejano, colorea más austero al perro, delinea más pobre al mendigo.
Porque muchos son los actores, muchos los artistas, pocos los locos, a los que les acomoda la enajenación.

Hoy derrotaré todas mis luces, apagaré el reflejo de tus labios y jugaré a ser mortal.
Me alimento de un cadáver que se hace familiar, como si tu nombre estuviese escrito en el piso, como si el invierno mismo se lamentara de los vasos que llenó con sus lluvias poetas.

Dame tu espalda que hay besos que callar. Dame tus mañanas para que yo pueda anochecer. Dame tu mano para yo pueda existir. Dame tus miedos para que yo pueda ser tu dios. Dame todo lo tuyo, pero no me des el adiós.

Te puede doler el amor, puede satisfacerte la promesa incumplida, incomodarte la conciencia roedora, anularte su romance de Cervantes, aburrirte la tarde calurosa del verano mal acompañado, iluminarte algún auto que vaya en contra de tu dirección.

Yo muero en el recuerdo, viajero silencioso que recorre las comisuras de tus labios.
Y me da pena pensar, que algún día me gustó eso del amor.
¿Cómo hallar tu risa en un paisaje que no tiene color?
Y me da pena pensar, que algún día en tus brazos encontré el calor.
Y me da pena pensar en ti.

Dame tu espalda que hay besos que callar. Dame tus mañanas para que yo pueda anochecer. Dame tu mano para yo pueda existir. Dame tus miedos para que yo pueda ser tu dios. Dame todo lo tuyo, pero no me des el adiós.

Casi como una enfermedad crónica es mi ansia de retomar la infancia que hace años, ya, me dejó. Por lo mismo grito hacia adentro, quizás alguien escuche eso que tenía para decir.
Y por eso guardo la botella dentro de una carta para arrojarla lo más alto posible, con la esperanza de que alguna nube la quiera sostener un tiempo, tal vez toda una vida.

Y me pena la nube.

jueves, 20 de enero de 2011

Lo que habla la guitarra...

Incluso cuando la música sea la correcta, volar de cabeza es la mejor opción para viajar por sobre las cabezas desvalidas de razón.
Desafinada la mirada, puño oculto en canción, griterío de corazón, un aborto espontáneo y no tenemos nada para hablar, sinfonías sordas.
Aquí el llanto es derecho del que pueda sonreír, tráeme tu corazón, pero que sea inmortal. Entre abandonar y olvidar, al abrazar esa palabra que puedo habitar en la más hermosa soledad con un cielo soleado a la medianoche. Sueños con insomnio, la mitad de lo que se puede escuchar en un beso. Todo lo personal es públicamente amoral, el vino de tercera edad, juvenil la llave que abre tu lengua analfabeta.
Llévame a la borrachera cultural, orgía mental, lo que florece se puede fumar. Melancólicos dioses ateos, grises los atardeceres, la blasfemia que es santa, moral pedófila, genocidio bíblico.

El rayo que viene desde abajo, un idioma corporal, indios vestidos con jeans. Amanecí para acostarme, surge la guerra por la paz con armas sin cargar. Yo vengo del más acá, masticando un incendio y con el cielo en los pies, sin más remedio que preguntar por qué no te puedo responder. Esa luz que no ilumina, el bebé que no puede pagar un útero, la orilla del ser que nunca fue.
Saluda cuando te vayas a dormir, tu cama se sostiene sobre las estrellas que un día habitarás.
Entonamos la educación sentimental, empuñar la costilla como el más digno e importante ideal, en tus ojos llueve de abajo hacia arriba, ser una esfera incompleta, un pilar que nada sostiene.

No soy, me borré, ya no existo. Ironía en las cuerdas, el ocaso de los difuntos que no dejan de morir, el cadáver excitado, la prostituta pudorosa, el himno de los mudos, el libro nunca escrito.

Cantemos.

jueves, 13 de enero de 2011

Eso del querer..


Cuando tu boca calca un cuerpo anómalo entrecortado, bastante difuminado por los segundos militares que existen en las arenas movedizas, a mí no me queda más que pedirte que te vayas.
Y todo comienza otra vez, los doce cuentos ya terminaron, pero otros mitos se venderán de boca en boca, prostíbulos orales de historietas enfermizas y contracciones anales.

Cuando manos olviden el calor que tenía el sol durante los veranos tirados, nosotros, a un lado del mar. Ocasos para los que no pueden dormir, amaneceres para los que saben besar, vidas eternas para los que entienden de mentir.
Pero las monedas hacen pesados los bolsillos, la paz inútil la guerra, el amor al prójimo estéril la integridad del humano, la ciudad amarra los pies voladores y el voto calla la voz.

Cuando el ideal se atraviesa, algo se quiebra en tu mirar, el nacimiento de algo nuevo está gestado en tu odio, existe en ambos costados de tu corazón. Una cama sin hacer, una televisión sin apagar, un muerto no sepultado, un escritor sin libro, un cantante sin disco, un humano sin dios, un amante sin sentimientos y sigo preguntando al viento, ¿dónde se perdió eso que nunca logré tener?

Espero con la lengua bromista, imaginando alguna de tus sonrisas esquivas. Casi como si nada hubiese pasado, camino por los mismos lugares todos los días, mi lóbulo derecho cerebral no sabe sumar.

Que cante el que quiera, que baile el que tenga ganas y que se quede el que lo desee.
Giré el cuerpo hacia lo mortal, opté por caer, devoré la tierra bajo mis pies, me convertí en letras, habité el papel y no sé donde terminé. Recortado el recuerdo, acariciar el pasto que asoma ingenuo en un desierto onírico. Obsoleta la cruz, enfermo el sano, incestuoso el niño antes de nacer.

Disparé la mitad, guárdate los abrazos para el final, aplaude con el cuerpo entero, desnúdate para que te pueda sentir.

Tomarlo como normal, que todo aquel que un día llegó siempre se irá.
Ojalá vuelva tu voz a darme calor, ojalá que todavía exista yo.
No veo nada.