
Miré hacia un punto desmarcado del infinito, un punto muerto, un paisaje muerto. Lo cómodo ya no lo es más, los golpes ya no duelen tanto, la piel se enfría un poco más. Palabras miserables, un amparo quebrantado y el reloj de arena sigue moviéndose.
Tan ajeno me siento, tan fuera de mí, tan lejos de todo. Incluyéndome.
Abstracto el cuerpo, sólido el sentimiento, piedras en la garganta, los pies rotos. El camino agrietado, los ojos cansados, el pelo húmedo y tú todavía no apareces.
A tus ojos todo parece poco, muy poco el tiempo, muy poco cariño, muy poca dedicación. ¿Muy poco soy yo?
Un vacío en el interior, el universo se perdió en su inmensidad.
Cuando el papel de las cartas corta profundamente, cuando la sangre deja de fluir y los recuerdos se ven minimizados, te mostraré todo lo que queda en este lugar.
Dañado y olvidado, desafortunada suerte, es tiempo de que vuelva a casa. ¿Todavía nos queda tiempo?
Lentamente se van escondiendo todos, todos los amaneceres, con una calma que desespera sonríes.
Tragando saliva, ácida la estupidez de la conciencia, por más que mire el cielo, he caído demasiado profundo en el abismo. Duermes.
Aprendí que la verdad es mentira, y que la felicidad está en la cosas simples.
"El dado está rodando y sabemos el número que arrojará, ¿apostarás de todas formas?. Te invito a jugar para perder, para perdernos un tiempo, tal vez toda una vida."
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