
Existen momentos hermosos, muy pocos en nuestras vidas, en donde sentimos que necesitamos aferrarnos a alguien que no puede sostenernos.
Existen segundos precisos, tal vez escasos en nuestras vidas, en donde, al ver que todo se cae a pedazos decidimos sonreír, porque sentimos que está bien.
Existen pensamientos autóctonos, probablemente imposibles, en donde cerrar los ojos es volver a ser uno mismo.
Y creo que si alguna vez tenemos la oportunidad de arder nuestras mitocondrias, de desgarrar músculos y anular neuronas, todo volvería a ser nada.
Bailemos.
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