viernes, 10 de febrero de 2012

Para existir.




Se miró el perro la cola y rió, verde la cama para poder dormir. Belleza para afirmar lunas sobre la violencia del fijar, vivir lejos del pueblo imaginado por el jardín con cadenas.
Me hace soñar con el pez del mar, el infinito a escamas adolorido en armas; entrando por la puerta con la letra disimula una risa luminosa sobre el ataúd de pestañas, de la desamparada en lo neuronal.

Incendió la costilla y permaneció, anulada por la madera, astillas del pecador en el creador. Sin reyes ni animales, sin barnizar. Profetas del ruido, del peldaño inquieto sobre el color. Mala fue la conclusión al empezar el final, marginal fiel a su corazón que no sabe olvidar.

Brillaste sin cuerdas ni aves, las carnes del festival se comparten en soledad. Tu infierno me borró, le permitió sentir al infantil. Para resistir dos cosas, una vida con amor, un ojo hermano y una piel al riel. Ayer fue cuando nos soltamos para amanecer, las cortinas bajo la casa, uñas que desinflan verdad. La inyección del loco es el momento para perdón, doble negación, una cabra que es pastor. Llorar y tocarte sin encontrar, elección de sospechoso que no esconde el dolor.

Gritar al pisar la opresión, el destrozo amoroso que deja liberación.
No quedó otro momento, se deshizo el temor.
No más nos solíamos sentir, solamente decir que aquí el uno es en dos.

El puerto del niño, habló sin canino, miró el agujero de la divinidad, se fracturó el cielo al fumar.

Llamas.
Gatos.
Asuntos.
Estás.

Miel en el papel, tus piernas y las mías hacen acordes arrítmicos. Un ocho afuera del canal, rivera del río para pensar. Si te juntas con el mar se inunda el sol más fugaz.

Sobre el pelo al aire fluye tu voz, te quitaste el seso y me viste partir, me viste parir la flor desde lo que soy. Me voy sin vena, me voy en bote hacia el callejón.

"Carnaval de los hijos absurdos, bombas en mano para pintar la ciudad, sin rostro el libre se deja ver."


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