Quizás por sobre el ayer y el hoy, mañana tal vez, el pensar no es asunto propio de la libertad. Demasiados dolores por nacer, letras por escribir, no sé si vendrás.
Recordarte, así de viva, descalza por sueños, caminando junto al sol enfermero. Cuesta la risa, ahora, encontrar.
Cambios de oídos, cada cual entregado al morir en cada una de las lágrimas de su amor. Cantar, entonces, por amor al cambio social, a la fuerza del que grita por gritar. Si llego tarde significa que me falta desafinar el cerro y mi calma, tomé toda tu mirada para construir mi casa.
Creció la flor en la indiferencia de la democracia, se abrió la calle para el que soñó con ajusticiar a los desaparecidos.
Llena la tierra con su pensamiento, de pies nosotros los que tienen el cerebro creciendo en arbusto de flecha. Su alianza es para el resto, los marginados desde la falta, los divididos desde lo emocional.Sácame el cuerpo hacia la semejanza, éntrame el aire para que vuelva a respirar, despierta el motor y comienza a protestar.
Una niña idealista, en sus cabellos la historia nace nueva, con ventanas en las palmas frías del invierno cerca de la (a)mar. Ojos quietos en la muchacha del aliento, de piel rasgada por la pasión, de sonrisas justificando la sinceridad.
Llueve sobre nosotros, los habitantes del bienestar.
Pasaron vidas sin perdón, nos pasamos tan profundo que rocé tu corazón.Quizás por temor existe dios, quizás entre nosotros no se diga adiós.
Ni se anunció, ni se leyó las cartas por sobre el fuego de nuestra revolución.
Se escondió y enamoró, no se olvidó lo que tu rostro sonrió.
Despertar para sentir, el latir del lamento de alguna razón.Murió entonces la respiración, un árbol de la boca hacia el dolor.
Abrió el pecho para que se escondiera de las mañanas, con pena y cotidianeidad se escribió la ausencia junto a mi cama. Te tengo aquí para mirarte a través de la pantalla, para sujetar los dientes que retomaron el cielo sobre septiembre. Despedirse, al fin, de nosotros: los caídos.
El mármol levanta un volcán de pájaros que me sacan a pasear, se regocija en su propia falta. El ataúd para vivir de más, sobre arena se convierte en humo nuestra humanidad. Tierras para las manos obreras, horizontes para los que gobiernan su propia miseria, incógnito el rostro para identificarnos la comunidad.
Dentro de la rabia estaba entonces el motivo existencial.
Dentro del color en vidrio: el anhelo por esclavizar la virtud.
Entre bromas e imperios llegué a tu lunar.
Perdido por volver, dejo el vuelo sobre tu labio para morir en miel.
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