II
Desperté unas horas más tarde de aquella batalla en el primer piso de mi casa, estaba flotando sobre un charco de sangre y no había rastro de nadie en mi casa, por lo menos no oía nada.
Casi sin fuerzas me levanté con la ayuda del mueble, lo observé, estaba lleno de agujeros causados por las balas; recordé mi herida y le heché un vistazo, la bala había ingresado en mi cuerpo pero no muy adentro, pues luego de atravesar el mueble no venía con tanta fuerza. Cerré mis ojos fuertemente y con la ayuda de mi dedo índice y el pulgar logré extraer el proyectil del interior de mi cuerpo, no sin antes haber dicho un par de puteadas, pues el dolor era insoportable.
Subí al segundo piso lleno de esperanzas que prometían que habría alguien esperándome, claro que había alguien, se le llama "la soledad".
Al no encontrarme con nadie salí de casa con rumbo desconocido, tenía frío y todavía sangraba un poco por la herida luego de haberme extraído la bala, mientras caminaba una extraña canción sonaba en mi mente, tenía un coro potente y una letra especial: "Desde Alfa hasta Diciembre, voy caminando con la vista al frente. Dame una caja llena de ilusiones, un puñado de momentos amargos y un par de lágrimas...Que con eso puedo vivir por los años que me queden".
En un momento de éxtasis olvidé todo y me dejé llevar por esa canción que sonaba a todo volumen en mi mente y recorría mi cuerpo, me daba una extraña sensación que no podía describir, pensaba mil cosas, mil tonteras que eran importantes sólo para mí. En fin no sabía por donde iba, ni hacia a donde iba y tampoco me importaba mucho.
La música es mi vida, siempre lo ha sido desde pequeño. Recuerdo que crecí con un tal Charly García, que hablaba cosas incoherentes y demasiado rápidas para mis pocos años de vida, fui creciendo y distintos grupos iban atrayendo mi atención. Toco la batería, siempre me ha gustado la percusión, pienso que es lo que le da la intensidad a la música. La canción iba perdiendo su volumen y desaparecía como lo hace el sol en los atardeceres.
Soy un chico normal, de estatura normal-baja, el pelo castaño despeinado y unos ojos levemente caídos en los extremos, este adjetivo le daba un toque de tristeza a mis ojos y por culpa de eso cuando niño me había llevado un par de apodos; mi contextura es delgada y mi apariencia no encaja con mi personalidad que es más bien extrovertida con respecto a temas públicos e introvertida con respecto a pesaminetos más profundo, incluyendo las emociones.
Luego de inspeccionarme y pensar en la música, volví al mundo real en donde sangraba por una herida y cada momento tenía menos fuerza. Levanté mi mirada al cielo y rogué por que algo me sacara de este camino que llevaba directo a la muerte, cuando una voz algo cansada y seca me sacó de mis plegarias.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario