
No dejas de mirarme a los ojos, sonríes con un poco de melancolía, me tomas la mano y bajas la mirada, te siento temblar.
Has cambiado, recuerdo nuestro primer encuentro, cuando ibas caminando metida en tu mundo y yo mirando un auto de último modelo que pasaba por la calle, bendito sea ese golpe que nos dimos y nos llevó a caer juntos. Te tomé la mano y te levanté, quede en blanco al ver tu cara, tan fina y tan perfecta, nunca había visto a nadie como tú. Me pediste disculpas y yo balbucee un par de palabras idiotas e inentedibles. Me miraste un par de segundos más y yo ya estaba volando por las nubes, y sí soy un inmaduro y soñador, pero bueno, así soy yo.
Me sigues mirando con un sentimiento nuevo en tus ojos, una chispa nueva en este momento final. Sigues en silencio y te sonrojas, sigue siendo la misma niña que conocí aquel día en la calle, te acercas y juntas nuestros labios de manera tierna, con verdadero amor, te siento y te guardo en mi corazón. Guardo todas las palabras que me dijiste y cada momento que pasamos juntos.
Guardo los recuerdos, los suspiros y las eternas noches de pasión, llenas de un sentimiento animal y vulgar, que nos hacía sentir sucios, pero aquello nos gustaba. Éramos tan distintos y tan iguales al mismo tiempo. Soñábamos con cosas distintas, pero al final siempre acordábamos en algo. Andábamos de la mano como si no nos importara nada más, pero en realidad el hambre en el mundo nos quitaba el sueño. Soñábamos con tener hijos, pero disfrutábamos cada momento juntos.
Separas nuestros labios y me acaricias con suavidad, veo una lágrima correr por tu mejilla y la sigo con la mirada para ver como muere, tu voz suena tenue en el ambiente y de tus labios de desprende un glorioso "Te amo". Vuelvo a mirarte y a sonreír, te abrazo y me hecho a llorar. De un momento a otro de susurras, "No te olvidaré, hasta siempre" y al despertar en la otra mañana ya no estás en mi cama y tu lado está frío...
No hay comentarios:
Publicar un comentario