viernes, 16 de octubre de 2009

Inexplicable..


Pasos orientados hacia el sur, hacia el extremo de la humanidad, desnivelados y cojos. A martillazos aprendió, fue necesario sangrar para entender: "El hombre es menos razón, que hombre.", pensó cuando se limpiaba la sangre de la cara que fluía libremente desde su ceja derecha. Con flores marchitas se quedó en su mano cuando la vio apostando su vida en la ruleta rusa del amor, cuando la imaginó hablando con fantasmas, cuando ella le disparó allí en el centro de sus miedos, cuando su rostro le hizo recordar el atardecer de su vida, cuando temblaron todos sus pilares.
¿Qué pasó con todos esos kilómetros que había avanzado?, eran sueños, nada más. Se había dormido de pie, había cerrado sus ojos para idearse de una manera distinta, para sentirse más completo, menos inseguro, más ideal. Pero nada es para siempre, y al despertar se encontró igual que antes, antes de dormirse.
Un agujero se agranda en su vientre, un escalofrío le recorre el inconsciente, vuelta a la fragilidad, al pasado. "La intención es lo que cuenta, ¿no?", se repetía de una manera masoquista una y otra vez en su cabeza. Puedes ver llover en sus ojos, él quiere que llueva, y ella le dio la excusa perfecta para que las nubes no se hagan esperar.
Así que le pidió que le robara el corazón por la noche, para que pudiese dormir, para no tener que vigilar su cuerpo toda la noche, ni soportar su subconsciente hasta que llegue la aurora.
Se levantó del suelo y fue en busca de una botella de ron: "La gente no cambia", se dijo mientras miraba sus pies y respiraba el olor a alcohol que emanaba su cuerpo.
Y realmente lo creía, nunca esperó nada de nadie, pero cuando lo hizo, se llevaba un golpe justo ahí donde más le hace gritar, en el lugar preciso que te borra una sonrisa de la cara y te envuelve en un halo de silencios y temores.
Él sabe que todo está dentro de su cabeza, que todos sus miedos son suyos y no de ella, pero no necesitaba que le removieran todo su lado más oscuro una vez más.
Esperó allí de pie bajo la luz del farol que la lluvia se detuviera, que sus besos dejaran de quemar sus labios y que su cabeza dejara de recordarla. Durante la noche escuchó a su enemigo hablar: "Soy David, contra un gran Goliat", y cómo entendía ahora aquella palabras, ¡cómo lo entendía!
En un lobo estepario debía convertirse ahora, en un caminante sin rumbo, volver a los majestuosos hielos en su interior, enfriarse un poco y comenzar a racionalizar todo lo que pasaba a su alrededor.
Así que le pidió una vez más que volviera para abrazarlo, para decirle que lo quería y que nunca habría nadie igual, necesitaba una mentira más para pasar la noche en soledad. Un último beso antes de que todo desapareciera, antes de que despertara de ese sueño que tocó la perfección.
"Ven y deja tu olor grabado en la almohada para que mis sueños no se escapen al despertar", le susurró mientras levantaba la mirada firme y fría, había vuelto a la normalidad, había despertado del sueño, porque todos sabemos que él nunca va a cambiar.

No hay comentarios: