lunes, 3 de marzo de 2008

Nubes...

Es un día café.
El sol brilla intensamente, pero lo puedes mirar fijamente sin fruncir el ceño.
El aire es espeso, en plasma se podría convertir fácilmente.
La gente camina con sus cuerpos sudados y sus ropas pegadas a su piel.
Mis ojos ya no tienen color, no saben de que hablar. Quieren gritar, pero el silecio es más fuerte.
Veo con tristeza como todo ha cambiado, besar el recuerdo ya no es lo mismo.
El viento ya no es igual, el mar golpea sin fuerza las rocas que antes bailaban junto a la marea.
El verde del jardín se secó y una sirenas avisan que la seguridad corre peligro.


Ya no sé como reaccionar, no sé que hacer ni que pensar. No quiero ver más este día, quiero que el sol me haga cerrar mis ojos y no permita mirarle.

Todo sigue igual, el cielo se cae a pedazos y amenaza con traer el apocalipsis. Los pecadores se arrodillan frente a una cruz, no sé que pasó en este lugar.
Extraño el sabor de ese dulce olor, que me alimentaba día a día.
Espero que algún día paren de llover lágrimas desde el cielo.

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