
Despierto en mi cama, la luz del sol entra por la ventana y las sábanas estan arrugadas. En estos momentos lo que menos me molesta es estar solo. Más bien, me agustia un poco.
Siempre he soñado muchas cosas, de hecho en ese aspecto debo recalcar que mi imaginación es amplia. Pero todo cambió cuando me preguntaron "¿Qué quieres ser cuando grande?" y yo no sabía que quería ser, pero lo que sí sabía es lo que quería hacer.
Hace ya unos cinco años, ocurrió aquel hecho. Ahora busco a gente con quien pasar la noche, y lo importante es que antes de dormirme les pido que al otro día en la mañana se vayan y me dejen solo.
Y así han ido pasando años, durmiendo con alguien que se recueste a mi lado por una noche y que a la mañana siguiente me quede sólo su aroma. Jamás las ví salir, ni tampoco ninguna me juró amor eterno. Todo era en función a mi soledad.
La vida me sonreía, un trabajo bien pagado, vida en comodidad. Quisá no era la vida la que me sonreía, tal vez era la suerte. Era divertido ver como el lado vacío de mi cama estaba frío, siendo que anoche estaba tan cálido y acompañado.
Lo atractivo de todo este juego nocturno y matitutino era que yo despertaba con la esperanza de que aquella que me acompañó la noche anterior estuviese allí, o quisá estuviese en la cocina preparándo un desayuno. Pero la esperanza estaba en encontrar a alguien a la otra mañana, que fuera en contra de lo que le pedí y hubiese sido más fuerte la idea de no dejarme en soledad. Pero por dos años aquello no ocurría.
Todo me iba bien, ayudaba a la sociedad con mis ideas y la pobreza disminuía más y más. Me potenciaba al ver como se potenciaban los demás. Todos con las mismas oportunidades y viviendo en tranquilidad. Sí, era mi sueño hecho realidad. Al parecer tenía todo logrado, pero nadie se quedaba en mi cama al despertar.
Caminaba tranquilamente, buscando alguien para pasar la soledad. Unos ojos llamaron mi atención, la noche se dió igual a muchas otras. Luego plantearle mi situación de manera objetiva.-Nunca me ha gustado causar pena.- y quisás por lástima, ella aceptó.
Llegamos a mi casa y nos tiramos a la cama, y le pedí que se fuera a la mañana siguiente, antes de que yo despertara. Ella me dijo que estaba bien, que no le volvería a ver nunca más. Sonreí disimuladamente. Me abrazó y pude sentir su presencia, su olor junto a mí. Ella era más bella que el resto de las mujeres que recordaba, o por lo menos su olor me gustaba más. Sus ojos inspiraban tranquilidad, sus labios eran finos y delicados, su pelo tenía unas curvas enloqeucedoras y su cuerpo era una escultura perfecta. Esta noche había tenido más suerte que otras, así que me la grabé firmemente con el fin de recordarla y poder traer su olor de vuelta a mi mente. Al cabo de unos minutos me dormí, con su olor abrazándome.
Al otro día desperté sin esperanzas, pues un costado de mi cama estaba fría. Me levanté y caminé casi por inercia hacia la cocina, allí me encontré con ella preparándose un café. Me sonrío tranquilamente y me mostró su café.
-Disculpa, necesito tomarme un café al despertar.-
-No esperaba verte aquí, me dijiste que te irías.-
-Ya ves que no me fuí, no me perdonaría dejar solo a alguien con un olor tan rico.-
Ahí fué cuando yo comprendí lo que vale ver tus sueños hechos realidad.
Sonreí desde mi interior, sentí la felicidad y la tranquilidad correr por mi cuerpo y hacerme perder mi mente. Recibí la taza de café que me ofrecía y me paré junto a ella para mirarle y grabarme su imágen en mi mente.
2 comentarios:
Entonces, ¿ella no se fué?
Dime pablo, ¿yo me quedé en tu cama, o fuí de las que se fueron antes de que te despertaras?
uhhh ahora soy un pastelitow!! *-*
El texto que has leído, lo escribí pensando en tí hace muuuucho mucho tiempo... cuando estabamos enfadados
espero que no te haya molestado que lo publique n_nU
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