Y ha medida que respiro va cambiando el color de mis ojos, miran hacia adentro, se pierden en un horizonte extraño de tonalidades oscuras escondidas detrás de una linda personalidad. Pese a todo, no podía dejar de pensar en ella, tampoco en él.
Se encendieron las luces del escenario y llegó el momento de verte actuar, verte abrazarlo y regalarle tus labios, tus ojos, tu pasión. El asiento se hace de cemento y la incomidad me ataca sin piedad, una extraña presión me invade el estómago y mis puños se contraen instintivamente.
Quisiste decir lo siento, pero ya no te quedaba aliento, los gemidos eran más fuertes, el sudor era más espeso que la sangre.
Tienes talento innato para hacer soñar, para causar delirios y destruir el corazón. Tragicomedia erótica, el lado animal desgarrando tu piel, el guionista puso una bomba en mi memoria y tú la detonaste.
Sé que no estás lejos de mí, pero no quiero ir a verte al camarín, no quiero tener que sonreír sólo para que no te sientas tan mal.
Los silencios entre sábanas son lo peor, los contratiempos del reloj me provocan un estado de demencia inexplicable. Te escucho venir desde la habitación de al lado, te escucho llorar y maldecir con plena libertad, te siento débil, sucia, destructible.
Siempre presente sus huellas en tu piel, siempre tus miradas y tu falso amor.
Antes de que destruyas mi paz, me inyecto la jeringa en el antebrazo derecho. Cáliz del mal, líquido enajenado que confunde mi lógica. ¿Quién iba a pensar que drogarse iba a ser tan satisfactorio?
Oh, muñeca de porcelana. Tu cuerpo agrietado ya no me excita más, tu blancura natural se ha visto opacada por las manos de un tercero, un cuarto y un quinto.
Todo lo que tú necesites, yo lo tengo. Lo que quieras te daré, pero por favor, vete.
No te puedo esquivar más, ni a tí, ni a esas veinte sombras que traes en tu espalda.
Me prometiste una utopía, me juraste paz y ahora no encuentro más que fuego dispuesto a quemar la soga que me sujeta a tí.
"Te veo de pie junto a la cama, tú y los silencios entre sábanas.
Debajo de la almohada, la llave de la libertad.
Negra y pesada, con un gatillo y una bala.
No intentes escapar, no te atrevas a llorar.
Movimientos oculares rápidos.
Fase de odio, tres.
La contracción de un dedo y un agujero entre tus ojos.
Tu cuerpo bañado en sueños,
Tu cara maquillada color sangre.
Bastó solamente un destello de santidad,
Bastó clavarte mis dedos en tu razón,
Y ya estabas tirada en el suelo,
Nadando sobre nubes de tabaco y alquitrán,
Llorando sin gritar, amando sin respirar.
Deseos de una primavera lluviosa,
Tormentos de un astro nival,
Pestañeos en tu interior,
Se ha dormido la reina,
Ha muerto la belleza,
Rozas no crecerán sobre tu tumba."
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