Se patea el animal la razón amenazante que amanece sobre el cuello intencional. Las extrañas formas del querer que tiene la boca de ella, la que habla con los sordos y calla para los perros que miran su luna buscando la respuesta para amar.
Su potencia para deformar, para encurvar la línea que ladraron hacia el sol. Aprendimos a jugar, entre hormigas y el dolor, entre pasos del error y la ausencia de color.
La risa explosiva derramando indiferencia para los que dibujan la pupila brillante de tanta amistad, como temporal, cambiante y peligrosa, indomable la lengua del sermón.
Como bomba que explota a presión, mis manos no llegaron a tocar la palabra que se pidió, un atentado que se mira con lupa parece guerra cuando sólo te quedas en la periferia del paredón.
No todos comemos del mismo pan, no todos bebemos del río que los ancestros hicieron suyos.
Quizá por historia, quizá por anormal comemos de las carnes que nos regalan en un tal para cual.
El misterio elemental, no preguntes si no quieres escuchar.
Casi en broma, casi en juego sonreímos para continuar.
Tú que dibujas fuera del papel, que creas líneas lejos del trozo mental.
Cuando cae la noche hablan solas las cartas vírgenes que se van quemando esperando un poco de tu saliva emocional.
A veces el arte no es para todos, la pintura es para la mano que aprieta.
Pongo sobre la mesa lo que quedó en silencio, no tengo invitación para tu función teatral.
Para otros el arte, para mí: la cotidianidad.
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