domingo, 18 de julio de 2010

Juego de niños...


Casi como un destello en tu piel, casi como un juego para madurar, una vida que salir a buscar, a mi identidad le falta aliño.
¿Todavía piensas que adentro de mis pantalones se esconde un secreto?, yo creo que tú eres dueña de la intensidad, nadie nos ve abajo de la mesa, demos rienda suelta a la imaginación.

Un roce, algodones de azúcar caen al suelo, ya no tienes donde esconderte. ¿Quién te levanta cuando tú me besas más abajo del ombligo?, y sin embargo yo me quedo abrazado a esa esperanza remota de que el juego va a continuar. Entre sumisiones y miradas furtivas encontramos la manera de impactarnos, de colorear nuestras siluetas, de dejarnos sin aliento, de crecer.

Hay distintas trincheras en donde albergarnos, distintas posiciones a ejecutar, y aunque el cuerpo nos pida parar, jugamos hasta que amanezca, tal y como papá y mamá lo hicieron alguna vez. Y por más que esquivamos en tren que nos va a golpear, nos tendemos sobre los rieles y nos dejamos aplastar.

La noche recién comienza, y los vasos que tomamos antes de mirarnos me han comenzado a marear. El mundo gira, yo también. Apostaremos la carne, la dignidad y la niñez. Yo te susurro una clave al oído y tú me das la espalda. Te sientas sobre mí y buscas en el cielo alguna estrella fugaz, me pongo sobre ti y te protejo de cualquier criatura misteriosa que te pueda dañar.

Te expones a mis ojos, sano tus heridas con mi lengua, tu limpias mi fusil sin balas casi con amor.
¿Nos queda algún consuelo, alguna excusa para no sentirnos bien?
Un juego de niños, una carrera enajenada por encontrarnos al otro lado de la habitación, por encontrarme en tu interior y que tú me sientas dentro.

Entre gemidos y balbuceos que no entendí aprendiste a hablar.

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