
El joven sólo quería encontrar el verdadero significado del equilibrio en la vida, pensaba día y noche en el equilibrio, la paz, la tranquilidad y la felicidad.
Quería encontrar la paz y el equilibrio para así poder ayudar a las personas a encontrar el suyo y poder llegar a un gran equilibrio colectivo en la sociedad, una sociedad realmente feliz, realmente tranquila, una sociedad que pueda progresar y mejorar.
Pensaba que el equilibrio estaba allí en el punto medio entre dos cosas, en ese punto exacto en el cual los dos pesos se igualan y ambos flotan al mismo nivel.
Pensaba en el equilibrio en la vida, en que tenía que conocer el odio y el amor, lo frío y lo cálido, la compañía y la soledad, la vida y la muerte.
Ese día mientras observaba con la mirada perdida unas nubes desde el interior de su salón en el colegio, pensó en que, a pesar que ya conocía el odio y el amor, todavía no sentía esa ansiada paz.
Era obvio, puesto que si exsitía algo que tuviese en su interior lo bueno y lo malo, se equilibraría y podría encontrar la felicidad, pero él era humano y tenía claro que la esencia del ser humano es la diferenciación. De todas formas le molestaba ser un humanoide a causa de la sociedad en la cual vivía y que tanto quería ver mejorar.
Él no se daba cuenta, pero poco a poco abría los ojos, poco a poco iba acercándose ese equilibrio que tanto quería abrazar. Poco a poco se fijaba más a su sueño, y cada vez estaba más próximo a alcanzar ese estado de éxtasis profundo que sólo lo que más quería le podía proporcionar, pero él siempre deseaba un poco más, deseaba estar en éxtasis por siempre, con lo que más qeuría la mismo tiempo y así poder ayudar a los demás.
Luego de pensar mil cosas que son poco importantes para el profesor que impartía la clase frente al curso, por un segundo sintió impetuosamente esa necesidad de hacer todas tus ilusiones realidad, sintió que debía dar cada suspiro por ello, sintió que debía vivir por ello, se conectó por primera vez con su alma, por primera vez en su vida se había sentido tan decidido a algo.
Si en ese momento su sueño hubiese sido el de volar, se hubiese lanzado por la ventana que tenía a sus espaldas, pero lamentablemente ese no era su sueño. Su mayor deseo era el de encontrar la felicidad.
Miró sus pies y vió una regla metálica de 30 centímetros bajo su pie derecho, se inclinó un poco y la recogió.
Puso la regla en la palma de su mano izquierda y la observó detenidamente, luego de un par de minutos mirando la regla recogió todos sus dedos excepto el índice y ubicó la regla sobre la superficie de su dedo, de tal manera que éste pasara por el centímetro 15. Al separar la regla de la mano que la había ubicado allí la regla cayó hacia un lado y precipitó contra sus muslos.
Él miró la regla algo confundido y la ubicó de igual manera que la vez anterior. Se dió cuenta que al soltar la regla , ésta caía puesto que no se encontraba en un perfecto equilibrio.
Extraño suceso, puesto que si la regla es de 30 centrímetros, el número 15 debería significar el equilibrio que le permitiera quedarse allí ubicada sobre el dedo índice.
A causa de su curiosa y perfeccionista personalidad (tal vez un poco obsesiva también) ubicó nuevamente la regla sobre su dedo índice, pero ahora en el centímetro 16.
Al soltar la regla, ésta se quedó allí suspendida en un momento de perfección.
Él abrió los ojos asombrado, pues había comprendido el significado de aquel signo.
Sacó papel y lápiz, y anotó rápidamente, antes de que las palabras escaparan de su mente:
"El equilibrio no está siempre en el medio de dos objetos...
El equilibrio debes encontrarlo tú, luego de intentarlo muchas veces y aprender de todos esos errores, sólo cuando te hayas levantado de esas caídas podrás intentarlo denuevo, con más posibilidades de llegar a él..."
Luego de escribir ésto y guardar el papel en su bolsillo, sonrió, pues había aprendido algo realmente valioso.

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