lunes, 14 de septiembre de 2009

Prólogo


Hace tiempo ya que no me has hablado ni me has venido a visitar, musa de mis dolores más profundos. Causaste en mi interior tormentas de deseos, de arcoiris situados sobre pantanos profundos y densos, siempre densos. ¿Donde está tu aroma plásmico color rubí?, te has perdido dentro de un bosque de miedos y prolongaciones inorgánicas de la vida.
En pesadillas existes, dentro de mundos anómalos y perfectos, en el centro de una estrella que apagaste con un silencio y una mirada esquiva, ¿por qué nunca pudiste causarme todo el dolor que yo buscaba en ti?
Te busqué incansablemente, desgarré con mis uñas toda corteza que cubría la esencia de nuestro recuerdo, mordí y escupí piel necrótica de nuestra relación, me bañé en tu saliva ácida y ardiente. Aún así, no pude llorar. En roca pura me había convertido, en un hielo imposible de derretir. ¿Por qué Gaia me había castigado así?, ¿era yo, acaso, merecedor de tan cruel castigo?
¡Sácame el corazón a puñaladas, amada mía! Acércate a pasos cortos, cázame y termina todo lo que en mí nunca pudo empezar, pero que estaba terminado antes de que empezara.
¡Si supieras cuán fuertes son las pulsiones de muerte en mi interior!
Todavía te espero escondido en el rincón más despoblado de mi habitación, han pasado tres días ya y no hay muestras de que hayas abierto ninguna puerta imposible de abrir.
Aún continúa tu voz repitiendo las mismas palabras en tu ausencia: "Dentro de mi corazón siempre habrá un lugar para tus ojos negros."
Las fotografías donde estabas tú, desfilan hoy hacia tártaro. Se funden en leña tierna, leña de ébano, y le regalan tibios momentos de paz a mi subconciente.
¿Bajo qué árbol te has escondido, mi dulce hada?, ¿Por cuánto tiempo más crees tú que voy a seguir creyendo en tí, o en lo que queda de tí?
Lo siento si te asfixié con mis verdades, pero créeme que una verdad vale más que un poco de oxígeno, quítame esta cefalea emocional que tengo y no me deja respirar.
La vida sin tí no duele lo suficiente, vuelve amada mía y hazme llorar. Sólo quiero ver llover en invierno y que el mar se lleve mis lamentaciones, tengo imperantes anhelos de que el viento deje de susurrarle solamente a los árboles, yo también quiero oír un poco de melancolía agridulce con sabor a hiel.
Almas suicidas flotan en el mar, paisaje desolador es el que deseo apreciar, un poco más dolor, un poco más de ti.


No hay comentarios: