La amargura de la fiesta se baña con incienso, los dolores adornan las bromas de esos desayunos entre islas de extraños.
Hacer de mis disgustos un motivo para bailar, gastarme los ojos buscando barcos naúfragos en los arrecifes de tus hombros.
Ajenos al tiempo nos escondimos a pulso bajo el colchón y la gente, contemplando extrañados la sensación que dejaba mi respiración en tu espalda.
Desviviendo los traumas y compartiendo las culpas, de cara a los cerros o enterrados bajo los muelles.
"Mis dedos repiten mantras sobre tu piel, como acordes encadenan lo que tú querías con el grito más ciego. Mis dedos se hunden en tu pelo y sólo encuentro fuego."
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