miércoles, 6 de octubre de 2010

Caro data vermibus...


Cuando tu cuerpo eclipsa mi séptimo sol siento que sólo 23 pasos nos separan de un pez. Ojos meditabundos sobre el mármol teñido con las tonalidades de un cielo por atardecer. Da a luz tu oscuridad, el engendro del ahorcado, la decisión del que se suicidó.

Ya es tarde para aprender a hablar.

Cuando la manzana golpea tu cabeza deseo verte idealizar un pensamiento que destruya la virtualidad de nuestras miradas. Y si la flor se va a enderezar, pétalos perderá en camino, espinas le saldrán y rasgará, sin querer, más de algún corazón. Si tienes tiempo, cocina un poco de metáforas para el camino.

Te mareaste al ver tu cuello quebrarse hacia el ombligo del planeta.

Alzaste tus ojos hacia tus pies, no intentaste realizar ningún movimiento. Todo en silencio, toda la piel fría, el blanco te inundó.
Se penetró la madera, la cruz fue removida de su lugar, eso que esperaste nunca llegó.
Las páginas del libro ardieron en tu recuerdo, las aguas del río se calmaron. "No era tan profundo como parecía", dijiste en voz alta.

Tus brazos colgaban sin fuerza, vencida estabas.

Cuando intentaste comprender la fuerza del rayo cayendo sobre una gota de lluvia, te cegó la noche, y no me pudiste ver. Al abrir tus piernas amaneció en tu vientre, despertó la hormona del amor, despertó tu cuerpo.
Se desató la fuerza de la manzana, mordí ansioso el fruto y bebí sus jugos desesperado. Vida bajando por mi garganta, muertos estamos los dos.

Y vomitaste tu corazón por la boca, rojos tus labios quedaron, roja tu piel.
Pasión que te quita la vida, pasión postmortem.

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