domingo, 13 de marzo de 2011

Profundo..


Primaveras sin flores, aniquilamientos para los mutilados, cuerpos arrojados hacia lo estival. Horas pasando sin mucho sentido, sin sentimientos en su reloj, como si arena fuese displicente y no le importara la caída hacia la profundidad.

Deberías llegar un poco más temprano para poder despedirme, podrías demorarte un poco y hacer de mi ansiedad un motivo para no dejarte partir, pero a fin de cuentas un adiós nos espera al otro lado del abismo, una tal vez hasta mañana, un ayer que no amanecerá.

Porque los asientos de la iglesia siempre están fríos y el sacerdote nunca dijo lo que querías escuchar, las oraciones fueron en vano, los niños que no podían gritar. Acomodarse bajo la cama para que el techo no nos caiga encima, arrodillarse frente a nuestra existencia incolora, cosechar la flor que no ha terminado de nacer.

Retirar tus labios antes de que se acabe el beso, cerrar la puerta cuando queda algo todavía por decir, anudar la mirada cuando no has podido pestañear. Una historia para cada minuto, un cuerpo para toda sentencia, un amor para cada desierto.

Música para los que están muertos, y lo que morirán. Música para todas las razones ilógicas, para todas esas sensaciones inexplicables, para tu mirada cuando despiertas a mi lado, para tu silueta cuando te bañas sobre el mar.

En lo profundo estoy, en un grial del cual solamente yo puedo beber, en un libro que yo sé leer, en una vida que nadie más que yo puede vivir.
Matamos para estar muertos, minimizando los movimientos a cero, reduciendo todo peligro al mínimo, arriesgando lo necesario para no tener sed. Cobardes todos aquellos que recorren la esfera por el borde, todos aquello que se satisfacen con la lengua y no van más allá.

Ahora que estoy en oscuridad, me río con locura porque he saboreado el barro y lo pantanoso de mi ser. Abrázame, esta inmundicia será mi bandera de lucha.
Tu cariño, será un campo para florecer.
Mi cabeza, una ciudad para imponer el caos.

Brillaré cuando sienta que hay algo que alumbrar. Nací con la sensación de que morir es el mejor precio a pagar, por verme estallar luego del ocaso, por ser yo el astro que de vida, por ser el omnipotente, por ser humano, por ser un dios mortal.

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