
Amanecí para acostarme, tú mi cortina para cubrir el ruido de la ciudad. Doblé en la esquina de tu costado más erótico, todo es muy personal, sólo tengo sed.
Desde una calle circular, hasta esa mirada tuya que ya se fue, me falta el color de tus témperas. ¿Dónde se puede leer algo sin llorar?, ven hagamos una guerra, destruyamos nuestros cuerpos entre sábanas.
A pie viajé sobre un tren, volando cerca de tu corazón, miré el tiempo abandonado y la ropa que alberga polillas de naftalina. Calla, apuesta y gana, vete apremiada, victoriosa y altanera. ¿Acaso puedes tú respirar enfrente mío, y no escuchar los susurros de los que fueron enterrados vivos?
Las uñas negras de tanto escarbar en la tierra, buscando algo para vivir. Los pies arriba para que todo sea sincero, colgado del cuello mirando las aves, el cielo bajo nuestra existencia, los ojos bien abiertos para recibir el fuego que viene de adentro. Limpia tus rodillas, hoy dios renunció a su moral. Aprende a correr.
Incluso más allá de tu sombra, se vende tu virginidad al mejor postor. Saluda cuando te vayas a dormir, tu cama está armada sobre las estrellas que algún día vas a habitar.
Volvemos a caminar con las manos, las ideas ruedan hacia el infierno, llueve de abajo hacia arriba.
Te doy un poco de educación sentimental, empuñar la costilla como el más digno e importante ideal.
Una canción para ti, ser una esfera incompleta, una espiral esencial, un pilar que no sostiene nada.
No soy, me borré, ya no existo.
Sujeta firme el árbol, que se pueden quedar sin casa las arañas.
Sujeta firme el árbol, así yo me voy por las ramas.
Secuestro tu boca, te guardo a un lado del reloj para que los segundos no te toquen, no se apaga tu brillo, te quedas colgada inanimada, perdida entre letras, abandonada junto al punto final.
Anocheció en tus ojos, y tú todavía estás despierta. ¿Qué haces acá?
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