
Hay momentos en los que la vida ya no tiene tanto color, por distintos motivos, pero de un momento a otro la vida te parece algo tan insignificante y con tan poco valor.
Hay veces en las que él pensaba muchas cosas, levantaba la mirada al cielo y veía un par de nubes y una bandada moviéndose hacia el sur.
Sabía que él no buscaba otra vida más allá de la que vivía, la que caminaba le parecía demasiado intensa y aburrida como para desear otra y que más encima fuese eterna. Decía que era una promesa que él jamás pidió.
Anhelaba que todo terminara de una buena vez, que luego de morir no hubiese nada más.
Solamente quería vivir con la esperanza de que algún día podría descansar.
No sabía si había decepcionado a mucha gente, o si él tenía demasiadas falsas esperanzas.
Así que para despejar las dudas, salió a caminar.
La manera en que iba vestido es poco relevante, también lo es si llovía o no.
Nadie se fijaba en el modo que caminaba o la manera que sus ojos brillaban cuando miraba fijamente el sol.
Necesitaba vivir el momento, sabía que no poseía nada más que este paso que está dando y que ya dió.
Siempre que sale a pasear lleva consigo su mochila de recuerdos, ahí va hechando cada segundo que pasa, cada silencio y cada risa.
Porque nunca ha podido valorar las cosas en el preciso momento que ocurren, su mochila guarda hermosos momentos que alguna vez vivió.
Y no quiere cambiar esta realidad, no le queda más que su mochila y un futuro incierto. Puede que sea cruel o puede que le vaya muy bien, pero siempre irá con su mochila a cuestas, cargando, con una sonrisa en los labios, todo lo que pudo recojer en el momento, antes que pasara y se fueran, con él, todos los detalles que el quería atesorar.
Tal vez el sonido de un ave, tal vez un beso que le hizo temblar, tal vez una banca que nadie podrá mirar de la misma manera en que él la mira cuando sale a recordar en silencio por las noches.
Y así ocurre día a día, luego de ocultarse el sol, él se intoxica en recuerdos que hablan de abrazos, besos y alguna que otra noche de pasión.
Cada noche abre entre susurros su mochila, saca cada pensamiento con cuidado y lo pone sobre la cama.
Si pudieras ver cómo brilla su habitación de noche!
Si pudieras amar como él ama!
Son distintas maneras de amar, son distintas maneras de iluminar la habitación de noche.
Observa sus ojos brillar y vive tu momento.
Hay noches en las que él se hecha a llorar, porque sabe que en un futuro no me lejano será sólo un recuerdo, un objeto que alguien guardó en su mochila.
Llora de felicidad, porque durante las noches que vienen, él iluminará la habitación de alguien más.
Llora porque se ha dado cuenta de su finalidad, de su propósito, del por qué caminar.
Llora porque sabe que siguen pasando momentos y él no hace más que llorar.
Llora porque un sueño se ha hecho realidad.
Llora porque sabe hay sólo una mirada dentro de su mochila.
Porque hay sólo un color que tiñe todo en su interior.
Porque dentro de su mochila guarda el objeto de mayor valor que un hombre puede tener, un cabello de su amor.
Porque la recuerda, se sonroja y tiembla.
Porque la abraza y siente la paz.
Porque no valoró el momento cuando lo vivió.
Ahora no es más que un recuerdo, una mirada perdida dentro de una bola de cristal.
No es más que un adorno para la mente del que lo quiera recordar.
No es más que un momento que nadie supo apreciar.