sábado, 23 de julio de 2011

Lo inter/intra-individual.


Descansa la mano ajena sobre el cuerpo del ayer, lo desconocido se conforma siempre en una espiral de conocimiento que nos llevará hacia lo más profundo de la intimidad. Casi como dos siluetas desnudas que pierden los límites de su corporeidad, fundiéndose en la existencia irreal, en los sueños que quedan por olvidar.

Regalarme, sin dudas ni argumentos, sin libros ni anécdotas por contar. Construir un sujeto que nos pueda vincular, instituir una piedra para poder recordar donde encontrar.
Hay días por morir, y eternidades por recuperar. Nos han quitado lo más propio nuestro, nos quitaron la voluntad, y nos quedamos sentados mirando un horizonte que se aleja cada vez más.

Contar historias de cómo hice para explicarte que no puedes marcharte, así como si nada, demostrando implícitamente lo etérea que puede ser la montaña nevada alzada como un signo de lo vital.

Y así han ido pasando los años, y destruir este preciso momento, es destruirme y destruirte para poder ser lo que siempre quisimos ser.

A un lado quedan ya muchas horas, vagabundas buscando un reloj que cuente hacia atrás, hacia el comenzar. Ubicar el final en la partida, una carrera que todos pierden, un premio al que muchos buscan temer.

Pero, y casi a modo de conclusión, encontré los ojos oscuros, la sonrisa muda y la sencillez detrás de un abrigo que a cada semana cambia su color. Le extendí la mano al sicario, abracé con desesperación una canción que habla de huellas sobre el mar. Restituí la necesidad, el calor de la noche y mesa para dos, me hallé de pie a su lado y pude respirar, con tranquilidad.

Un punto final que comienza a relatar, escribir la niebla con un suspiro, fumarme tus besos en el pasillo de un terminal, buscar lo oscuro para poder entonar algo así como un himno que te traiga hasta acá.

Seguimos escribiendo, siempre las mismas hojas, con el mismo lápiz y la luz puesta en los ojos. Tu viento que me lleva a habitar la mitad de lo que eres, fuiste y serás.
Sólo quiero pensar que al llegar el final, me recordarás por algo que no, solamente, pasó.
La esperanza de ser un accidente, tal vez una casualidad, un resultado del azar, pero que te hace llorar, quizás de alegría o de felicidad.

Espero que disfrutes más el vínculo, que el sentimiento como un ideal.

"Un silencio antes de que empiece la función, la sátira más amarga, el actor peor pagado y la obra con el guión más burdo que puedas encontrar.
Aquí estoy, de pie justo en la butaca que no pude comprar; porque si hay algo que recuerdo de tus labios, es que si se trata de lo emocional no existen notas mal ejecutadas, ni teatros de tercera clase, ni actores lo suficientemente malos. Solamente, y cuando te mires en el espejo del lagrimal, podrás descifrar si aquella escena es, para ti, y solamente para ti, especial."

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