
Casi como un pensamiento rutinario, el incomprensible hecho de comprar las mismas figuras en la herida irreal, de hacer reventar el corazón con los ojos cerrados, de nacer con el cuerpo adolorido y cansado.
La sangre intoxicada y la mirada abandonada, disturbios en las calles de las manos, montañas que caen del cielo al mar.
Razones de sobra para frenar la vida con un suspiro, para decir nada que nos pueda matar, para observar el mañana con los ojos que tenía al momento del parto sentimental.
Decolorados los recuerdos, silenciadas las voces de los perros anónimos de la obscuridad, crecen las ramas para cubrir la cavidad mental.
Pero, y a pesar de todos los veranos sonrientes, el invierno sigue moviendo las extremidades con las nubes lloronas. A pesar de todo, sigo amando el gris.
Dividida la mariposa en un millón de espejos que no reflejan todas las siluetas albergadas en las pestañas del ciego. Nunca es lo suficiente bueno, nunca logra ahorcar con las uñas limpias, nunca existió eso que tanto los hizo arrodillar.
Fábulas y pesadillas al mediodía, el camino transparente no se deja caminar. Apagar la noche, estallar la ciudad con cartas al sol, atacar lo social con ironía, morderte para no dejarte escapar.
¿Cómo era yo antes de nombrarme?
"Pero no logro recuperar todas esas letras que van dibujándose siempre desiguales, siempre ajenas, siempre perdidas. Extraviadas en un tiempo que ya no existe, en un segundo enterrado, en una soledad tan cómoda, que termina por enamorar."
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