
Se miraban a los ojos y se mantenían serios, ambos muy iguales, ambos no tenían ganas de partir, pero siempre supieron que ese momento iba a llegar.
Nadie dijo que todo es para siempre, pero este momento dolía más de lo normal. Calaba hondo, tan hondo que estaba a punto de hacerlos llorar. Saltaban muchos recuerdos a sus mentes, tal vez demasiados para sus frías personalidades, no sabían como manejar la situación, no tenían claro qué palabras pronunciar y qué palabras callar.
Uno con barba y el otro con un millón de sueños en la mano.
Ésto no era un adiós, si no un hasta luego, pero ambos sabían que de aquí en adelante nada sería igual.
Nadie dijo que las cosas serían fáciles, pero tampoco dijeron que sería tan difícil aceptar la verdad.
Aquí se dan la mano dos miradas distintas, una llena de melancolía y dolor, la otra temerosa y frágil.
El silencio era demasiado cómodo, el viento movía los árboles suavemente, las olas del mar estaban calmas y el sol se escondió tras una nube porque no pudo más.
-Supongo que es ahora de despedirnos...- Dijo uno al otro, con la voz suave y temblorosa.
-Todo pasa por algo, sé que estarás bien...- Le respondió el otro, mientras le ponía una mano en el hombro y le sonreía como si tratara de calmarlo.
-Eso espero...- Lo miró a los ojos y se dió cuenta que tenía miedo, mucho miedo.
-Tienes claro lo que tienes que hacer, admiro la capacidad que tienes para hacer tus sueños realidad. Eres fuerte, sé que llegarás a ese camino que te dibujaste una noche, cuando no podías dormir... - Y le acarició la cara, mientras trataba de guardar cada detalle dentro de su corazón.
-No olvides nada, ni un sólo recuerdo. Sólo eso te pido...- Dijo el otro en tono de súplica.
-Claro que no olvidaré nada, fueron grandes momentos...Gracias por todo..- Y al terminar la frase sintió como se le formaba un nudo en la garganta y se le llenaban los ojos de lágrimas.
-Gracias a tí, gracias por todo, en serio...Gracias por estar ahí cuando te necesité y por darme las palabras justas en el momento justo. No te olvidaré jamás. Te admiro...te admiro y siempre lo haré...- Y mientras se le escapan unas lágrimas en silencio, lo abrazó fuerte y lloró en su hombro. Lloró como un niño perdido, lloró de miedo y de felicidad, lloró y se dió cuenta que no podía para de llorar.
-Te quiero...Te quiero mucho...- Dijo el otro mientras le correspondía el abrazo con la misma fuerza y también se hechaba a llorar.
-Yo también te quiero, suerte y cuidate..- Y lo abrazó un poco más fuerte mientras respiraba su olor profundamente, como si quisiera recordarlo para siempre.
-Tú también cuidate, fuerzas y no te detengas nunca..- Le dió un beso en la mejilla y le secó las lágrimas de la cara, mientras sonreía con una extraña felicidad.
-Creo que a ambos nos molesta llorar...- Y rió un poco, intentando darle un tono más alegre al final de la conversación.
-No nos gusta, pero hay veces que no lo podemos evitar..- Y rió con él.
-Nos vemos, hasta pronto...- Se levantó y miró hacia el cielo.
-Sí, hasta pronto...- Se levantó y estrechó la mano del otro.
Se miraron durante un par de segundos, se sonrieron y ambos tomaron rumbos distintos, eran dos barcos a la deriva, eran dos extranjeros caminando por el país de nunca jamás.
Se contaron sus últimos secretos a través de lágrimas y se pidieron disculpas en pleno silencio.
Le respondieron las últimas preguntas al viento y quién sabe a qué lugar fue a dar cada uno.
Se fueron sin mirar atrás, cada uno por su lado, pero con lágrimas en los ojos. Mientras más se alejaban, sus sombras más se unían, se cruzaban para no separarse más.
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