domingo, 19 de abril de 2009

Un millón..


Y tú estabas lista para irte, para dejarme aquí de pie bajo la luz de un farol que no alumbra mi conciencia, si no que, solamente mi humillación.
Me dijiste un par de palabras en un idioma que no pude entender y me abrazaste con los ojos llenos de lágrimas, vi las estrellas reflejadas en tu mirar. Te observé caótica y cambiante, impredecible y perfecta. Me quise apoyar en tu corazón, pero en lugar de eso dejé el mío en tus manos. 
Me senté y te sentí cercana, era como si te hubiese conocido de siempre. ¿Te has dado cuenta que esta lluvia le da un toque especial a nuestra respiración? 
Cada segundo que pasa nos estamos matando un poco más, siempre un poco más. Nos rompíamos un poco más, nos perdíamos un poco más, pero nada nos importaba. Esa noche eramos solamente dos.

Te acercaste y te sentaste sobre mis piernas, te hubiese querido llenar la cabeza de muchos cuentos en donde todo tiene un final feliz, pero me quedé bien las gotas caer sobre tu ropa. 
El cielo se acabó, la conciencia estaba a oscuras, este farol no nos alumbraba lo suficiente como para separarnos. Nada era suficientemente crudo, nada nos dolía en ese momento, éramos solamente dos.

Alineación cósmica, catarsis mental, shock hormonal y una mirada que sin querer cruzamos.
¿Acaso pueden vernos desde Saturno?
Nadie nunca me dijo que ésto sería así, nadie nunca me dijo que se podía ser tan feliz. De todas formas te tenías que ir, sentía que no querías, pero tenías que irte, así debía ser.
Me besaste la cien un par de veces, cerraste tus ojos y sonreiste levemente mientras un pensamiento cruzó la calle de tu imaginación. 

Te levantaste, me diste la mano, me besaste la mejilla y me enviaste en un bus directo a la soledad. ¿Por qué el adiós siempre duele?
Las balas del recuerdo me perforaron los ojos, te comencé a extrañar antes de que llegaras a mi lado. 

Pasaron los años, años solares, años de silencio. ¿Algún día dejaría de pensar en tí?, si ese día existiera, no quisiera que llegara nunca. 

Pero el tiempo nos volvió a unir sentados sobre una banca de madera sobre un suelo de tierra y restos de cigarros sin fumar. No hacía frío, sin embargo no dejábamos de temblar. Dime que te amas y me quedaré a tu lado por siempre. Dime lo que sueñas y te juro que será eso lo que yo también soñaré. Cuéntame tus miedos, y yo temeré también. Así no estarás sola, estaré siempre junto a tí.

Un silencio y un beso temeroso de la reacción, respuestas inmaduras, ganas de escapar y un sentimiento que no nos separó. ¿Recuerdas aquellas manos temblorosas recorriendo tus cabellos?, mi corteza cerebral estaba a punto de estallar, el respiración se me agitó y se apagó el sol.

Y nos quedamos solos, tirados sobre una cama, abrazados y desnudos. El tiempo siguió avanzando y nosotros continuamos abrazados, no podíamos evitar no besarnos, no mirarnos, no amarnos. ¿Recuerdas todas las cosas que hemos tenido que pasar?
Todo lo que quiero es quedarme tirado sobre la cama de la tranquilidad, apoyar mi cabeza en la almohada del silencio y contemplarte dormir. ¿Podría pedir algo más?
Todo lo que necesito eres tú.

Un millón de sensaciones que caen sobre tu cara, un millón de pensamientos que te dibujan de distintas maneras, una millón de besos que buscan desesperados tus labios, un millón de abrazos que te quieres sostener, un millón de ideas que te involucran solamente a tí, un millón de razones para quedarme contigo, un millón de situaciones que nunca vamos a poder olvidar, un millón de sueños que nacieron para hacerse realidad, un millón de expresiones que tienen tus ojos, un millón de años luz me hacer viajar con una caricia, un millón de latidos que deletrean tu nombre, un millón de miedos que temen a que tu lado de la cama amanesca helado, un millón de estrellas para regalarte, un millón de segundos por delante, un millón y otro más, y otro más, y otro más...

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