
Haciendo malabares de frente al espejo, bañado en nubes que no quieren llover, oculto entre ojos desorbitados y segundos de espera dentro de una niebla que no deja respirar.
Dime tu nombre y no me hagas temblar más, que ya no duele verte sonreír.
Mil cosas dentro de un laberinto frágil y envenenado, cristal negro que desgarra la piel con cariño, que hace correr ríos de rubíes, que te enfría el cuerpo y te seca los labios.
De a poco voy perdiendo lo que creí tener, y voy ganando lo que siempre tener. ¿Alguna vez se pierde lo que nunca se tuvo?, si es que las cosas funcionan así, tenerte es un peligro que estoy dispuesto a tomar.
De a poco vas escarbando en la basura buscando algo para comer, desentrañando auroras y pateando atardeceres. ¿Besas con los ojos cerrados?, que yo no puedo cerrarlos, pues el miedo que me ataca al pensar que al abrirlos el sueño acabará es más fuerte que la almohada y los sueños.
Ahora que lo pienso mejor, ¿nunca mencioné que te sueño sin soñarte, porque soñar no puedo, puesto que estoy viviendo un sueño de ensueño?
Como si quisieras reír al verme, de a poco esbozas una nota desafinada con tus abrazos, ajustados e irónicos. ¿Eres tú la que habla, o es sólo el disco que me dejaste al partir?
De a poco te estoy esperando, como si me entregara sin querer, como si perdiera para suponer que voy a ganar. Apostándole a una ilusión, tomando con seriedad mis palabras y queriendo apagar el sol, para que las estrellas puedan brillar con luz propia.
¿Puedes, tú, brillar?
"Vamos lejos, más allá de preguntar para no oír respuesta. Más lejos de tu mirada clavada en la esperanza, más cerca a mi soledad. Mirarte el núcleo de tu debilidad, recordar lágrimas y armar el acertijo cósmico de tu lado más humano, más femenino, más vaginal.
Mañana nos veremos en el amanecer del ocaso, cuando tus ideas se cierren y tus ojos se duerman. Cuando dejes de ser y el firmamento no sea más que una cúpula pintada con aves que no aprendieron a volar, colores etéreos y teléfonos mudos.
Dedos dementes y sonrisas expectantes te aguardan a la llegada del trance que se dispara sin avisar, mientras se pierden las tonalidades de la vida, y tus ojos se convierten en dos mundos que tengo ganas de habitar.
Cúbrete la cara, y déjame verte perfecta.
De a poco sonríe, sin que lo pueda ver, porque ambos sabemos que en verdad, tú y yo, estamos incapacitados para ser felices..."
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