
Esto va para mí, que estoy escondido por ahí.
Mutar el verbo, la carne destituida del pedestal infernal que los ángeles levantaron en tu lugar. Quédate firme en la mirada, en los pies del mundo, en el silencio de mi voz.
No queda mucho por reclamar, ni tu sangre ni la mía se pueden separar. Dos líquidos que fluyen hacia arriba, sonreímos al saber que el niño no respiraba.
Las mañanas del cuerpo, las costras que guarda el corazón, la calma ilusa en el ojo del huracán. Debes develar la lengua que tu hogar te quitó, no sigas esquivando las balas que caen sobre tus manos enfermas de tanto alfabetizar al animal.
Los engranajes de la emoción, me presté el hombro para llorar. No quise llamarte esa noche, no tenía desvelos para comprar.
Cubrí las pastillas con el dolor, el estado de la libertad no se elige al votar. El camino que sigue la senda del inicio terminó antes de empezar. Me acuesto con fantasmas para despertar con la soledad, sembrarme bajo tu vientre para renacer sin matrona ni paciente.
Se me escondió la herida mientras pasaron los días, dejó su olor en mi voz tu sombra amargada.
No queda luz para la preferida, no brilla ni es aplaudida. De amarillo se pinta la noche cuando el gallo quiere cantar, inútil y patológica se queda de pie en medio de la nada, destruyendo toda la paz que las armas buscaron construir.
Destruyendo tu historia y la mía, los cuentos de acento raro, las torres de acero oxidado, los muertos que se sienten lejanos, el disfraz para festejar.
Yo no quiero ser verdad.
"Dime donde te duele la vida, allí mismo es donde debes descansar"
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