V
Llegé a la playa, me senté en la arena y mire hacia el cielo. Aquella noche estaba despejada y me permitía ver en esplendor todas las estrellas, comenzé a contarlas, quería saber cuántas habían en total. No pude contarlas pues el dolor no dejaba concentrarme y me perdía mientras las contaba, me sentí el hombre más inútil de todo el mundo. Solamente quería contar las estrellas, pero la luna atrajo mi atención, grande, blanca y majestuosa. Dueña del cielo nocturno, hermosa luna.
Como era de noche no podía ver el mar, pero si oía el romper de sus olas y divisaba una espuma que aparecía y luego se volvía a esconder en la oscuridad. El mar, que fuerte que es el mar, con sus olas potentes capaces de volcar al barco más grande. El mar, el único ser que muestra su enojo al llover, poniéndose furioso y moviendo sus mares más de lo normal.
A un lado de la playa habia una roca, una roca grande y linda; me levanté y caminé hacia ella, con dificultad la escalé, apesar que la roca está en diagonal hacia arriba, esto debería facilitar mi subida, pero me costó llegar a la cima pues cada vez me dolía más mi herida.
Al llegar arriba me encontré con una chica que estaba allí, sentada en el borde mirando el mar. Con algo de miedo me senté junto a ella, me miró y no dijo nada. No quise mirarla, yo tenía claro porque ella estaba allí, iba a saltar.
Levanté la mirada y logré ver su cara llena de cicatrices hechas por las lágrimas, aquella chica era hermosa. La miré por unos momentos y ella me miró, pero luego miró sus pies que flotaban entre el mar y la roca.
-Disculpa, no me gusta que me vean llorar.- Dijo con la voz apunto de quebrarse.
-Tranquila, eso es mutuo. ¿Vas a saltar?.- Ni siquiera pensé lo que pregunté, las palabras salían solas.
-Eso quiero, pero me entró algo de miedo.- Seguía mirando sus pies.
La miré y sonreí levemente.
-No saltes, tienes toda una vida por delante.- Intenté cambiar su opinión, no quería verla saltar.
-No quiero más vida, nada de futuro, de ilusiones ni de esperanzas.- Al decir eso se desahogó de manera increible.
-Pero, si no quieres vida, ni futuro, ni ilusiones, ni esperanzas. ¿Porqué no vas a buscar algunas?, la felicidad no está tan lejos, sólo es cosa de salir a buscarla. La vida no es fácil, nadie dijo que lo fuera, pero lo peor que puedes hacer es rendirte, si necesitas ayuda, tienes a un hombre: baleado, sin ganas de nada y sin un poco de autoestima, a tu disposición.- No pude seguir hablando, la herida me ardía demasiado.
Ella levantó la mirada y me sonrió, me tomó la mano y no dijo nada.
Estaba sorprendido, era la primera persona que no se había fijado en lo sucias que estaban mis ropas o en lo despeinado que estaba, era la primera persona que no hablaba por celular, preocupada por cosas poco importantes. Ella es diferente, lo noté desde el momento que me senté junto a ella, pero ahora estaba seguro.
Su pelo era liso, sus ojos grandes y llenos de estrellas, tenía un toque especial. No era como otras chicas.
-Gracias.- Dijo de manera sutil, de verdad que estaba destruída por dentro.
No dije nada, me sentía un estúpido. Le había hablado de ilusiones, esperanzas y un futuro, cuando era yo el que quería saltar. Todavía no sabía nada de mi familia, ni de mi casa, ni de la vida, nada me importaba.
De pronto una lengua húmeda y áspera rozó mi mano, era mi perro. Estaba allí, había escapado de casa y me siguió hasta aquí. Lo abrazé y lo amé más que nunca en ese momento, lo acaricié y le sonreí. El era el único capaz de hacerme feliz, siempre oía todas mis tonteras y yo siempre jugaba con él, eramos una pareja de unos incomprendidos y locos.
Mi perro es un cocker spaniel, marrón claro y con unos ojos parecidos a los míos, con un toque de tristeza.
Abrazé a mi perro y sin decirle nada a la chica la abrazé también, me sentía feliz, por primera vez en este día lleno de aventuras desagradables me sentía feliz. Cerré mis ojos y lentamente me fue venciendo el cansacio hasta finalmente dormirme.
Al otro día no desperté, de hecho nunca más lo hice. Por la noche la herida empeoróy empeoró hasta provocarme un paro cardio-respiratorio que terminó con mi vida. La chica al verme muerto al otro día saltó y ahora está tranquila en un lugar mejor. Mi perro está todavía conmigo, hechado a mi lado esperando que despierte. Y en el aire sonaba todavía aquella canción..
"Desde Alfa hasta Diciembre, voy caminando con la vista al frente..."
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