martes, 8 de diciembre de 2009

Permíteme recordarte..


Anoche, luego de beber el último vaso de ron, quise leer tus últimas palabras, esas que quedaron grabadas luego de nuestra última conversación. No tengo idea que será de ti ahora, si estás feliz o si has decidido soportar la soledad con alguien al lado, tampoco sé si me has olvidado o si sigues recordando mi nombre y todo eso que mi nombre trae consigo.
De vez en cuando salgo a dar vueltas por donde caminábamos, por esas calles llenas de semáforos y luces rojas. Voy a esa vieja estación y pido el mismo café que ambos pedíamos sin compartir, pero sin distanciarnos.

No sé sobrellevar esta nueva calma, me asusta el frío de la almohada por las noches, pero luego olvido todo y me pongo a soñar.
Permíteme recordarte una vez más, volver a verte entre utopías y pesadillas, entre lunas llenas y amaneceres.
Olvidarte no puedo, abrazarte tampoco. Amarte le sirve más a mi inconsciente que a tus oídos y besarte ni pensarlo.
Nuevamente tu piel mojada por la lluvia, tus ojos pidiendo un poco más, tu pelo desordenado sobre la arena de invierno y tu mano sujeta a mis temores.
En sueños te vuelvo a ver, repitiendo siempre los mismos silencios y las mismas tardes.

Hay días en que te salgo a buscar, a ver si por alguna extraña casualidad nos topamos cuando hago el camino hacia tu casa, no me mal entiendas, no es que te pase a buscar, solamente intento alimentarme con la vaga esperanza de verte sonreír a lo lejos, pero luego de atravesar la ciudad y no hallarte me resigné a pensar que te has mudado.

Va amaneciendo sobre el mar y yo que todavía no tengo ganas de abandonar este sueño, de abandonarte otra vez, de que te vayas escondiendo tras la niebla lentamente, como si no quisieras hacerlo pero tuvieses que.
De la misma manera que sucedió en la despedida, sucede ahora, cuando me quedo de pie sin poder hacer nada, temblando y extrañándote más a medida que te alejas más de mi. Creo que lloraste mientras te fuiste caminando hacia tu casa, tuve ganas de detenerte, pero ambos entendíamos que aquel era el mejor final que podía tener esta novela.
Un beso para viajar, un abrazo para que no nos extrañemos tanto durante lo que nos queda de vida y tus ojos que se clavaron en mis labios intentando memorizar cada detalle perfectamente.

"Tiempos de calma me están esperando, y yo te pediré que me esperes allá. Hoy mi sueño es poderte soñar, soñándome.
Luces de faroles inexistentes, bancas arrasadas por el tiempo, y las comisuras de tus labios, son los fantasmas que tanto me gusta anhelar.
Esta noche te esconderé entre las sábanas y los resortes del colchón, para que sigas amándome como yo quiero que me ames, como dijiste que lo hacías y que lo harías. Tú dentro de mí y esto que no parece tener fin. En mi habitación no hay más que un silencio clamando por ti, por el sudor de tus ojos, por verte saltar y bailar, por sentirte cantar y destruir toda esta calma que desgarra el paisaje y los barcos, los sueños y las promesas que quedaron por cumplir.
Permíteme recordarte esta noche, y así amarte un poco más. Imaginarte vestida de blanco y envejecida, porque aquí no queda más que viento.
Permíteme recordarte desnuda y perfecta, y así amarte un poco más, y extrañarte un poco menos, sin intentar olvidarte, sin poder olvidarte."

No hay comentarios: